Los números de los valores en dos Perúes. Franklin Ibáñez B.
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Название: Los números de los valores en dos Perúes

Автор: Franklin Ibáñez B.

Издательство: Bookwire

Жанр: Социология

Серия:

isbn: 9789972574887

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СКАЧАТЬ et al., 2015), quienes a su vez se inspiraron en el nobel de Economía Amartya Sen. En realidad, como es común en varios estudios, se realizó una adaptación de la metodología según los datos disponibles. La pobreza multidimensional, como la entendemos y medimos en este libro, está constituida por tres elementos: salud o asistencia sanitaria, educación y calidad de vida –esta última referida a las condiciones de vivienda–. En Mateu et al. (2020a) explicamos el modo en que se calculó el Índice de Pobreza Multidimensional. Solo cabe añadir que esta visión, consideramos nosotros, es más rica que aquella unidimensional y tradicional, pues abarca dimensiones fundamentales para la vida y centra la atención en las privaciones que afectan a las personas.

      De todos modos, conviene advertir que en algunas partes del libro –como también sucedió con el primer volumen– se utiliza la visión de la pobreza unidimensional y monetaria más tradicional. Sucede que las poblaciones objeto de estudio las constituyen muestras de jefes de hogares de los distritos más pobres y ricos del país. Estos 10 distritos fueron identificados a partir de una escala de pobreza monetaria (INEI, 2015). No existe para el Perú un mapa o ranking semejante desde la pobreza multidimensional. Por tal razón, nos vimos obligados a recurrir a la visión clásica. En el anexo metodológico de este libro, realizaremos la explicación del cálculo del Índice de la Pobreza Multidimensional basado en la encuesta especialmente aplicada.

      Los problemas de definición de los valores

      Corresponde, ahora sí, abocarnos al otro concepto principal no desarrollado en el primer volumen: los valores. El siglo XX se puede considerar el siglo de los valores. Se les ha prestado gran atención especialmente para asuntos educativos. Se cree que los valores podrían solucionar todos los problemas de la convivencia gracias a una robusta campaña. La educación en valores forjará seres humanos solidarios, generosos, honestos, veraces, etc., lo cual, a su vez, significaría un antídoto contra la indiferencia, la corrupción, la agresividad, la violencia y otros males que aquejan a la sociedad (Aaron, Mann, & Taylor, 1993).

      Los valores son claves para la enseñanza de la ética y tienen una función insustituible. Sin embargo, van más allá de la moral e incluyen otros espacios de valoración, como lo estético o incluso lo económico. Frecuentemente se piensa en los valores como realidades ya dadas y obvias, pero se descuida ahondar más en ellos. Se asume que todos entienden o saben implícitamente que se refieren a entidades abstractas. Luego, no se ponen en cuestión. ¿Qué es un valor? ¿Qué hace que un valor sea tal? ¿Existe alguna jerarquía entre ellos? ¿Son algunos más importantes o imprescindibles que otros? ¿Para qué sirven o cuáles serían sus límites? Estas son algunas de las preguntas cuyo abordaje es importante. Sin embargo, para el sentido común y buena parte de las ciencias sociales es más fácil responder las últimas preguntas que las primeras –que, más bien, corresponderían a la axiología o una teoría de valor–. Debe comenzarse por allí: ¿qué son y/o para qué sirven los valores?

      A lo largo de la historia humana, no han faltado alusiones a ideales morales con sentido limitado y de uso amplio, como aquellos ya mencionados u otros como libertad, igualdad y fraternidad, por hacer eco del lema de los revolucionarios franceses. Sin embargo, preguntarse por la naturaleza de los valores en sentido estricto es una cuestión de un par de siglos (Valcárcel, 2002). Por un lado, tal vez por herencia religiosa, algunos pueden asumir fácilmente que los valores son universales, eternos, casi de naturaleza divina. Si Dios es creador de lo bueno, lo bello o lo justo, es obvio que esto debería ser universal, es decir, válido en cualquier tiempo y lugar. Esta posición se puede catalogar de realista. Un antecedente en un sentido muy amplio se podría hallar en la teoría de las ideas que postulaba Platón en sus diálogos del siglo IV a. C. El célebre filósofo ateniense dedicó textos al bien, la justicia, el deber, la belleza, la valentía y otras ideas que una persona contemporánea podría equiparar con lo que hoy se suele denominar valor. Sin embargo, en sentido estricto él no hablaba de valores, aunque pareciera estar de acuerdo con las categorías comunes actuales. Es preciso decir que son, más bien, algunas corrientes realistas del siglo XIX las que comprendieron los valores como entidades abstractas trascendentales casi con vida propia. Valcárcel señala como ejemplo a Windelband y sus Preludios filosóficos originalmente publicados en 1884 (1949). Por otro lado, otro de los primeros y célebres pensadores que centraron su atención sistemáticamente sobre los valores fue Nietzsche. Él sostiene una posición más bien historicista, relativista o contextualista en textos como Más allá del bien y del mal o La genealogía de la moral, publicados originalmente en 1886 (1997b) y 1887 (1997a), es decir, casi coetáneos a la obra de Windelband. En ellos, señala que los valores son invenciones sociales. El ser humano, por su propia naturaleza, crea valores sin darse cuenta; luego los proyecta como si fueran entes abstractos con estatuto ontológico o vida propia. Posteriormente, pareciera que estos han cobrado vida propia. Así, el ser humano se ha vuelto inconscientemente presa de sus creaciones. En el siglo XX, las teorías de valor quisieron superar el impase entre realistas e historicistas. Se generó bastante atención y producción. Uno de los autores centrales en el debate fue Max Scheler (2001).

      La cuestión sobre la naturaleza de los valores es hasta hoy bastante espinosa. Pese a la gran difusión del término «valor» y sus usos en diversos campos en el siglo XX, no se concluyó con una buena sistematización que resolviera la paradoja sobre la naturaleza de los valores –¿universales o temporales?– o su jerarquía –¿son algunos más importantes que otros?–. Sentencia Valcárcel: «las teorías de valor se colapsaron: habían abarcado demasiado, […] habían logrado, en fin, un implante difuso de su terminología en el lenguaje cotidiano enorme mientras que su núcleo se fragilizaba velozmente. Murieron de éxito» (2002, p. 419). Y añade: «por ahora existe la estrategia que podríamos llamar “avanzar por exhauciones”. Es decir, analizar por separado cada valor, la libertad, la paz, la igualdad, la fidelidad […] intentando no nombrar sus mayores, el bien y el mal» (2002, p. 426). En suma, el sentido común los asume como evidentes, aunque tiene problemas para definir lo que son.

      Los valores según su función social

      Dados los problemas de fundamentación y definición de los valores, en el presente libro se continúa con la estrategia más común al respecto. Se asume que las personas entienden intuitivamente qué son los valores; luego, poseen y priorizan algunos para guiar su acción. Además, existe mayor consenso sobre su función, «para qué sirven» o «qué hacen», pero no sobre su definición, «qué son». Los valores hacen que las cosas se vuelvan valiosas. Les otorgan sentido o importancia, las fortalecen, las vuelven apreciables. De hecho, el sentido del término «valor» proviene etimológicamente del verbo latino valere, «ser fuerte» –semejante a ser valiente–. Por lo anterior, se puede decir que los valores permiten jerarquizar entre objetos, acciones, decisiones, entre otros. Este enfoque, que se centra en la funcionalidad de los valores, permite importantes aplicaciones en las ciencias sociales, la psicología y las políticas educativas, entre otros campos.

      Para comprender cómo funcionan los valores, se puede recurrir a las siguientes imágenes. Quien adquiere un celular, y no otro, lo hace porque el modelo elegido posee propiedades que el comprador considera valiosas; por ejemplo, es más resistente, portátil, veloz. Es posible reinterpretar el hecho desde los valores: el usuario está ponderando la resistencia, la portabilidad, la velocidad, aunque no siempre sea consciente de que estos valores sean importantes para él. El considerar valiosas tales características le permite elegir entre uno u otro modelo. Lo mismo sucede para calificar acciones. Un peatón observa que cerca de él un adulto mayor ha resbalado en la calle y no puede levantarse por sus propios medios. Si el observador decide continuar su camino en vez de ayudar, probablemente será juzgado por otros espectadores como indiferente o egoísta. Los valores permiten calificar, aprobar o desaprobar acciones desde la perspectiva de otros, pero incluso la de uno mismo, esto es, los valores ofrecen un punto de juicio que se puede encarnar tanto en otros como en uno mismo. No es infrecuente el juzgar nuestras propias conductas. El observador inicial puede razonar así: «si el caído fuese un familiar mío o yo mismo, ¿me gustaría que un transeúnte pase de largo o que se detenga para socorrer al necesitado?». El argumento demuestra que el valor СКАЧАТЬ