Encuentro Con Nibiru. Danilo Clementoni
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Название: Encuentro Con Nibiru

Автор: Danilo Clementoni

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Научная фантастика

Серия:

isbn: 9788873047421

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      Â«Â¿La televisión?» preguntó Azakis. Después se volvió hacia Petri y dijo «¿No será, por casualidad, el sistema que hemos utilizado para recibir imágenes y películas mientras viajábamos hacia aquí?»

      Â«Creo que sí, Zak» y mientras lo decía se puso a componer una serie de comandos sobre la consola central. Después de algunos segundos hizo aparecer sobre la pantalla gigante algunas de las secuencias que habían grabado con anterioridad. «¿Estáis hablando de esto?»

      Una multitud de películas de todos los tipos comenzaron a aparecer rápidamente una detrás de otra: anuncios, telediarios, partidos de fútbol e incluso una vieja película en blanco y negro de Humphrey Bogart.

      Â«Â¡Esa es Casablanca!» exclamó con asombro Elisa. «¿Pero de dónde habéis sacado todo eso?»

      Â«Vuestras transmisiones de radio llegan hasta el cosmos» respondió tranquilamente Petri. «Hemos debido trabajar duro sobre nuestro sistema de recepción de señales pero finalmente conseguimos caparlas»

      Â«Gracias a eso» añadió Azakis «conseguimos aprender vuestra lengua»

      Â«E incluso alguna otra realmente más complicada» comentó con tristeza Petri. «Casi me vuelvo loco con todos aquellos dibujitos»

      Â«En fin» interrumpió el coronel «justo de eso estábamos hablando, pero no creo que ni siquiera sea la mejor solución»

      Â«Perdona Jack» intervino Elisa. «¿No crees que deberíamos advertir antes de nada a tus superiores del ELSAD? Realmente, si no he entendido mal, la máxima autoridad de esta organización es el presidente de los Estados Unidos, ¿o me equivoco?»

      Â«Â¿Y tú como sabes todo esto?» objetó con asombro el coronel.

      Â«Qué te crees, incluso yo tengo mis contactos» dijo Elisa mientras apartaba, con aire desganado, un mechón de pelo que descendía sobre la mejilla derecha.

      Â«Â¿También entre vosotros las mujeres se comportan de este modo?» preguntó Jack volviéndose hacia los dos alienígenas que estaban observando la escena un tanto sorprendidos.

      Â«Las mujeres son iguales en todo el universo, querido amigo» replicó sonriente Azakis.

      Â«De todas formas» continuó el coronel después de la arriesgada bromita «creo que tienes razón. Necesitamos una institución seria y con credibilidad para difundir una noticia tan importante e inquietante. Sólo estoy un poco preocupado solamente por las filtraciones externas en las que se han visto envueltos el general Campbell y los dos tipos que nos han agredido. En realidad, el general era mi superior directo pero, por lo que he visto, parece que es un corrupto y un traidor»

      Â«Â¿Así que va a resultar que la llamada de la que hablábamos antes la vamos a tener que hacer realmente?» replicó la doctora.

      Â«Aunque parezca absurdo, quizás sea la única solución»

      New York – Isla de Manhattan

      En una lujosa oficina en el trigésimo noveno piso del imponente rascacielos situado entre la 5ª Avenida y la calle 59 de Manhattan, en Nueva York, un hombre no muy alto, de aspecto elegante y bien cuidado, estaba de frente a una de las cinco grandes ventanas que lo separaban del ambiente exterior. Vestía un traje gris oscuro, seguramente italiano, una vistosa corbata roja y tenía el cabello liso y entrecano peinado hacia atrás. Sus ojos negros y profundos miraban más allá del vidrio, en dirección del magnífico Central Park que comenzaba prácticamente a sus pies y se extendía durante cuatro kilómetros de largo y ochocientos metros de ancho. Representaba una valiosa isla verde, fuente de oxígeno y lugar de ocio para los casi dos millones de habitantes de la isla.

      Â«Señor senador, ¿permiso?» dijo un hombrecillo calvo y con la cara inexpresiva mientras golpeaba tímidamente sobre la elegante puerta de entrada de madera lacada de color oscuro. Al lado, en una pequeña placa dorada había una inscripción en caracteres cursivos “Senador Jonathan Preston”

      Â«Â¿Qué ocurre?» respondió el hombre sin ni siquiera girarse.

      Â«Una video conferencia codificada le espera, señor»

      Â«Ok, la atenderé desde aquí. Cierre la puerta cuando salga»

      El hombre se dirigió lentamente hacia el elegante escritorio oscuro y se sentó sobre la suave butaca de cuero negro. Con un gesto automático puso en su lugar el nudo de la corbata, se colocó el auricular en la oreja derecha y pulsó un pequeño botón de color gris que había debajo de la mesa de trabajo. Una gran pantalla semitransparente, haciendo un ligero silbido, empezó a bajar desde el techo hasta apoyarse suavemente sobre el tablero del escritorio. El hombre rozó suavemente la pantalla y la cara del general Campbell apareció enfrente de él.

      Â«General, observo complacido que ya no se encuentra en la cárcel»

      Â«Senador. ¿Cómo está? Quería, antes de nada, agradecerle la rápida y eficaz operación de rescate»

      Â«Creo que el mérito es de los dos personajes que veo a su espalda»

      El general se volvió instintivamente y vio al gordito junto con su compañero que intentaban que los enfocase la cámara web como habitualmente hace el público que se apiña detrás de un periodista mientras está retransmitiendo en directo. Movió un poco los hombros y continuó hablando «No son unos Einstein pero para ciertos trabajillos son muy eficientes»

      Â«Bien. Cuéntemelo todo. Su informe tendría que haberme llegado hace doce horas»

      Â«Digamos que, últimamente, he estado un poco ocupado» replicó irónicamente el general. «De todos modos, puedo confirmarle que su intuición sobre el trabajo de la doctora Hunter era absolutamente correcta y que, gracias a su descubrimiento, he podido asistir personalmente a un acontecimiento, digamos, cuanto menos, increíble»

      El general hizo una pequeña pausa para, de este modo, aumentar un poco la curiosidad de su interlocutor, después añadió «Senador, no sé cómo ha podido ocurrir, pero el descubrimiento por parte de nuestra doctora de la famosa “caja con el valioso contenido”, ha debido activar, de alguna manera, un sistema que ha traído a nuestro planeta nada menos que…» se paró, consciente de que la frase que estaba a punto de pronunciar sería un poco difícil de digerir, tomó aire, y sin dudarlo, exclamó solemnemente «a una nave alienígena»

      El oficial intentó mantener la mirada fija sobre la pantalla, buscando algún signo de asombro en la cara del senador que, en cambio, ni se inmutó. Se limitó a apoyar el codo sobre el oscuro escritorio mientras se cogía el mentón entre el pulgar y el índice, y empezó a pellizcárselo levemente. Hizo esto durante algunos segundos, después dijo, sencillamente. «Así que han vuelto»

      El general no pudo evitar abrir СКАЧАТЬ