Название: El desafío de la cultura moderna: Música, educación y escena en la Valencia republicana 1931-1939
Автор: AAVV
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Nexus
isbn: 9788491346036
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Hubo cursos de carácter general –para alumnos a los que les quedasen tres asignaturas para finalizar la carrera–, y otros de habilitación profesional, con una duración de dos, tres o seis meses, dándose permisos a los soldados con este fin. El énfasis se puso en los estudios que habilitaban provisionalmente para ejercer como «médicos de campaña» a estudiantes de medicina que tenían casi toda la carrera aprobada, y como «practicantes de campaña» a aquellos otros de esta facultad que tuviesen determinadas asignaturas aprobadas. Fueron 251 estudiantes de medicina los que siguieron estos cursos (AUV, Registro oficial 1936-37, Medicina),2 que se repitieron –a petición de los estudiantes de la FUE de Medicina– durante toda la guerra. En las demás facultades, los estudiantes fueron muy escasos: en Derecho constan 44, de los que 35 superaron los cursillos, y en Ciencias y Letras, aunque hubo alumnos, se desconoce el número. La procedencia, si atendemos a los datos de Medicina, se diversificó: la mitad eran valencianos y los demás del resto de España, mayoritariamente de la zona republicana.
A estos cursillos se añadieron los estudios de idiomas, reabriéndose el Instituto de Idiomas de la Universidad desde enero de 1937, bajo la dirección del profesor de Letras Dr. Gonzalvo, añadiéndose, en esta ocasión, a los cursos de francés, alemán, inglés, portugués, italiano y ruso, el de valenciano por vez primera, con estudios de lengua, literatura y cultura valenciana (AUV, Junta de Gobierno, 22 de enero de 1937). Se remodeló también en ese momento, a propuesta de la FUE de Magisterio, el Seminario de Pedagogía, dedicado a la formación continua del profesorado de primaria para «organizarlo y orientarlo con arreglo al nuevo espíritu social» (contaba, cuando empezó la guerra, con 350 maestros como alumnos que acudían a seminarios en verano, distribuidos en tres cursos). Los estudiantes que se hicieron cargo de este seminario entendían que la nueva pedagogía debía «sembrar» en el niño «la semilla» de unas nuevas ideas que los socializaran y «forjaran» hombres nuevos para una revolución popular que estaba en marcha.
También en enero de 1937 se reorganizó la Cátedra Luis Vives y la revista Anales de la Universidad de Valencia, que pronto publicó 3 tomos que, al modo como la revista Madrid antes citada, mostraba la actividad de los profesores universitarios. Publicó conferencias sobre diversos temas y profesores.3 Nos interesa mostrar una pincelada del texto de Julián Bonfante sobre La cuestión de los arios:
El nacionalsocialismo alemán ha fundado su doctrina –si se puede llamar doctrina sin ironía– en la superioridad de la raza germánica, rubia, dolicocéfala, sobre las otras razas. Esta raza superior estaría destinada a dominar el mundo, porque es más pura, más noble, más fuerte, más capaz que todas las demás razas. Esta seudodoctrina ha servido a los nacionalsocialistas para perseguir, robar, encarcelar, torturar y matar a los judíos que vivían en Alemania y a algunos cientos de miles de alemanes puros, Arios, que, a pesar de las ventajas evidentes que les proporcionaba, no estaban conformes con esta doctrina de la raza superior… La dificultad esencial del problema estriba en que la palabra Ario, que representa un concepto esencialmente lingüístico, ha sido empleada por los «nazis» para indicar un concepto racial (Anales, 1937, 3: 49).
Contrastaban con estos cursos y conferencias los que se organizaron en las universidades de la zona franquista, cuyo objetivo era propagar el discurso ideológico del Nuevo Estado, descalificar la obra republicana, alabar las excelencias de la España eterna y sobre todo justificar la sublevación militar.
Pero la guerra se alargaba y las autoridades republicanas, al acercarse el momento de iniciar el curso 1937-38, acordaron reabrir, al margen de los cursillos especiales, el sistema ordinario de cursos (Gaceta, 3-9-1937), aunque adaptándolos a los requisitos que imponía la guerra y recuperando algunas de las propuestas de las reformas universitarias republicanas desarrolladas en la Universidad Autónoma de Barcelona o en la Facultad de Letras de Madrid. Estas novedades eran esencialmente dos: darle a la enseñanza un carácter más práctico y hacer exámenes por grupos de materias y ante tribunales. Se buscaba cualificar especialistas con rapidez, sin duda, y a su vez seguir innovando el sistema docente universitario dándole el carácter práctico de seminario y laboratorio que venían planteando los institucionistas desde principios de siglo. Así pues, se dispuso la apertura de las universidades de Barcelona, Valencia y Madrid, con novedades tan significativas como transformar la Facultad de Derecho e incluir nuevos estudios como a continuación comentaremos.
La reorganización de los estudios fue lo más destacable del curso 1937-38. Las asignaturas se organizaron en semestres, más flexibles dadas las circunstancias; los exámenes se redujeron a grupos de asignaturas; se potenciaron las prácticas, y –lo más sorprendente– se modificaron los planes de estudios de Derecho y Medicina.4 La Facultad de Derecho de Valencia fue reconvertida en Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Económicas, y se organizaron las tres secciones indicadas siguiendo el modelo de la Facultad de Derecho y Ciencias Económicas y Sociales de Barcelona.5 Como señala Fuentes Quintana, «pese al acertado diseño del plan, la diligente designación de profesores y la rápida presupuestación de sus actividades docentes para 1937, no pudo funcionar por obvias razones» (1999: 252). Veremos que algo sí que funcionó.
El plan de estudios de Medicina, la otra novedad, organizaba la licenciatura, como había hecho Villalobos, en tres periodos, pero ahora –siguiendo el modelo de Medicina de Barcelona– se añadían muchas clases prácticas; cada asignatura tenía sus «trabajos prácticos» o sus clínicas. El primer periodo era un semestre preparatorio, donde se estudiaban Biología, Química, Física y Matemáticas. El segundo, llamado fundamental, duraba cinco semestres y se estudiaban las materias básicas de la medicina (Anatomía, Histología, Fisiología, Anatomía patológica, etc.). El tercero, el clínico, constaba de seis semestres, y en él se impartían las materias médicas con su clínica. Los exámenes, en fin, se organizaban por bloques: uno al final del preparatorio y otros –agrupando materias– se distribuían a lo largo de la carrera, para, finalmente, hacer una reválida de carácter clínico en hospital. Paradójicamente, el desarrollo de la reforma universitaria, tan esperada desde 1931, tomaba cuerpo en plena guerra, cuando era difícilmente aplicable.
Los estudios de Letras y Ciencias también se estructuraban en seis semestres (dos preparatorios, dos intermedios y dos de nivel superior), aunque no había novedades significativas en la organización y las materias. El de Ciencias, preparado por profesores de Madrid, Salamanca y Valencia, daba importancia al laboratorio. Ambos mantuvieron las secciones.
Sin embargo, la asistencia a las aulas fue escasa, pese a que se autorizó, excepcionalmente, a que pudiesen matricularse alumnos con estudios oficiales «suficientes» (magisterio, enfermería…) aunque les faltase el preceptivo grado de bachiller; se trataba, pues, de ampliar el público universitario, que se presumía escaso.6 El sistema de exámenes adoptado, muy parecido al de la Universidad Autónoma de Barcelona СКАЧАТЬ