El desafío de la cultura moderna: Música, educación y escena en la Valencia republicana 1931-1939. AAVV
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СКАЧАТЬ a aquellos alumnos alistados en el ejército republicano o que prestasen servicios en el frente o la retaguardia, para que pudiesen presentarse a cursillos extraordinarios, pruebas de suficiencia y pruebas de fin de carrera de diversos distritos en Valencia. La propuesta la hizo la FUE en octubre «por el deseo de utilizar para la causa de la República el mayor personal posible». A finales de ese mes, las facultades de Medicina y Ciencias, las más activas en estos años y las que mejores servicios prestaron a la situación bélica, por el carácter profesional (la clínica y el laboratorio) de sus especialidades, presentaron proyectos de cursillos para estudiantes que estaban movilizados (AUV, Junta de Gobierno, 5 de octubre de 1936 y 29 de octubre de 1936). Pronto se firmaron los decretos de 18 de noviembre de 1936 y 25 de enero de 1937, que regulaban los cursillos, y además se prepararon conferencias.

      A estos cursillos se añadieron los estudios de idiomas, reabriéndose el Instituto de Idiomas de la Universidad desde enero de 1937, bajo la dirección del profesor de Letras Dr. Gonzalvo, añadiéndose, en esta ocasión, a los cursos de francés, alemán, inglés, portugués, italiano y ruso, el de valenciano por vez primera, con estudios de lengua, literatura y cultura valenciana (AUV, Junta de Gobierno, 22 de enero de 1937). Se remodeló también en ese momento, a propuesta de la FUE de Magisterio, el Seminario de Pedagogía, dedicado a la formación continua del profesorado de primaria para «organizarlo y orientarlo con arreglo al nuevo espíritu social» (contaba, cuando empezó la guerra, con 350 maestros como alumnos que acudían a seminarios en verano, distribuidos en tres cursos). Los estudiantes que se hicieron cargo de este seminario entendían que la nueva pedagogía debía «sembrar» en el niño «la semilla» de unas nuevas ideas que los socializaran y «forjaran» hombres nuevos para una revolución popular que estaba en marcha.

      El nacionalsocialismo alemán ha fundado su doctrina –si se puede llamar doctrina sin ironía– en la superioridad de la raza germánica, rubia, dolicocéfala, sobre las otras razas. Esta raza superior estaría destinada a dominar el mundo, porque es más pura, más noble, más fuerte, más capaz que todas las demás razas. Esta seudodoctrina ha servido a los nacionalsocialistas para perseguir, robar, encarcelar, torturar y matar a los judíos que vivían en Alemania y a algunos cientos de miles de alemanes puros, Arios, que, a pesar de las ventajas evidentes que les proporcionaba, no estaban conformes con esta doctrina de la raza superior… La dificultad esencial del problema estriba en que la palabra Ario, que representa un concepto esencialmente lingüístico, ha sido empleada por los «nazis» para indicar un concepto racial (Anales, 1937, 3: 49).

      Contrastaban con estos cursos y conferencias los que se organizaron en las universidades de la zona franquista, cuyo objetivo era propagar el discurso ideológico del Nuevo Estado, descalificar la obra republicana, alabar las excelencias de la España eterna y sobre todo justificar la sublevación militar.

      Pero la guerra se alargaba y las autoridades republicanas, al acercarse el momento de iniciar el curso 1937-38, acordaron reabrir, al margen de los cursillos especiales, el sistema ordinario de cursos (Gaceta, 3-9-1937), aunque adaptándolos a los requisitos que imponía la guerra y recuperando algunas de las propuestas de las reformas universitarias republicanas desarrolladas en la Universidad Autónoma de Barcelona o en la Facultad de Letras de Madrid. Estas novedades eran esencialmente dos: darle a la enseñanza un carácter más práctico y hacer exámenes por grupos de materias y ante tribunales. Se buscaba cualificar especialistas con rapidez, sin duda, y a su vez seguir innovando el sistema docente universitario dándole el carácter práctico de seminario y laboratorio que venían planteando los institucionistas desde principios de siglo. Así pues, se dispuso la apertura de las universidades de Barcelona, Valencia y Madrid, con novedades tan significativas como transformar la Facultad de Derecho e incluir nuevos estudios como a continuación comentaremos.

      El plan de estudios de Medicina, la otra novedad, organizaba la licenciatura, como había hecho Villalobos, en tres periodos, pero ahora –siguiendo el modelo de Medicina de Barcelona– se añadían muchas clases prácticas; cada asignatura tenía sus «trabajos prácticos» o sus clínicas. El primer periodo era un semestre preparatorio, donde se estudiaban Biología, Química, Física y Matemáticas. El segundo, llamado fundamental, duraba cinco semestres y se estudiaban las materias básicas de la medicina (Anatomía, Histología, Fisiología, Anatomía patológica, etc.). El tercero, el clínico, constaba de seis semestres, y en él se impartían las materias médicas con su clínica. Los exámenes, en fin, se organizaban por bloques: uno al final del preparatorio y otros –agrupando materias– se distribuían a lo largo de la carrera, para, finalmente, hacer una reválida de carácter clínico en hospital. Paradójicamente, el desarrollo de la reforma universitaria, tan esperada desde 1931, tomaba cuerpo en plena guerra, cuando era difícilmente aplicable.

      Los estudios de Letras y Ciencias también se estructuraban en seis semestres (dos preparatorios, dos intermedios y dos de nivel superior), aunque no había novedades significativas en la organización y las materias. El de Ciencias, preparado por profesores de Madrid, Salamanca y Valencia, daba importancia al laboratorio. Ambos mantuvieron las secciones.