Название: El león y el unicornio y otros ensayos
Автор: Джордж Оруэлл
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9788418428982
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La prensa femenina está destinada a un público de mayor edad, aunque la leen sobre todo las chicas que ya trabajan para ganarse la vida. Por consiguiente, son en la superficie mucho más realistas. Por ejemplo, se da por sentado que todo el mundo tiene que vivir en una gran ciudad y tiene que trabajar en un empleo más o menos tedioso. El sexo, lejos de ser tabú, es el tema principal de estas publicaciones. Los relatos breves, siempre completos, que son material específico de estas revistas, son en general del tipo “y entonces amaneció”: la heroína evita por poco perder a su “chico” ante una rival taimada o bien el “chico” se queda sin trabajo y ha de aplazar la boda, aunque a su debido tiempo consigue un trabajo mejor. La fantasía del niño sustituido por otro al nacer (una muchacha que se ha criado en un hogar bien pobre es “en realidad” la hija de una pareja adinerada) es otro de los motivos habituales. Allí donde surge el sensacionalismo, por lo común en los seriales, surge del tipo de delito más doméstico, como es la bigamia, la falsificación o, a veces, el asesinato; no hay marcianos, rayos mortíferos, bandas de anarquistas internacionales. Este tipo de revistas apunta en todo caso a la verosimilitud, y mantiene un vínculo con la vida real en la sección de cartas, donde se comentan problemas muy reales. La columna de consejos que publica Ruby M. Ayres en Oracle, por ejemplo, es sumamente sensata y está muy bien escrita. Con todo y con eso, el mundo de Oracle y de Peg’s Paper es un mundo de pura fantasía. Se trata de la misma fantasía en todo momento: fingir que uno es más rico de lo que es en realidad. La principal impresión que se tiene es la que proviene de casi todos los relatos recogidos en estos semanarios: de un “refinamiento” terrorífico, abrumador. De manera ostensible, los personajes son de clase obrera, aunque sus costumbres, el interior de sus casas, su ropa, su apariencia física y, sobre todo, su manera de hablar son totalmente propios de la clase media. Todos viven con varias libras a la semana por encima de su nivel de ingresos. Y ni que decir tiene que ésa es justamente la impresión que se pretende transmitir. La idea consiste en dar a la aburrida obrera de una fábrica o a la desgastada madre de cinco hijos una vida de ensueño con la que se pueda identificar imaginariamente, no ya como una duquesa (esa convención ha desaparecido), sino al menos como la esposa de un director de banco. No sólo se ponen unos ingresos de cinco o seis libras a la semana como ideal de vida, sino que tácitamente se da por supuesto que así es como la clase obrera puede vivir y de veras vive. Los hechos esenciales no se contemplan. Se admite, por ejemplo, que a veces uno se queda sin trabajo, pero los negros nubarrones siempre terminan por pasar de largo, y la situación mejora. Nada se dice acerca de que el desempleo pueda ser algo permanente e inevitable, nada se dice del paro, nada se dice del sindicalismo. No hay un solo indicio de que pueda haber algo erróneo en el sistema en cuanto tal; sólo tienen lugar infortunios individuales, que en general se deben a la perversidad de alguien, y que en todo caso se pueden arreglar cuando llegue el último capítulo. Siempre se disipan las nubes, siempre aparece un amable empresario que contrata a quien no tenía trabajo o bien decide subirle el salario a Alfred, y hay trabajo para todos, salvo para los alcohólicos. Seguimos en el mundo de Wizard y de Gem, sólo que hay narcisos en lugar de ametralladoras.
La mentalidad que se inculca en estos semanarios es la de un integrante excepcionalmente estúpido de la Navy League en 1910. Sí, todo eso se puede decir, pero ¿qué más da? En cualquier caso, ¿qué te esperabas?
Claro está que nadie en su sano juicio aspirará a que los tostones de a penique se conviertan en una novela realista ni en un tratado socialista. Un relato de aventuras por su propia naturaleza ha de estar más o menos alejado, y mucho, de la vida real. Pero tal como he intentado dejar claro, la irrealidad de Wizard y de Gem no es tan inocente como parece. Estas publicaciones existen porque hay una demanda especializada de ellas, porque los chicos de ciertas edades creen que tienen la necesidad de leer algo acerca de los marcianos, los rayos mortíferos, los osos pardos y los gángsteres. Encuentran en ellas lo que estaban buscando, aunque se lo encuentren envuelto en las ilusiones que sus futuros jefes consideran más adecuadas para ellos. La medida en la que las personas toman sus ideas de la ficción es cuando menos discutible. Yo personalmente creo que la mayoría de las personas recibe una influencia mayor de la que reconoce en las novelas, los seriales, las películas, etcétera, y que desde este punto de vista los peores libros son a menudo los más importantes, porque son por lo común aquellos que se leen a una edad más temprana. Es probable que muchas personas que se consideran sumamente sofisticadas y “avanzadas” en realidad porten a lo largo de la vida un trasfondo imaginario que han adquirido a lo largo de la niñez, a partir, por ejemplo, de Sapper y de lan Hay. De ser así, los semanarios baratos para chicos tienen una importancia tremenda. Contienen las cosas que se leen entre los doce y los dieciocho años por parte de una proporción elevada de la población, seguramente la mayoría de los muchachos de Inglaterra, incluidos muchos que jamás leerán otra cosa que los periódicos; y con todo ello absorben un conjunto cerrado de creencias que se tendrían por algo totalmente desfasado incluso en la Sede Central del Partido Conservador. Tanto mejor, ya que se lleva a cabo de una forma indirecta, y se les insufla a esos muchachos la convicción de que los principales problemas de nuestro tiempo no existen, de que no pasa nada con el capitalismo laissez-faire, de que los extranjeros son cómicos sin la menor importancia, de que el Imperio Británico es una suerte de obra de caridad que seguirá existiendo siempre. Considérese quiénes son los dueños de estos periódicos, y entonces resulta muy difícil que todo esto no responda a una intención bien definida. De los doce semanarios que he comentado (doce, en efecto, si incluyo Thriller y Detective Weekly), siete son propiedad de Amalgamated Press, que es uno de los mayores consorcios de prensa del mundo entero y controla más de un centenar de publicaciones distintas. Gem y Magnet, por lo tanto, se hallan estrechamente ligados al Daily Telegraph y al Financial Times. Esto bastaría para despertar fundadas suspicacias, aun cuando no fuera evidente que los relatos de los semanarios están vetados políticamente. Parece darse el caso de que si uno siente la necesidad de tener una vida de fantasía en la cual viaje a Marte y luche con leones a brazo partido (¿y qué muchacho no la tiene?), sólo podrá satisfacerla entregándose por entero, mentalmente, a personas como lord Camrose. Y es que no hay competencia. En todas estas publicaciones las diferencias son despreciables, y en ese nivel no existe ninguna otra. Lo cual nos plantea una pregunta: ¿por qué no existe algo así como los semanarios juveniles de izquierdas?
A primera vista, semejante idea a uno le produce algo así como náuseas. Es espantosamente fácil imaginar cómo sería un semanario juvenil de izquierdas en caso de que existiera. Recuerdo que en 1920 o 1921 algún optimista distribuía pasquines comunistas entre un grupo de alumnos de un colegio privado. El pasquín era del tipo pregunta/respuesta:
P: ¿Puede un muchacho comunista ser un Boy Scout, camarada?
R: No, camarada.
P: ¿Y por qué, camarada?
R: Porque verás, camarada: un Boy Scout debe rendir saludo a la bandera británica, que es el símbolo de la tiranía y la opresión. Etc., etcétera.
Supongamos que en este momento alguien pusiera en marcha un semanario de izquierdas destinado esencialmente a muchachos de doce a catorce años. No quiero dar a entender que todo el contenido fuera como lo que acabo de citar, aunque ¿alguien pone en duda que sería más o menos de ese estilo? Inevitablemente, СКАЧАТЬ