Encuentro Con Nibiru. Danilo Clementoni
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Название: Encuentro Con Nibiru

Автор: Danilo Clementoni

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Научная фантастика

Серия:

isbn: 9788873047421

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СКАЧАТЬ la tienda laboratorio, los dos falsos beduinos que habían intentado robar a los alienígenas el valioso contenido de su nave espacial, habían sido amordazados y atados con fuerza a un barril lleno de carburante. Estaban sentados sobre la tierra, con las espaldas apoyadas en el pesado contenedor metálico, colocados de manera que mirasen en direcciones opuestas. Fuera de la tienda, un ayudante de la doctora estaba de guardia y, de vez en cuando, se asomaba al interior para controlar la situación.

      El más delgado de los dos que, a causa del golpe que había recibido del coronel en el costado tenía, seguramente, un par de costillas rotas, a pesar del dolor que le estaba impidiendo casi respirar, no había dejado ni un momento de mirar alrededor buscando algo que pudiese servirle para liberarse.

      Desde un pequeño agujero en la pared la luz del sol vespertino penetraba tímidamente en el interior de la tienda, dibujando en el aire caliente y polvoriento un sutil rayo luminoso. Aquella especie de espada de luz perfilaba sobre el suelo una pequeña elipse blanca que muy lentamente se movía hacia los dos prisioneros. El tipo delgado estaba siguiendo, casi hipnotizado, el lento avance de aquella mancha blanca cuando un repentino rayo de luz lo devolvió a la realidad. Semienterrado en la arena, a unos cinco metros de él, una cosa metálica reflejó la luz solar directamente hacia su ojo derecho. Movió ligeramente la cabeza e intentó comprender de qué se trataba, sin conseguirlo. Intentó, entonces, alargar una pierna en aquella dirección pero un dolor agudo e intenso en el costado le recordó las condiciones de sus costillas y decidió desistir. Pensó que, de todas formas, no hubiese llegado; intentando hablar a través de la mordaza susurró: “Eh, ¿estás vivo?”

      El compañero gordo no estaba mejor que él. Después de la caída que le había provocado la acción de Petri, sobre su rodilla izquierda había aparecido un enorme hematoma, tenía un bonito chichón sobre la frente, el hombro derecho le dolía a morir y la muñeca derecha estaba hinchada como una pelota.

      Â«Creo que sí» respondió con un hilo de voz, murmurando él también a través de la mordaza.

      Â«Menos mal. Hace ya tiempo que te estoy llamando. Me estaba preocupando»

      Â«Debo de haberme desmayado. Tengo la cabeza como un bombo»

      Â«Debemos escapar de aquí sin que nos vean» dijo con determinación el delgado.

      Â«Â¿Tú cómo estás? ¿Te has roto algo?»

      Â«Creo que tengo alguna costilla fracturada pero me las apañaré»

      Â«Â¿Cómo hemos conseguido que nos pillasen por sorpresa?»

      Â«Olvídate, lo que ha sucedido ha sucedido. Intentemos antes de nada liberarnos. Mira a tu izquierda, allí donde se refleja el rayo de sol»

      Â«No veo nada» replicó el gordo.

      Â«Hay algo sepultado. Parece un objeto metálico. Mira a ver si consigues llegar a él con la pierna»

      El sonido repentino de la cremallera de la tienda que se abría interrumpió la operación. El ayudante de guardia miró al interior. El gordito volvió a fingir que estaba desmayado mientras que el otro quedó absolutamente inmóvil. El hombre dio una ojeada a los dos, controló por encima los atrezos esparcidos en el interior y después, con aire satisfecho, se retiró y cerró la entrada.

      Los dos quedaron durante un momento quietos, luego fue el gordo el que comenzó a hablar. «Ha faltado poco»

      Â«Bueno, ¿la has visto? ¿Llegas a ella?»

      Â«Sí, ahora sí. Espera que lo intente»

      El corpulento y falso beduino comenzó a mover el tronco intentando de esta manera aflojar un poco las cuerdas que lo inmovilizaban, después comenzó a extender todo lo que podía la pierna izquierda en dirección al objeto. Llegaba por los pelos. Con el tacón comenzó a excavar en la tierra hasta que consiguió descubrir una parte del objeto.

      Â«Parece una espátula»

      Â«Debe ser una Trowel Marshalltown. Es el instrumento preferido por los arqueólogos para rascar en la tierra cuando buscan viejas vasijas. ¿Consigues cogerla?»

      Â«No llego»

      Â«Si dejases de atiborrarte con todas esas porquerías quizás conseguirías incluso moverte mejor, un gordinflas es lo que eres»

      Â«Â¿Qué tendrá que ver mi poderoso físico?»

      Â«Muévete, poderoso físico, intenta recuperar esa espátula sino ya conseguirá la cárcel hacerte adelgazar»

      Imágenes de comida aplastada, sosa y maloliente aparecieron de repente ante los ojos del gordito. Aquella terrible visión hizo que se manifestase en él una fuerza que no pensaba que tuviese. Enarcó lo más que pudo la espalda. Un dolor lacerante partió desde el hombro dolorido y llegó hasta el cerebro, pero no hizo caso. Con un decidido golpe de riñones consiguió llevar el talón más allá de la espátula y, plegando rápidamente la pierna, la lanzó hacia si.

      Â«Lo conseguí» gritó desde detrás de la mordaza.

      Â«Â¿No puedes estar callado, imbécil? ¿A qué vienen esos gritos? ¿Quieres que vuelvan a entrar esos dos energúmenos y que nos pongan a caldo?»

      Â«Perdona» respondió sumiso el gordo. «Conseguí cogerla»

      Â«Â¿Has visto cómo, si te empeñas, incluso tú puedes hacer las cosas bien? Tendría que estar afilada. A ver si consigues cortar estas malditas cuerdas»

      Con la mano buena el tipo gordo cogió la espátula por el mango y comenzó a frotar la parte más afilada sobre la cuerda que estaba detrás de su espalda.

      Â«Imaginemos que nos liberamos» dijo en voz baja el gordito «¿Cómo conseguiremos escapar sin que nos vean? El campamento está lleno de gente y todavía es de día. Espero que tengas un plan»

      Â«Pues claro que lo tengo. ¿No soy yo el genio de este equipo?» exclamó orgulloso el flaco. «Mientras tú estabas durmiendo cómodamente la siesta yo he analizado la situación y creo que he encontrado la manera de escapar.»

      Â«Soy todo oídos» replicó el otro mientras continuaba a restregar la cuerda con la espátula.

      Â«El tipo que está de guardia se deja ver aproximadamente cada diez minutos y esta tienda es la que está más alejada en la parte este del campamento»

      Â«Â¿Y entonces?»

      Â«Â¿Cómo se me ocurrió cogerte como socio para este trabajo? Tienes la fantasía y la inteligencia de una ameba, y esperemos que las amebas no se ofendan por esta comparación»

      Â«La verdad es que» replicó un poco mosqueado el gordito «he sido yo quien te ha elegido, ya que el trabajo me lo habían encargado a mí»

      Â«Â¿Has СКАЧАТЬ