Название: La Marcha De Los Reyes
Автор: Морган Райс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Героическая фантастика
Серия: El Anillo del Hechicero
isbn: 9781632910677
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“Todavía no han venido por mí”, dijo Merek. “Pero lo harán”.
Thor se sintió terrible. Merek apartó la vista, como avergonzado, y Thor lo hizo también, no queriendo pensar en ello.
Thor puso sus manos en la cabeza, que le dolía muchísimo, tratando de organizar sus pensamientos. Los últimos días parecían como un torbellino; todo había pasado tan rápidamente. Por un lado, sentía que había tenido éxito, que se había reivindicado: había visto el futuro, había previsto el envenenamiento de MacGil, y lo había salvado de él. Tal vez el destino, después de todo, podría ser cambiado—tal vez el destino podría ser torcido. Thor se sintió orgulloso: había salvado a su rey.
Por otro lado, aquí estaba él, en el calabozo, incapaz de limpiar su nombre. Todas sus esperanzas y sueños se habían hecho añicos, cualquier oportunidad de entrar a la Legión, había desaparecido. Ahora tendría suerte si no pasaba el resto de sus días ahí. Le dolía pensar que MacGil, a quien consideraba como un padre, el único padre verdadero que había tenido, pensaba que Thor había tratado de matarlo. Le dolía pensar que Reece, su mejor amigo, podría creer que había tratado de matar a su padre. O todavía peor: Gwendolyn. Pensó en su último encuentro—en cómo pensó ella que él frecuentaba los burdeles—y sintió que todo lo bueno de su vida le había sido arrebatado. Se preguntó por qué le estaba ocurriendo eso. Después de todo, él solamente quería hacer el bien.
Thor no sabía qué sería de él; no le importaba. Lo único que quería era limpiar su nombre, que la gente supiera que él no había intentado matar el rey; que tenía poderes verdaderos, que realmente vio el futuro. No sabía qué sería de él, pero sabía una cosa: tenía que salir de ahí. De alguna manera.
Antes de que Thor pudiera terminar el pensamiento, escuchó pasos, de botas pesadas caminando por los pasillos de piedra; se oyó un tintineo de llaves y momentos más tarde, llegó un carcelero corpulento, el hombre que había arrastrado a Thor hasta ahí y le había dado un puñetazo en la cara. Al verlo, Thor sintió el dolor en su mejilla, tomó conciencia de ello por primera vez, y sintió una repugnancia.
“Vaya, es el pequeño muchacho admirable que trató de matar al rey”; el guardián frunció el ceño, mientras giraba la llave de hierro de la cerradura. Después de varios clics repercutiendo, se acercó y abrió la puerta de la celda. Llevaba grilletes en una mano, y una pequeña hacha colgaba de su cintura.
“Te tocará tu turno”, dijo burlándose de Thor, después se volvió hacia Merek, “pero ahora vas tú, pequeño ladrón. Es la tercera vez”, dijo con una sonrisa maliciosa, ”no hay excepciones”.
Fue tras Merek, lo sujetó con rudeza, le jaló un brazo poniéndolo detrás de su espalda, agarró el grillete, y después sujetó el otro extremo a un gancho en la pared. Merek gritó, tirando violentamente del grillete, tratando de liberarse, pero era inútil. El guardia se puso detrás de él y lo sujetó, le dio un abrazo muy fuerte, tomó su mano libre y la puso en una repisa de piedra.
“Eso te enseñará a no robar”, gruñó.
Se quitó el hacha del cinturón y lo levantó por encima de su cabeza, con la boca bien abierta, enseñando sus feos dientes mientras gruñía.
“¡NO!” Merek gritó.
Thor se sentó ahí, horrorizado, paralizado mientras el guardia bajaba su arma, dirigiéndola a la muñeca de Merek. Thor se dio cuenta de que en segundos, la mano de este pobre muchacho sería cortada, para siempre, solo por sus robos menores por comida, para ayudar a alimentar a su familia. La injusticia ki hizo arder por dentro, y él sabía que no podía permitirlo. No era justo.
Thor sintió que todo su cuerpo se calentaba, y sintió que ardía por dentro, poniéndose de pie y corriendo por sus palmas. Sintió que el tiempo corría más despacio, sintió que se movía más rápido que el hombre, sintió cada instante de cada segundo, mientras el hacha del hombre estaba ahí a mitad del aire. Thor sintió una bola de energía que le quemaba la palma de la mano y la lanzó a su carcelero.
Observó con asombro cómo la esfera amarilla volaba de la palma de su mano hacia el aire, encendiendo la celda oscura, mientras dejaba un rastro—y fue directo a la cara del carcelero. Le cayó en la cabeza, y al hacerlo, tiró su hacha y fue volando a través de la celda, estrellándose en la pared y derrumbándose. Thor salvó a Merek por un segundo antes de que la navaja llegara a su muñeca.
Merek miró a Thor, con los ojos bien abiertos.
El guardia negó con la cabeza y empezó a levantarse, para aprehender a Thor. Pero Thor sintió la fuerza ardiendo a través de él, y mientras el guarda se levantaba y lo enfrentaba, Thor corrió hacia adelante, saltando en el aire y lo pateó en el pecho. Thor sintió un poder que nunca había conocido, corriendo por su cuerpo y escuchó un crujido mientras su patada enviaba al hombre robusto volando por el aire, estrellándose contra la pared, y cayendo en el suelo, esta vez realmente inconsciente.
Merek se quedó ahí, asombrado, y Thor sabía exactamente lo que tenía que hacer. Sujetó el hacha, se apresuró, sostuvo el grillete de Merek contra la piedra y lo rompió. Una gran chispa voló por el aire, mientras la cadena se rompía. Merek se encogió de dolor, después levantó su cabeza y miró a la cadena, colgando de su pie, y se dio cuenta de que estaba libre.
Se quedó mirando a Thor, con la boca abierta.
“No sé cómo agradecerte”, dijo Merek. “No sé cómo hiciste eso, sea lo que sea, o quién eres—o qué eres—pero me salvaste la vida. Te debo una. Y eso es algo que no tomo a la ligera”.
“No me debes nada”, dijo Thor.
“Te equivocas”, dijo Merek, extendiendo las manos y agarrando el antebrazo de Thor. “Ahora eres mi hermano. Y te devolveré el favor. De alguna manera. Algún día”.
Con eso, Merek se dio la vuelta, se apresuró a salir por la celda abierta y corrió hacia el pasillo, ante los gritos de los otros prisioneros.
Thor miró al guardia inconsciente, a la celda abierta y sabía que también tenía que actuar. Los gritos de los prisioneros subían de tono.
Thor salió, miró a ambos lados y decidió correr por el lado contrario a Merek. Después de todo, no podían atraparlos a los dos.
CAPÍTULO TRES
Thor corrió toda la noche, por las caóticas calles de la Corte del Rey, sorprendido por la conmoción que había alrededor. Las calles estaban llenas de gente, la muchedumbre se apresuraba en un revuelo agitado. Muchos llevaban antorchas, iluminando la noche, proyectando sombras escuetas en las caras, mientras las campanas del castillo repicaban incesantemente. Era una campanada débil, sonando a cada minuto y Thor sabía lo que eso significaba: la muerte. Campanadas de muerte. Y solamente había una persona en el reino para quien repicarían las campanas esta noche: para el rey.
El corazón de Thor se aceleró, sintiéndose asombrado. El puñal de su sueño destellaba ante sus ojos. ¿Había sido cierto?
Tenía que saber con seguridad. Estiró la mano y detuvo a un transeúnte, un muchacho que corría en dirección contraria.
“¿A dónde vas?, preguntó Thor. “¿Por qué hay tanta conmoción?”
“¿No te has enterado?”, СКАЧАТЬ