Название: La fuerza de la esperanza
Автор: Lázaro Albar Marín
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
Серия: Mambré
isbn: 9788428561853
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3. Dios escucha el clamor de los pobres
El Dios de Israel vio la opresión de su Pueblo, oyó sus gritos y bajó a liberarlo (cf Éx 3). Los profetas declararon aberrante la religión que antepone el culto ritualista a la justicia con los pobres: «El ayuno que yo quiero es este –oráculo del Señor–: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir tu pan con los hambrientos, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo y no cerrarte tu corazón a tu propia carne. Entonces romperá tu luz, sobre la aurora, enseguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor» (Is 58,6-8).
Los pobres son aquellos que carecen de recursos para subsistir, pero, sobre todo, son los que sufren la carga que supone mantener la riqueza y, en ocasiones, el lujo de otros. Es lo que denuncian los profetas, por eso –en nombre de Dios– se ponen a favor del pobre. Todo bautizado es profeta, participamos del profetismo de Cristo, para anunciar lo que es de Dios y denunciar lo que va en contra del proyecto de Dios.
Pero es sobre todo Dios quien opta, en primer lugar, por los pobres: «ciertamente nunca faltarán pobres en este país; por esto te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra» (Dt 15,11)[15].
El hacer de Dios es la liberación de los que sufren. Por lo tanto, se relaciona con Dios y conoce a Dios el que se entrega a la tarea de Dios, que es la liberación de los pobres y de los que sufren la esclavitud. Hay tantos tipos de pobreza y de sufrimiento. Tú puedes dejar que tus manos sean las de Jesús, para estrechárselas a todos aquellos que están necesitados de un poco de solidaridad, de generosidad y de esperanza. Una mirada limpia sabe reconocer el grito de Jesús en los pobres, en los pecadores, en los desvalidos, en los marginados y excluidos. El papa Francisco dice que quiere una Iglesia pobre para los pobres, y añade: «Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también en ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos»[16].
4. La buena noticia del Padre para los pobres es el Hijo
El Padre nos ha dicho lo que quiere de nosotros a través de su Hijo. Por la Encarnación, el amor universal de Dios se hace misericordia entrañable, camino samaritano y cercanía sanadora, como dicen las Escrituras:
– Misericordia entrañable: «Su padre le vio de lejos y se entristeció; salió corriendo, se le echó al cuello y lo cubrió de besos» (Lc 15,20). Cada vez que nos sentimos pobres, pecadores, y experimentamos la misericordia infinita de Dios en el sacramento de la reconciliación nos llenamos de paz y de esperanza.
– Camino samaritano: «Un samaritano, que iba de viaje, llegó a donde estaba el hombre y, al verlo, le dio lástima; se acercó a él y le vendó las heridas echándoles aceite y vino; luego lo montó en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó» (Lc 10,33-34). Jesús es el buen samaritano que sale a nuestro encuentro para curarnos las heridas, cuidarnos y amarnos, a fin de que nosotros hagamos lo mismo con todos los que están tirados en la cuenta de la vida.
– Cercanía sanadora: «Él la cogió de la mano y la llamó diciendo: “Niña, ponte en pie”. Le volvió el aliento y se levantó al instante; él mandó que le dieran de comer» (Lc 8,54-55; cf 8,44). Sentir la cercanía de Jesús en nuestra vida es siempre una experiencia sanadora. Constantemente él nos está sanando con su presencia y cercanía, basta que le abras el corazón. Hay tanta gente que se encuentra como muerta, con el alma seca, y Jesús a través de ti hace posible el milagro de poner la vida donde no la hay. Basta que tú lo desees y cuentes con él.
El Señor acoge a los pecadores (Lc 5,20), se sienta a la mesa con los marginados (Lc 5,30), se hospeda en sus casas (Lc 19,1-10), busca lo que estaba perdido (Lc 15,1-7), sana las dolencias de los excluidos (Lc 8,26-39), y preside una nueva fraternidad donde los pobres son los primeros y los preferidos (Lc 13,15-24). Su predicación se torna con frecuencia en denuncia para los instalados y en buena noticia para los desechados.
En los ambientes progresistas se habla de que tenemos que optar por los pobres. Pero esto es una afirmación superficial. Tenemos que optar por todos como Jesús optó por todos. La diferencia es que Jesús optó por todos desde los pobres. Es por lo que desde la situación de los pobres y marginados es como mejor podemos comprender a Dios, los designios de Dios, la voluntad de Dios. Jesús dijo que Dios se revela a los pobres y a la gente sencilla, mientras que se oculta a los entendidos y bien situados (Mt 11,25).
Nuestro modelo de pobreza es Jesús, quien siendo dueño de las riquezas por ser el Creador de todas las cosas, nace pobre, vive pobre y muere pobre. No podemos olvidar las palabras del apóstol Pablo: «Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza» (2Cor 8,9).
El gran escándalo del cristianismo es que a los pobres no les llegue el Evangelio; en otras palabras, que en ambientes cristianos no haya gozo para los pobres, sino tal vez humillación, marginación, explotación o, simplemente, descuido y olvido.
Habrá cristianismo y habrá evangelización en el mundo en la medida en que los pobres vivan la Buena Noticia de liberación, pues así lo anunció Jesús en la sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva» (Lc 4,18).
5. Llevar el Evangelio a los pobres
El mismo Espíritu que ungió a Jesús para enviarlo a anunciar el Evangelio a los pobres conduce ahora a sus discípulos hacia la misión de continuar la obra salvadora hacia los más abandonados. Asumiendo la pobreza de Jesús los discípulos tienen una total disponibilidad al soplo del Espíritu. Si por el bautismo fuimos ungidos, hoy los discípulos del Señor deben sentirse ungidos, consagrados, para llevar la buena noticia del Evangelio a los pobres. Es algo que siempre me ha llamado la atención, en nuestras Cáritas se ha atendido a los pobres, se les ha gestionado sus papeles, se les ha dado comida, se les ha pagado facturas, pero no se les ha evangelizado. Estamos viviendo una renovación de la Iglesia a la que nos está invitando el papa Francisco y entre otras cosas está el llevar el Evangelio a los pobres: «La peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría de los pobres tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración de la fe»[17].
La opción por el pobre es condición absoluta del seguimiento, si queremos escuchar la voz de Jesús: «Venid, benditos de mi Padre... cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,34-40). Más que exigencia, la opción por los pobres es expresión de la coherencia de quien participa de la vida y misión del Señor.
Es el Espíritu Santo quien suscita el carisma de la caridad en el discípulo, reconociendo la presencia de Jesús en el pobre. Es el Espíritu Santo quien nos ilumina para ver más allá de la pobreza material:
«Tuve hambre». Hay tanta hambre de pan, de trabajo, de tener lo indispensable para vivir. Hay tanta hambre de Dios, de felicidad, de fraternidad. Tú Señor eres quien puede saciar el hambre de toda la humanidad.
«Tuve sed». Hay tanta sed de agua, de justicia, de amor, de perdón, de paz. Hay tanta sed de que Dios reine en СКАЧАТЬ