Название: El libro de las mil noches y una noche
Автор: Anonimo
Издательство: Bookwire
Жанр: Книги для детей: прочее
isbn: 9788026834847
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Al ver esto, todos los presentes se lanzaron sobre mi hermano, gritando:
"¡Impío, sacrílego, asesino!"
Y
la emprendieron con él a palos y latigazos. Y los más encarnizados contra él y los que más cruelmente le pegaban eran sus parroquianos más antiguos y sus mejores amigos. Y el viejo jeique le dió tan violento puñetazo en un ojo, que se lo saltó sin remedio.
Después cogieron el supuesto cadáver degollado, ataron a mi hermano ElKuz, y todo el mundo, precedido del jeique, se presentó delante del ejecutor de la ley. Y el jeique le dijo: "¡Oh Emir! He aquí que te traemos, para que pague sus crímenes, a este hombremque desde hace mucho tiempo degüella a sus semejantes y vende su carne como si fuese de carnero.
No tienes más que dictar sentencia y dar cumplimiento a la justicia de Alah, pues he aquí a todos los testigos". Y esto fué todo lo que pasó. Porque el jeique de la blanca barba era un brujo que tenía el poder de aparentar cosas que no lo eran realmente.
En cuanto a mi hermano ElKuz, por más que se defendió, no quiso oírle el juez, y lo sentenció a recibir quinientos palos. Y le confiscaron todos sus bienes y propiedades, no siendo poca su suerte con ser tan rico, pues de otro modo le habrían condenado a muerte sin remedio. Y además le condenaron a ser desterrado.
Así, mi hermano, con un ojo menos, con la espalda llena de golpes y medio muerto, salió de Bagdad camino adelante y sin saber adónde dirigirse, hasta que llegó a una ciudad lejana, desconocida para él, y allí se detuvo, decidido a establecerse en aquella ciudad y ejercer el oficio de remendón, que apenas si necesita otro capital que unas manos hábiles.
Fijó, pues, su puesto en un esquinazo de dos calles, y se puso a trabajar para ganarse la vida. Pero un día que estaba poniendo una pieza nueva a una babucha vieja oyó relinchos de caballos y el estrépito de una carrera de jinetes. Y preguntó el motivo de aquel tumulto, y le dijeron: "Es el rey, que sale de caza con galgos, acompañado de toda la corte".
Entonces mi hermano ElKuz dejó un momento la aguja y el martillo y se levantó para ver cómo pasaba la comitiva regia. Y mientras estaba de pie, meditando sobre su pasado y su presente y sobre las circunstancias que le habían convertido de famoso carnicero en el último de los remendones, pasó el rey al frente de su maravilloso séquito, y dió la casualidad que la mirada del rey se fijase en el ojo hueco de mi hermano ElKuz.
Al verlo, el rey palideció, y dijo:
"¡Guárdeme Alah de las desgracias de este día maldito y de mal agüero!" Y dió vuelta inmediatamente a las bridas de su yegua y desanduvo el camino, acompañado de su séquito y de sus soldados. Pero al mismo tiempo mandó a sus siervos que se apoderaran de mi hermano y le administrasen el consabido castigo. Y los esclavos, precipitándose sobre mi hermano ElKuz, le dieron tan tremenda paliza, que lo dejaron por muerto en medio de la calle.
Cuando se marcharon se levantó ElKuz y se volvió penosamente a su puesto debajo del toldo que le resguardaba, y allí se echó completamente molido. Pero entonces pasó un individuo del séquito del rey que venía rezagado. Y mi hermano ElKuz le rogó que se detuviese, le contó el trato que acababa de sufrir y le pidió que le dijera el motivo. El hombre se echó a reír a carcajadas, y le contestó: "Sabe, hermano, que nuestro rey no puede tolerar ningún tuerto, sobre todo si el tuerto lo es del ojo derecho. Porque cree que ha de traerle desgracia. Y siempre manda matar al tuerto sin remisión. Así es que me sorprende mucho que todavía estés vivo".
Mi hermano no quiso oír más. Recogió sus herramientas, y aprovechando las pocas fuerzas que le quedaban, emprendió la fuga y no se detuvo hasta salir de la ciudad. Y siguió andando hasta llegar a otra población muy lejana que no tenía rey ni tirano.
Residió mucho tiempo en aquella ciudad, cuidando de no exhibirse, pero un día salió a respirar aire puro y a darse un paseo. Y de pronto oyó detrás de él relinchar dé caballos, y recordando su última desventura, escapó lo más a prisa que pudo, buscando un rincón en que esconderse, pero no lo encontró. Y delante de él vió una puerta, y empujó la puerta y se encontró en un pasillo largo y oscuro, y allí se escondió. Pero apenas se había ocultado aparecieron dos hombres, que se apoderaron de él, le encadenaron, y dijeron: "¡Loor a Alah, que ha permitido que te atrapásemos, enemigo de Alah y de los hombres! Tres días y tres noches llevamos buscándote sin descanso. Y nos has hecho pasar amarguras de muerte". Pero mi hermano dijo: "¡Oh señores! ¿A quién os referís? ¿De qué órdenes habláis?" Y le contestaron: "¿No te ha bastado con haber reducido a la indigencia a todos tus amigos y al amo de esta casa? ¡Y aun nos querías asesinar! ¿Dónde está el cuchillo con que nos amenazabas ayer?"
Y se pusieron a registrarle, encontrándole el cuchillo con que cortaba el cuero para las suelas. Entonces lo arrojaron al suelo, y le iban a degollar, cuando mi hermano exclamó:
"Escuchad, buena gente: no soy ni un ladrón ni un asesino, pero puedo contaros una historia sorprendente, y es mi propia historia.
Y ellos, sin hacerle caso, le pisotearon, le golpearon y le destrozaron la ropa. Y al desgarrarle la ropa vieron en su espalda desnuda las cicatrices de los latigazos que había recibido en otro tiempo. Y exclamaron:
"¡Oh miserable! He aquí unas cicatrices que prueban todos tus crímenes pasados". Y en seguida lo llevaron a presencia del walí, y mi hermano, pensando en todas sus desdichas, se decía: "¡Oh, cuán grandes serán mis pecados, cuando así los expío siendo inocente de cuanto me achacan! Pero no tengo más esperanza que en Alah el Altísimo".
Y cuando estuvo en presencia del walí, el walí lo miró airadísimo y le dijo: "Miserable desvengozado; los latigazos con que marcaron tu cuerpo son una prueba sobrada de todas tus anteriores y presentes fechorías". Y dispuso que le dieran cien palos.
Y después lo subieron y ataron a un camello y le pasearon por toda la ciudad, mientras el pregonero gritaba: "He aquí el castigo de quien se mete en casa ajena con intenciones criminales".
Pero entonces supe todas estas desventuras de mi desgraciado hermano. Me dirigí en seguida en su busca, y lo encontré precisamente cuando lo bajaban desmayado del camello. Y entonces, ¡oh Emir de los Creyentes! cumplí mi deber de traérmelo secretamente a Bagdad, y le he señalado una pensión para que coma y beba tranquilamente hasta el fin de sus días.Tal es la historia del desdichado ElKuz. En cuanto a mi quinto hermano, su aventura es aún más extraordinaria, y te probará ¡oh Príncipe de los Creyentes! que soy el más cuerdo y el más prudente de mis hermanos".
HISTORIA DE ELASCHAR, QUINTO HERMANO DEL BARBERO
Este hermano mío, ¡oh Emir de los Creyentes! fué precisamente aquel a quien cortaron la nariz y las orejas. Le llaman El Aschar porque ostenta un vientre voluminoso como una camella preñada, y también por su semejanza con un caldero grande. Y es muy perezoso durante el día, pero de noche desempeña cualquier comisión, procurándose dinero por toda suerte de medios ilícitos y extraños.
Al morir nuestro padre heredamos cien dracmas de plata cada uno. ElAschar cogió los cien dracmas que le correspondían, pero no sabía en qué emplearlos. Y se decidió por último a comprar cristalería para venderla al por menor, prefiriendo este oficio a cualquier otro porque no le obligaba a moverse mucho.
Se convirtió, pues, en vendedor de cristalería, para lo cual compró un canasto grande, en el que puso sus géneros, buscó una esquina frecuentada y se instaló tranquilamente СКАЧАТЬ