Название: El león y el unicornio y otros ensayos
Автор: Джордж Оруэлл
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9788418428982
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Lanzaba los golpes con una velocidad desconcertante para ser tan grandullón. En cuestión de momentos, Ben sólo pudo limitarse a bloquear sus intentonas de la mejor manera que supo. Ben era de hecho un maestro de la defensa. Muchas victorias le avalaban. Pero los derechazos y los izquierdazos del negro pasaban por aberturas que ningún otro boxeador habría sabido encontrar.20
Los segadores apiñados en el peso de la descarga de los monarcas del bosque aplastados bajo el hacha se lanzaron en los cuerpos de los dos pesos pesados que intercambiaban golpes.21
Nótese cuánto más expertos suenan los dos extractos norteamericanos. Están escritos para los devotos del cuadrilátero, y no es así en los otros dos. Asimismo, conviene hacer hincapié en que, a su nivel, el código moral de los semanarios juveniles ingleses es aceptable. La delincuencia y la falta de honestidad nunca suscitan la menor admiración. No existe el cinismo y la corrupción que se da en las historias de gángsteres norteamericanos. Las enormes ventas que tienen las revistas norteamericanas en Inglaterra demuestran que hay una demanda considerable de ese género, aunque muy pocos escritores ingleses parezcan capaces de producirlo. Cuando el odio a Hitler pasó a ser una emoción generalizada en los Estados Unidos, fue interesante comprobar qué rápidamente se adaptó el “antifascismo” a los propósitos pornográficos que animan a los directores de las revistas norteamericanas. Una revista que tengo delante de mí dedicó un número entero a un relato largo, completo, titulado “Cuando llegó el infierno a Norteamérica”, en la cual los agentes de un “dictador europeo enloquecido y ávido de sangre” tratan de conquistar los Estados Unidos ayudados por rayos mortíferos y aviones invisibles. Se da un muy sincero llamamiento al sadismo, hay escenas en las que los nazis atan las bombas a la espalda de las mujeres y las lanzan desde las alturas para verlas estallar en mil pedazos; hay otras en las que atan a dos muchachas desnudas por el pelo y las pinchan con cuchillos para obligarlas a bailar, etc., etc. El director comenta con solemnidad todo esto, y lo emplea como argumento para reforzar las restricciones a la inmigración. En otra página del mismo número: “las vidas de las coristas de hotcha. Revela todos los secretos íntimos y los fascinantes pasatiempos de las famosas coristas de Hotcha, Broadway. no se omite nada. Precio: 10 centavos.” “cómo aprender a amar. 10 centavos.” “foto de un ring en francia. 25 centavos.” “desnudos traviesos. Por fuera del cristal se ve a una bella muchacha vestida con toda inocencia. Se le da la vuelta y ¡vaya diferencia! Conjunto de 3 cristales, 25 centavos.” Etc., etcétera. No hay nada así en la prensa británica, nada que sea susceptible de que lo lean los jóvenes. Sin embargo, el proceso de norteamericanización sigue adelante. El ideal norteamericano, el “hombre varonil”, el “tipo duro”, el gorila que deshace entuertos a mamporro limpio, es figura habitual en la mayoría de los semanarios para jóvenes. En una serie que ahora publica por entregas Skipper, aparece siempre retratado de manera ominosa, armado con una cachiporra.
El desarrollo de Wizard, Hotspur, etc., al contrario que los semanarios juveniles más antiguos, se reduce a esto: mejor técnica, más interés científico, más derramamiento de sangre, más adoración a los cabecillas. Pero a fin de cuentas resulta que la falta de desarrollo es lo más pasmoso.
Para empezar, no hay desarrollo político de ninguna clase. El mundo de Skipper y de Champion sigue siendo el mundo anterior a 1914, el mismo de Magnet y de Gem. El relato del Salvaje Oeste, por ejemplo, con los vaqueros, los linchamientos y demás parafernalia, es propio de los años ochenta [del siglo xix]. Es una curiosidad arcaica. Vale la pena señalar que en los semanarios de este tipo siempre se da por sentado que las aventuras solamente tienen lugar en los confines de la tierra, en las selvas tropicales, en las llanuras del Ártico, en los desiertos africanos, en las praderas del Oeste norteamericano, en los fumaderos de opio de China en cualquier lugar, de hecho, salvo allí donde las cosas de veras suceden. Ésta es una creencia que data de hace treinta o cuarenta años, cuando los nuevos continentes aún estaban abriéndose poco a poco a la colonización. Hoy, evidentemente, si uno quiere aventuras, el lugar idóneo es Europa. Pero al margen de la faceta pintoresca de la Gran Guerra, la historia contemporánea queda cuidadosamente excluida de estas publicaciones. Y con la particularidad de que hoy a los norteamericanos se les admira, en vez de ser motivo de burla, los extranjeros siguen siendo las mismas figuras cómicas de siempre. Si aparece un chino, siempre será con la siniestra coleta, con el aire de contrabandista de opio propio de la obra de Sax Rohmer. No hay indicio de que haya pasado nada en China desde 1912. No se dice nada, por ejemplo, de que allí se libre ahora una guerra. Si aparece un español, sigue siendo el tipo malencarado que lía cigarrillos y acuchilla a otro por la espalda. Ni el menor indicio de lo que ha ocurrido en España. Hitler y los nazis aún no han hecho acto de presencia, o apenas empiezan a hacerlo. Seguro que será una presencia abundante dentro de muy poco, aunque sea desde un punto de vista estrictamente patriótico (Gran Bretaña contra Alemania), dejando al margen en la medida de lo posible el verdadero significado de la pugna. En cuanto a la Revolución Rusa, es sumamente difícil encontrar ninguna referencia en estas publicaciones. Cuando aparece Rusia, es por lo general en un pasaje informativo (ejemplo: “En la urss hay veintinueve mil personas con más de cien años de edad”), y toda referencia a la revolución es indirecta y errónea en cuanto a las fechas. En un relato de Rover, por ejemplo, alguien tiene un oso domesticado, y como es un oso ruso se le llama Trotski, obviamente un eco del periodo de 1917-1923 sin ninguna relación con las controversias recientes. El reloj se ha detenido en 1910. Britannia rige las olas, y nadie tiene conocimiento de las crisis económicas, de los booms, del desempleo, de las dictaduras, las purgas o los campos de concentración.
En cuanto a la panorámica social, apenas se nota el menor avance. El esnobismo es algo menos manifiesto que en Gem y en Magnet, eso es lo máximo que se puede decir. De entrada, el relato de tema colegial, siempre dependiente en gran parte del atractivo de lo esnob, no ha desaparecido de ninguna manera. Todos los números de los semanarios juveniles incluyen al menos un relato colegial, que son más numerosos, aunque por poco, que los del Salvaje Oeste. La muy elaborada vida de fantasía que se predica en Gem y en Magnet no llega a imitarse conscientemente, y se hace más hincapié en lo aventurero, aunque el ambiente social (las antiguas piedras grises) sigue siendo muy similar. Cuando se presenta un colegio nuevo al comienzo de un relato, a menudo se nos dice, con estas mismas palabras, que “era un colegio muy pijo”. De vez en cuando aparece una historia ostensiblemente intencionada contra el esnobismo. El muchacho becado (Tom Redwing en Magnet) tiene apariciones frecuentes, y lo que es en esencia el mismo tema se presenta a veces de esta forma: hay una intensa rivalidad entre dos colegios, uno de los cuales se considera más “pijo” que el otro, y hay peleas, bromas, partidos de fútbol, etcétera, que siempre terminan con la desgracia de los esnobs. Tras una mirada muy superficial al examinar algunos de estos episodios, es fácil imaginar que se ha colado cierto espíritu democrático en los semanarios juveniles, pero con una mirada más atenta se ve que sólo reflejan los celos enquistados que se dan dentro de la clase de los cuellos blancos. Su verdadera función consiste en permitir al chico que va a un colegio privado de los más baratos (no a un colegio municipal o estatal) la sensación de que su colegio es igual de “pijo” que Winchester o Eton. El sentimiento de lealtad colegial (“Somos mejores que aquellos otros”), algo casi del todo desconocido en la verdadera clase obrera, se sigue manteniendo tal cual. Como estos relatos son obra de autores muy diversos, varían, qué duda cabe, en cuanto al tono. Algunos se hallan razonablemente libres de esnobismo, mientras otros explotan el dinero y la alcurnia con más desvergüenza incluso que en Gem y en Magnet. En uno de los que he encontrado, la mayoría de los alumnos eran de procedencia nobiliaria.
Si aparecen personajes de la clase obrera, suele ser como figuras cómicas (bromas con mendigos, presidiarios, etc.), o como luchadores profesionales, acróbatas, vaqueros, futbolistas profesionales o soldados de la Legión Extranjera, es decir, como aventureros. No se hace frente a las realidades de la vida de la clase obrera, ni tampoco se habla del trabajo bajo ningún concepto. Muy de vez en cuando es posible topar con una descripción realista, digamos, del trabajo en СКАЧАТЬ