Название: Incursiones ontológicas VII
Автор: Varios autores
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9789566131342
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Aunque son palabras muy similares, cada una de ellas entrega una particular mirada de la descripción dada para el ser humano, por lo tanto, la Identidad es, para Laing (1961), “El sentido que un individuo da a sus actos, percepciones, motivos e intenciones”, es aquello por lo que uno siente que es “Él mismo”, en este lugar y en este tiempo, tal como en aquel tiempo y en aquel lugar pasados o futuros: es aquello por lo cual se es identificado”. En esta definición ya se comienza a esbozar la identidad del ser individual y como los sistemas generan identidades colectivas, que a su vez aportan características de identidad individuales a cada ser partícipe dentro del sistema pero que permean al ser en su unidad tanto en el presente como en su futuro.
Por otro lado, dice Frankl (1962) “La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria no una “racionalización secundaria” de sus impulsos instintivos”, somos seres únicos en el mundo pertenecientes a diferentes sistemas sociales, construyendo características singulares de personalidad, de ser humanos, generando así una figura única, especial, pero que a su vez resuena o se repela con los demás seres que hacen parte del sistema.
Aquí inicia el complemento de esta definición, describiendo esa identidad desde la autenticidad con la que se crean los rasgos del ser, la singularidad y particularidad con las que cada uno de nosotros somos únicos, especiales, hermosos, inquietos, imperfectos, en constante creación.
Teniendo ya un primer esbozo del camino a donde dirigir el espacio de entendimiento de mi Yo, de ese Yo que eche de menos por mucho tiempo y que estuvo escondido detrás de muchas máscaras defensivas que se fueron creando en el transcurso del tiempo, es muy importante, antes de precisar el camino tomado, cómo otros autores y desde otras perspectivas, han podido precisar de diferentes maneras modelos o construcciones coherentes de identidad.
Roberto González y Jorge Manzi de la universidad de la Pontificia en su artículo llamado “Identidad Social y Emociones Intergrupales: Antecedentes de las Actitudes de Perdón y Reparación Política en Chile” (Roberto González y Jorge Manzi, 2013), dan a conocer el siguiente modelo conceptual:
Figura 3. Modelo conceptual de la identidad común y endogrupal como predictoras del perdón y la reparación: el rol mediador de las emociones intergrupales. Los signos positivos y negativos corresponden, respectivamente, a una relación significativa directa o inversa entre las dimensiones del modelo. ” (Roberto González y Jorge Manzi, 2013)
Se estarán preguntando, ¿y qué tiene que ver este modelo con lo que se ha venido construyendo de la identidad?, ¿cuál es la relación a hacer entre el ser visto y el modelo presentado? ¿Si este modelo fue diseñado para conocer la identidad social de la población chilena frente los constantes conflictos sociales que ha vivido en la historia, cómo se puede entender una forma de no ser visto por parte del mundo partiendo de la colectividad? Pues debo decirles que este diagrama estructura muy bien el camino de resignificar el ser visible a la vida y termina de redondear lo construido hasta ahora. En esa búsqueda de identidad están inmersas diversas emociones y sentimientos que orientan el desarrollo del ser; en mi caso, una gran y reconocida rabia aprendida y estructurada, un escasa empatía desarrollada, una confianza transgredida, una culpa creciente y una vergüenza reconocida hacían parte de un espacio de perdón o reparación, además de una muestra de existencia, visibilidad, más que acciones de reparación, se convirtieron en formas de ser visto, de estar presente.
Al revisar el modelo mencionado, donde existe la identidad particular y la grupal, continúo dando forma a lo mencionado anteriormente, nuestra forma de ser frente al mundo es permeada por los diferentes sistemas a los que pertenecemos, lo mencioné en el escrito de la dignidad con mucha especificidad y en todo el recorrido de este camino de mostrar mi historia con mi grieta, esos dos espacios crean nuestra forma de ser, que en mi caso, se vio impactada por los diversos sistemas en los que me movía, mi casa, compuesta por un papa amoroso, y entregado a su hogar, poco tolerante, pero colaborador, con la fuerza necesaria para sacar adelante lo que tuviera que hacer, pero con los rezagos en su ser de una formación violenta y poco conciliadora en los pocos años que vivió en su hogar, una madre trabajadora, intelectual, formada desde muy pequeña para la excelencia, una mujer que creció lejos de su hogar dada la necesidad de sus padres de entregarle la mejor educación posible, creció como referente familiar y su nivel de exigencia ante el mundo hace que todo lo que se ejecute se realice de la mejor manera, y mi hermana, una mujer con un carácter fuerte, de “armas tomar”, como decimos en mi país, una persona vigorosa, enérgica, trabajadora, independiente y con un alto estándar de criticidad que quizás pueda llegar a la no aceptación total de lo que suceda a su alrededor. Así que, si empiezo a esbozar mi grieta, desde mi formación en mi primer sistema de vida, se puede encontrar que los niveles de exigencia eran altos, los estándares para ser, vivir y hacer parte, tenían un límite muy alto, tan alto que muchas veces no era suficiente y tocaba dar más y más y más, pero ¿Para qué había que hacerlo? ¿No bastaba con hacer las cosas adecuadamente? ¿Qué implicaba tener que hacer las cosas para destacar? Cada vez que tenía que mostrar resultados, comenzaba a aparecer una frustración grande, dado que me indicaban mis padres que se podía hacer mejor, era comparado por cómo lo hacían otros, permitiendo iniciar un pequeño resentimiento frente a quien era “mejor que yo”, o simplemente había algo que faltaba; así comenzaban a gestarse, desde muy pequeño en mí una tristeza que me acompañaba con una figura de víctima, que permitía que en primera instancia fuera visto, pero con tanta presión de por medio hacía que la rabia fuera esa emoción que acompañara la respuesta a dar, aparecía un victimario ofendiendo, mostrándose desde el fuego, haciendo juicios de valor entre justicia o injusticia por lo sucedido e iniciaba el camino a aislarme, a un espacio para maquinar como volver el ruedo, tomar las herramientas necesarias y volver a aparecer para ser visto de alguna manera.
El sistema familiar primario fue uno solo de los sistemas con los cuales empecé a configurar esa enredada, pero consistente conducta que me motivaba a estar presente y vigente frente al mundo; ya no era una opción aparecer, era una necesidad. En mis sistemas educativos, tanto el colegio como en la universidad, me encontré con espacios de liviandad, de soltar lo que hacía que existiera una víctima o un victimario, que permitían que ese ser volara y apareciera de otra manera, y como un mal presagio del destino, después de haber sufrido mucho los vicios de mi padre, encontré en el alcohol, las mujeres las fiestas, todas las sustancias y espacios prohibidos, una contribución a una nueva parte de identidad que me elevó a ser más visible que nunca; el alcohol en mi primer lugar de vida, en las familias de cada uno de mis padres y en el círculo de amistades, abrió un espacio para notarme, y con esa excelente capacidad de racionalizar las cosas, encontrar detalles que me permitieran analizar las situaciones, el nunca rendirme. porque siempre había más, más la fuerza y persistencia que fueron entregadas en casa, logré ser más notable que nunca, pero y ¿cuál era el precio asociado que estaba dispuesto a pagar de esta forma de ser visto?, ¿era el camino a seguir el que se estaba tomando para hacerme notar?, ¿para qué llegaba a extremos, como los mencionados, para ser visto, siendo que, en mi singularidad y particularidad era un ser maravilloso?
Responder estas preguntas hoy ya no cobraría sentido, dado que fueron las herramientas usadas allá en ese momento, pero si es relevante levantar las inquietudes, dado que elevan la mirada a entender que la consecuencia de la rabia o tristeza que aparecían en mí, junto a la resignación o prepotencia de estancarme o ir más adelante, eran las características, el borde de la grieta que definitivamente, como lo menciona el modelo conceptual de la figura 3, debía reconocer, aceptar, perdonar y reparar, el gran camino a permitirme ser visto hoy sin vergüenza ni culpa, era aceptar con compasión, humildad y amor propio que el camino recorrido había sido consecuencia de mi formación personal, grupal y familiar que cada uno de los sistemas me había entregado pero que hoy podía resignificar de una manera adecuada. “El hecho es que mientras más nos alejamos de las emociones СКАЧАТЬ