La Marcha De Los Reyes . Морган Райс
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Читать онлайн книгу La Marcha De Los Reyes - Морган Райс страница 7

СКАЧАТЬ de aquí”. Te daré mi caballo más rápido, un paquete con víveres y te mandaré lejos. Debes esconderte hasta que esto se aplaque, hasta que encuentren al verdadero asesino. Ya nadie está pensando con claridad”.

      Thor negó con la cabeza.

      “No me puedo ir”, dijo él. “Eso me haría parecer culpable. Necesito que los demás sepan que no fui yo. No puedo huir de mis problemas. Debo limpiar mi nombre”.

      Reece negó con la cabeza.

      “Si te quedas aquí, te encontrarán. Te volverán a encarcelar—y serás ejecutado—si no te mata antes la muchedumbre”.

      “Es un riesgo que debo tomar”, dijo Thor.

      Reece lo miró largo tiempo, duramente, y su mirada de preocupación cambió a una de admiración. Finalmente, poco a poco, negó con la cabeza.

      “Eres orgulloso. Y estúpido. Muy estúpido. Por eso me agradas”.

      Reece sonrió. Thor también le sonrió.

      “Necesito ver a tu padre”, dijo Thor. “Necesito tener una oportunidad de explicarle, cara a cara, que no fui yo, que no tuve nada que ver con eso. Si decide condenarme, entonces que así sea. Pero necesito una oportunidad. Quiero que él lo sepa. Es todo lo que pido de ti”.

      Reece lo miró con seriedad, formándose una opinión de su amigo. Finalmente, después de lo que parecía una eternidad, asintió con la cabeza.

      “Puedo llevarte con él. Conozco un camino. Nos lleva hacia su habitación. Es arriesgado—y una vez que estés adentro, estarás por tu cuenta. No hay salida. Entonces no habrá nada que pueda hacer por ti. Podría significar tu muerte. ¿Estás seguro de que quieres tomar ese riesgo?

      Thor asintió con la cabeza con una gran seriedad.

      “Muy bien”, dijo Reece, y de repente extendió el brazo hacia abajo y lanzó una capa a Thor.

      Thor la atrapó y miró hacia abajo sorprendido; se dio cuenta de que Reece debió haber planeado esto desde antes.

      Reece sonrió mientras Thor miraba hacia arriba.

      “Sabía que serías lo suficientemente tonto para querer quedarte. No esperaba nada menos de mi mejor amigo”.

      CAPÍTULO CUATRO

      Gareth paseó por su habitación, reviviendo los acontecimientos de la noche, lleno de ansiedad. No podía creer lo que había pasado en la fiesta, cómo es que todo había salido tan mal. No ´podía entender cómo ese tonto muchacho, ese forastero de Thor, de alguna manera había descubierto su plan de envenenamiento—y aún más, había logrado interceptar la copa. Gareth recordó el momento en el que vio saltar a Thor, derribar la copa, cuando escuchó caerla en la piedra, vio el vino derramarse en el suelo y vio cómo sus sueños y aspiraciones caían junto con él.

      En ese momento, Gareth había sido arruinado. Todo por lo que había vivido había sido aplastado. Y cuando ese perro lamió el vino y cayó muerto—sabía que estaba acabado. Vio toda su vida pasar ante él, se vio a sí mismo descubierto, condenado a una vida en el calabozo, por haber tratado de matar a su padre. O peor aún, ser ejecutado. Fue una estupidez. Él nunca debió haber llevado a cabo ese plan, nunca debió visitar a esa bruja.

      Al menos Gareth había actuado rápidamente; arriesgándose y poniéndose de pie de un salto para culpar a Thor. En retrospectiva, estaba orgulloso de lo pronto que había reaccionado. Había sido un momento de inspiración y para su sorpresa, parecía haber funcionado. Habían sacado a Thor arrastrando y después, la fiesta casi se había calmado de nuevo. Desde luego, nada era igual después de eso, pero al menos, la sospecha parecía caer totalmente en el muchacho.

      Gareth sólo rezó para que se quedara así. Habían pasado décadas desde que había habido un intento de asesinato para un MacGil y Gareth temía que hubiera una investigación, que terminara viendo los hechos con mayor detenimiento. Pensándolo bien, había sido una tontería haber tratado de envenenarlo. Su padre era invencible. Gareth debió haberlo sabido. Había llegado muy lejos. Y ahora no podía evitar sentirse como si fuera cuestión de tiempo hasta que la sospecha cayera sobre él. Tenía que hacer lo que fuera posible para demostrar la culpa de Thor y hacer que fuera ejecutado antes de que fuera demasiado tarde.

      Al menos Gareth se había redimido a sí mismo, después de ese intento fallido, había cancelado el asesinato. Ahora, Gareth se sentía aliviado. Después de ver que el plan había fallado, se dio cuenta de que una parte de él, muy en el fondo, no quería matar a su padre, después de todo, no quería derramar sangre en sus manos. Él no sería rey. Tal vez nunca sería rey. Pero después de que los acontecimientos de esta noche, se arreglaron bien con él... ...al menos él sería libre. Él nunca podría manejar el estrés de volver a pasar por eso; los secretos, el encubrimiento, la ansiedad constante de ser descubierto. Era demasiado para él.

      Mientras paseaba y paseaba, iba siendo más noche, finalmente, poco a poco, empezó a calmarse. Justo cuando empezaba a volver a ser él mismo y se preparaba para terminar la noche, se escuchó un golpe repentino, y se volvió hacia su puerta, que se abrió de golpe. Firth entró corriendo, con los ojos bien abiertos, frenético, a la habitación, como si lo estuvieran persiguiendo.

      “¡Está muerto!”, gritó Firth. “¡Está muerto! Yo lo maté. ¡Está muerto!”.

      Firth estaba histérico, llorando y Gareth no tenía idea de lo que estaba hablando. ¿Estaba ebrio?

      Firth corrió por toda la habitación, gritando, llorando, levantando las manos—y fue cuando Gareth se dio cuenta de las palmas de sus manos, llenas de sangre; su túnica amarilla manchada de rojo.

      El corazón de Gareth perdió su ritmo. Firth acababa de matar a alguien. ¿Pero quién?

      “¿Quién murió?”, Gareth le exigió hablar. “¿De quién estás hablando?”

      Pero Firth estaba histérico y no podía concentrarse. Gareth corrió hacia él, sujetó sus hombros con firmeza y lo sacudió.

      “¡Respóndeme!”

      Firth abrió sus ojos y lo miró, con la mirada de un caballo salvaje.

      “¡A tu padre!”. “¡El rey! ¡Está muerto!”. Yo lo hice”.

      Con esas palabras, Gareth sintió como si un cuchillo hubiera sido sumido en su propio corazón.

      Él se le quedó mirando, con los ojos bien abiertos, paralizado, sintiendo que todo su cuerpo se adormecía. Lo soltó, dio un paso atrás y trató de recuperar el aliento. Podía ver por toda la sangre que tenía, que Firth estaba diciendo la verdad. Ni siquiera podía comprenderlo. ¿Firth? ¿El mozo de cuadra? ¿El más débil de carácter de todos sus amigos? ¿Mató a su padre?

      “¿Pero... cómo es posible?” Gareth se quedó sin aliento. “¿Cuándo?”

      “Ocurrió en su habitación”, dijo Firth. “Hace un momento. Lo apuñalé”.

      La realidad de la noticia comenzó a ser asimilada, mientras Gareth recuperaba su cordura; se dio cuenta de que la puerta estaba abierta, corrió hacia ella y la cerró de un portazo, asegurándose de que ningún guardia lo hubiera visto. СКАЧАТЬ