Una Promesa De Gloria . Морган Райс
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Читать онлайн книгу Una Promesa De Gloria - Морган Райс страница 5

СКАЧАТЬ por el bosque en la selva había sido sin incidentes. Thor había sido instruido por Kolk y por Brom para que buscara un pequeño barco anclado en las costas del Tartuvio, ocultado cuidadosamente bajo las ramas de un árbol inmenso que se cernía sobre el mar. Thor siguió sus instrucciones exactamente, y cuando llegaron al perímetro del bosque, vio la embarcación, bien escondida, lista para llevarlos a donde necesitaban ir. Se sintió aliviado.

      Pero entonces vio a seis tropas del Imperio paradas en la arena ante el barco, inspeccionándola. Otro soldado había subido a bordo del barco, atracado parcialmente en la playa, balanceándose en el suave vaivén de las olas. Se suponía que no debería haber nadie ahí.

      Era un golpe de mala suerte. Mientras Thor miraba más allá en el horizonte, vio el contorno distante de lo que parecía ser toda la flota del Imperio, miles de negros buques que enarbolaban las banderas negras del Imperio. Por suerte no navegaban hacia Thor, sino hacia una dirección diferente, hacia la ruta larga y circular, para llevarlos alrededor del Anillo, al lado de McCloud, donde habían traspasado el Cañón. Afortunadamente, su flota estaba absorta con ruta diferente.

      Excepto por una patrulla. Esos seis soldados del Imperio, probablemente exploradores en una misión de rutina, de alguna manera debieron haberse topado con el barco de esta Legión. Fue inoportuno. Si Thor y los otros hubieran llegado a la orilla unos minutos antes, probablemente ya los habrían abordado y sacado. Ahora, tenían un enfrentamiento en sus manos. No podían evitarlo.

      Thor miró hacia arriba y hacia abajo, a la playa, y no vio a otros contingentes de tropas del Imperio. Al menos eso tenían a su favor. Probablemente era una patrulla solitaria.

      "Pensé que el barco iba a estar bien oculto", dijo O'Connor.

      "Al parecer no lo suficiente", comentó Elden.

      Los seis estaban montados en sus caballos, mirando al barco y al grupo de soldados.

      "No tardarán en avisar a otras tropas del Imperio", observó Conven.

      "Y entonces tendremos una guerra total en nuestras manos", añadió Conval.

      Thor sabía que tenían razón. Y no podrían arriesgarse a eso.

      "O'Connor", dijo Thor, "eres el que mejor tino tiene del grupo. Te he visto dar en el blanco a quince metros de distancia. ¿Ver eso en la proa? Tenemos una oportunidad. ¿Puedes hacerlo?".

      O'Connor asintió con la cabeza; con la mirada fija en los soldados del Imperio. Deliberadamente extendió la mano sobre su hombro, levantó su arco, colocó una flecha y la sostuvo, preparado.

      Todos estaban mirando a Thor, y se sintió preparado para liderar.

      "O'Connor, cuando dé la señal, dispara. Después atacaremos a los que están abajo. Todos los demás, usen sus armas de arrojar cuando nos acerquemos. Traten de acercarse lo más que puedan primero".

      Thor hizo señas con la mano, y de repente, O'Connor soltó la cuerda.

      La flecha voló por el aire con un ruido silbante, y fue un tiro perfecto; su punta metálica perforó el corazón del soldado del Imperio. El soldado estaba parado allí, sus ojos se abrieron de par en par por un momento, como si no entendiera lo que estaba ocurriendo; después, repentinamente extendió sus brazos ampliamente y cayó hacia adelante, de bruces, en una zambullida de cabeza, cayendo en la arena con un chapoteo a los pies de sus compañeros, manchando la arena de rojo.

      Thor y los demás fueron al ataque, eran una máquina bien aceitada, sincronizados unos con otros. El sonido de sus caballos galopando los delataron, y los otros seis soldados se volvieron y los enfrentaron. Los soldados montaron sus caballos y fueron al ataque, preparándose para reunirse con ellos al centro.

      Thor y sus hombres todavía tenían la ventaja de la sorpresa. Thor estiró la mano hacia atrás y lanzó una piedra con su honda y golpeó a uno de ellos en la sien, a dieciocho metros de distancia, mientras estaba a punto de montar su caballo. Cayó de éste, muerto, con las riendas todavía en sus manos.

      Cuando ellos se acercaron, Reece lanzó su hacha, Elden su lanza y cada uno de los gemelos sus dagas. Las arenas eran irregulares y los caballos se resbalaban, haciendo que arrojar las armas fuera más difícil de lo habitual. El hacha de Reece encontró su marca, matando a uno de ellos, pero no le pegó  a los demás.

      Quedaban cuatro de ellos. El líder se separó del grupo, yendo directamente hacia Reece, que estaba desarmado; había lanzado su hacha pero no había tenido tiempo para sacar su espada todavía. Reece se preparó, y en el último segundo Krohn saltó hacia adelante, mordió al caballo del soldado en la pierna y el caballo se desplomó, su jinete cayó al suelo, salvándose Reece en el último momento.

      Reece sacó su espada y apuñaló al soldado, matándolo antes de que él pudiera ponerse de pie.

      Así quedaban tres. Uno de ellos vino por Elden con un hacha, balanceando por su cabeza; Elden la bloqueó con su escudo y con el mismo movimiento balanceó su espada y cortó el mango del hacha a la mitad. Elden entonces giró con su escudo y golpeó al atacante en un costado de la cabeza, derribándolo de su caballo.

      Otro soldado tiró un mayal de su cintura e hizo pivotar su larga cadena; el extremo con picos de repente se dirigió hacia O'Connor. Ocurrió muy rápido, y no había tiempo para que O'Connor reaccionara.

      Thor lo anticipó y fue hacia el costado de su amigo, levantando su espada y cortando la cadena del mayal, antes de golpear a O'Connor. Se escuchó el sonido de la espada cortando el hierro, Thor se sorprendió de lo afilada que era su espada nueva. La bola con pinchos salió volando sin causar daño al suelo y se alojó en la arena, salvando la vida de O'Connor. Después, Conval apuñaló al soldado con una lanza, matándolo.

      El último soldado del Imperio vio que estaba en desventaja; con temor en sus ojos, se volvió de repente y se fue, corriendo por la orilla; las huellas de su caballo dejaban profundas marcas en la arena.

      Todos ellos pusieron su mirada en el soldado que se retiraba. Thor lanzó una piedra con su honda, O’Connor tomó su arco y disparó y Reece arrojó una lanza. Pero el soldado cabalgó demasiado erráticamente, el caballo se sumergía en la arena, y todos fallaron.

      Elden sacó su espada y Thor pudo ver que estaba a punto de ir tras él. Thor tendió una mano y le hizo una señal para que se quedara quieto.

      "¡No!", gritó Thor.

      Elden se volvió y le miró.

      "¡Si sobrevive, enviará a otros tras nosotros!", protestó Elden. Thor se dio vuelta y miró al barco y sabía que tomaría un tiempo valioso cazarlo – tiempo que no tenían. "El Imperio vendrá tras nosotros, pase lo que pase", dijo Thor.

      "No tenemos tiempo que perder. Lo más importante ahora es que nos alejemos de aquí. ¡Al barco!".

      Desmontaron mientras llegaban al barco y Thor metió la mano en su silla y comenzó a vaciar todas sus provisiones, mientras los demás hacían lo mismo, cargando las armas y sacos de comida y agua. Nadie sabía cuánto tiempo tomaría el viaje, cuánto tiempo pasaría hasta que volvieran a ver tierra – si volvían a verla alguna vez. Thor también llevó comida para Krohn.

      Lanzaron los sacos por encima de la barandilla del barco; aterrizaron en la cubierta superior con un golpe seco.

      Thor agarró la cuerda gruesa, anudada, que colgaba de un lado; la cuerda áspera que cortaba sus manos y la probó. Colocó a Krohn encima de su hombro, el peso de las dos ponía en prueba a sus músculos y subió СКАЧАТЬ