Mover el pensamiento, sentir el movimiento. Maria del Mar Cegarra Cervantes
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Название: Mover el pensamiento, sentir el movimiento

Автор: Maria del Mar Cegarra Cervantes

Издательство: Bookwire

Жанр: Зарубежная психология

Серия:

isbn: 9788412088991

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СКАЧАТЬ que es la anticipación del dolor, es algo que tengo incluso antes de la situación misma, sea real o irreal.

      La ansiedad es una sofisticación del miedo; el miedo es primario, la ansiedad es secundaria. La ansiedad, en un grado mayor, se convierte en ataques de pánico, una alteración e incluso el desarrollo del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). Las personas con TOC desarrollan rituales de seguridad, fobias, etc., todas para evitar el miedo o incluso evitar tener miedo al miedo. Es muy limitante.

      Todos los días tomamos decisiones pequeñas y grandes: qué ponernos, con quién hablar, si nos importa o no, si nos vamos o nos quedamos. Y en función de cuánto interfiera el miedo en nuestra vida, podremos tener un día enérgico y productivo o un día de total apatía en el que simplemente sobrevivimos.

      Cuanto más inundadas de cortisol, menos creativas son las personas. Cuando una situación nos pone a la defensiva, en nuestro cerebro se activa el hipocampo, que es el responsable de mediar entre los inputs que nos llegan del exterior y la corteza cerebral. Esta, junto con la memoria, nos ayuda a la toma de decisión. El hipocampo aprende rápido (la corteza, en cambio, es una aprendiza lenta). El primero siempre está receptivo a todo lo que sucede. Y con cantidades razonables de miedo, un cortisol razonable se vuelve hiperactivo: hay ansiedad saludable —porque nos estimula a ver hasta dónde somos capaces de ir— sin llegar a ser un miedo neurótico, porque no me congela.

      El miedo bien utilizado en los seres humanos es un modulador entre el interior y el exterior. Pero cuando se vuelve neurótico es una interferencia.

      ¡La gente de hoy tiene más miedos!

      Hoy en día hay muchos más estímulos. Antes, para comunicarnos, escribíamos una carta, ahora, en un segundo tenemos una respuesta. El nivel de estímulo (respuesta) está demasiado acelerado. Las personas oscilan entre el mundo virtual y el real muy rápido, y los momentos de transición complejos son importantes porque el sistema nervioso a nivel de recepción está obstruido y las personas crean más disfunciones como la ansiedad o el burnout (estar quemado, agotado). Hoy en día hay perturbaciones inherentes a nuestra cultura que en el pasado no existían.

      Antes, podían tener mucho miedo a cosas muy concretas, pero ahora, la cantidad de problemas que pueden causar interferencias son tantos que la gente tiende a convertir estos temores en obsesiones y compulsiones.

      Como resultado de tantos estímulos, los pacientes refieren mucho en la consulta que se sienten bombardeados. En el pasado esto no era una queja común, aunque sí hablaban de tener miedo al padre, al jefe o a no tener dinero, cosas que todavía ahora tenemos. Hoy, pero, además de estos tenemos mucho más: las noticias, internet, el teléfono, el pánico a engordar o quedar calvo, la presión de no tener tiempo para los niños, etc. En resumen, hoy en día todo da miedo.

      Dicen que somos libres, pero lo somos menos que nunca; estamos en una jaula dorada llena de lujos, pero sin tiempo, con el miedo y la presión de ser una mejor madre, un mejor padre, una mejor mujer, un mejor hombre, un mejor profesional, etc.

      Y aquellos que no pueden cumplir con esta pauta determinada por la sociedad se vuelven inseguros, se vuelven menos interesantes, se asustan, comen de forma compulsiva, engordan y luego entrar en un ciclo negativo es un clímax.

      Los miedos neuróticos que no tienen una base real socavan a las personas y las conducen al TOC, a los ataques de pánico severos, a las fobias u otras enfermedades, todo porque el sistema está sobrecargado.

      Los temores más allá de las sobrecargas pueden provenir de un trauma de choque o del desarrollo relacionado con situaciones muy antiguas, pero con el tiempo la gente las fue normalizando. Por ejemplo, se puede aceptar que alguien le tenga pánico al color amarillo. Pero lo más importante es entender por qué: tal vez tenga algo que ver con un episodio en el que un ladrón que llevaba puesto un suéter amarillo la agredió. Es la asociación típica que hizo el sistema, pero no entendemos de inmediato por qué.

      El miedo se expresa en un campo informativo que tenemos tanto dentro como fuera de nosotros. Es en este diálogo donde puedo intentar hablar con mi temor y preguntarle «¿Eres un león o una persona con el pelo muy largo que me recuerda a un león?».

      Cuando damos rienda suelta a nuestro instinto, puede hacernos temer a alguien que ni siquiera conocemos. Pero si hablamos de ello, podemos entender que tal vez esta persona nos recuerde a alguien que nos maltrató, y entonces lo racional puede ayudarnos a comprender que no es esa persona, sino que es alguien similar o que huele parecido.

      A partir de esta comprensión de los hechos, podemos negociar con nuestra autorregulación. Podemos entender, podemos respirar mejor, pero necesitamos más que eso, tenemos que autorregularnos al mismo tiempo que nos regulamos con el exterior, y este proceso puede ser lento.

      ¿Cómo cuidar los miedos?

      Es importante, en primer lugar, entender si en realidad tenemos miedo, porque a veces no lo sabemos con certeza: tenemos malestar pero no identificamos el sentimiento que hay detrás.

      El autoconocimiento llegó a los seres humanos como una bendición y como una maldición. Como una bendición porque nos impulsa a hacer cosas increíbles; como una maldición porque nos puede llevar a ser más crueles, incluso a maltratar, en un extremo.

      ¿De qué tengo miedo?

      Como ya hemos mencionado, el temor no nace de la nada, sino de algo real que la persona ha vivido o vive (o algo que se ha construido en la mente). Por ejemplo, si has oído decir muchas veces que los hombres son malos, te lo creerás.

      En la película sobre la biografía de Elton John se explica que el hecho de que tuviera miedo de ser abandonado le hizo cometer excesos, volverse muy dependiente, muy necesitado. Es el comportamiento típico de un perfil con tendencia «oral», como lo llamamos en psicoterapia. A él lo que podía ponerlo en peligro era estar solo, porque venía de algo muy antiguo: una profunda soledad en la infancia, una madre muy fría que no lo abrazó y un padre que decía que solo estaba con su madre por su culpa.

      Por eso es muy importante entender de dónde viene el miedo, darle la bienvenida y aceptarlo para hacer las paces con lo que no queremos ver.

      Una de las cosas que a las personas les cuesta más aceptar es hablar sobre la causa del miedo, pero la verdad es que cuando se niegan a hablar sobre el tema se sienten enojados, lo rehuyen. Se abstienen de hablar de sí mismos porque el contacto con la tristeza es muy difícil. Mientras haya una negación de su historia, el temor se instala y la persona se siente insegura, aunque no sepa por qué. Pero para compartir tus miedos, tienes que hacerlo con alguien en quien confíes, que sea mentalmente ágil y amable con nosotros y con nuestra historia.

      ¿Cuántas veces no sabemos a lo que tememos?

      En muchas ocasiones no sabemos a qué tememos. Tenemos la sensación, pero no hacemos la conexión con el contenido, con el significado. Entonces, cuando el miedo se aclara y existe la posibilidad de hacer este puente hacia él, también СКАЧАТЬ