Название: Vientos de libertad
Автор: Alejandro Basañez
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
isbn: 9786074572285
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—Lo sé, Manuel. Tendrás que superar en tamaño a la de Luis XIV.
Tolsá camino al escritorio del virrey y con toda la confianza del mundo tomó la pluma del tintero y sobre un papel se puso a hacer unos cálculos del proyecto. Al terminar comentó sarcástico al virrey:
—Necesitaré por lo menos seiscientos quintales(5) de bronce para Ia fundición del jinete metálico.
—¿Eso cómo cuánto es?
—Digamos que como veintiocho toneladas de bronce.
De la Grúa no se inmuto, quizá por desconocer la verdadera dificultad que implicaba reunir semejante montículo de aleación. —Sé que este proyecto implica varios años de trabajo, Manuel. Por lo pronto, para que el rey y el pueblo vean que el proyecto ha iniciado, la primera piedra del pedestal del monumento ecuestre será colocada por mí el 18 de julio (de 1796) y quiero que para este 9 de diciembre, fecha deI santo de Ia reina María Luisa, con una lujosa ceremonia se devele una estatua provisional, hecha de madera y estuco y recubierta con hojas de oro. Para la inauguración del original coloso de bronce, sé que faltan un par de años. Tú me dirás cuándo(6).
—¿Y mis honorarios a cuánto ascienden, don Miguel?
—Este mismo domingo organizaré una espléndida corrida de toros. La mitad de la taquilla será un adelanto a tus honorarios, amigo. Créeme que te ira bien. Así que a trabajar que el tiempo apremia. ¡Brindemos por la futura estatua de Carlos IV!
—¡Salud don Miguel! —¡Salud Manuel!
El soleado zócalo de San Miguel lucía pletórico ese domingo 2 de octubre de 1796. La fiesta de San Miguel Arcángel era la fiesta máxima de los Sanmiguelenses y el día se prestaba para un gran jolgorio.
Ignacio Allende festejaba en compañía de Antonia e Indalecio. Los tres degustaban una sabrosas quesadillas con mucha carne deshebrada, cilantro y cebolla. Tres vasos de agua de horchata refrescaban su agasajo. Aunque Indalecio apenas tenía cuatro años de edad, luchaba ya por él solo devorar una quesadilla entera. En caso de no poder, su madre, como en otras ocasiones, terminaría comiéndose lo que sobraba. Desde su mesita contemplaban el paso de la gente que rodeaba la plaza. Mirar gente era toda una distracción en eventos como éste.
—Mis hermanos están muy contentos por tu incorporación al ejército del virrey, Nacho.
—¿Lo ven como mi boleto de aceptación para algún día casarnos?
—No los juzgues, Nacho. Los hermanos siempre son celosos y sólo quieren lo mejor para las hermanas.
—Llegado el día que me canse te montó a un caballo con el niño y punto.
—Sólo avísame con anticipación para estar lista.
Los dos rieron estrechando sus manos. Indalecio con la boca llena de crema también los acompañó con una espontánea sonrisa. De pronto, de entre la gente, apareció una hermosa señora como de treinta años de edad, acompañada de cuatro niños de catorce, doce, diez y ocho años. La niña de diez, una belleza de chamaca, era ni más ni menos que Amalia, la hija de Marina y Nacho. Como una broma del destino la niña era idéntica a Ignacio y eso
dejó perpleja a Antonia.
Marina, después de saludar con un gesto, clavó su mirada en
Indalecio, quien con sus deditos hurgaba entre la crema para rescatar un buen trozo de carne. La familia Iturbe continuó su paseo. Por ningún lado se veía a don Chinto. Ignacio buscó por todos lados a su rival de amores pero este aparentemente no había ido al festejo.
—¡Pero si se te fueron los ojos de ver a esa puta!
Ignacio miró hacia otro lado tratando de evitar el tema. Sabía que con los celos de Antonia no se podía.
—¿Quieres otra horchata?
—Qué horchata ni que mis narices y todavía tuvo el cinismo de saludarnos.
—¿Qué querías qué hiciera? Se topó con nosotros. Al menos mostró educación.
—¡Educación mis huevos! Esa puta no pierde la esperanza contigo. —¡Toña por favor compórtate! El niño nos escucha.
—¡Vete a la chingada cabrón pito flojo!
Antonia se alejó furiosa del mesón con Indalecio de la mano.
El niño todavía volteó confundido dejando su media quesadilla sobre la mesa.
(1) Nauyaca Real (Bothrops asper) una serpiente crotalina venenosa que habita en sur de América del Norte, América Central y el norte de Sudamérica. Tiene una cabeza triangular (que identifica su peligrosidad), su cuerpo es de color café con una serie de manchas oscuras laterales en forma de triángulo bordeadas por una o dos líneas de escamas de color blanco. Cuando se sienten acorraladas son extremadamente peligrosas. Es probablemente una de las serpientes más peligrosas del mundo.
(2) Mientras, solo diré que el sermón del Dr Mier se dirigió á probar: que el evangelio había sido predicado en las Americas por el apóstol Santo Tomas: que este era el mismo barón célebre en las historias Mexicanas con el nombre de Quetzalcbhuatl (sincopado Quetzalcoatl). Historia de la revolución de Nueva España, antiguamente Anáhuac, o Verdadero origen y causas de ella con la relación de sus progresos hasta el presente año de 1813, de don José Guerra.
(3) En 1861 se descubrieron en la iglesia de Santo Domingo las momias de trece frailes. La iglesia fue saqueada por los liberales y las momias compradas por un cirquero argentino. Una de esas momias era precisamente la de fray Servando Teresa de Mier.
(4) Manuel Tolsá, (1756-1816). Fue un notable arquitecto entre el barroco y el neoclásico. Algunas de sus obras póstumas son la conclusión de la Catedral de México, el busto de bronce de Hernán Cortés, la estatua ecuestre de Carlos IV (considerada por algunos su obra cumbre, realizada de 1796 a 1803), el palacio de la Escuela de Minería, el altar mayor de la Catedral de Puebla, residencias como las del marqués del Apartado y la de Buenavista, los planos para el Hospicio Cabañas y de la Iglesia de Loreto, así como un proyecto de panteón civil.
(5) Un quintal es igual a 46 kilogramos, por lo que hablamos de 27.6 toneladas
(6) El Virrey de la Grúa no pudo ver la estatua final de bronce colocada al centro de la Plaza Mayor, pues fue retirado de su cargo en 1798, tras de la escandalosa cadena de actos de corrupción que le caracterizaron.
5 · Amores espinosos
Los españoles tuvieron una clara superioridad sobre los demás pueblos: su lengua se hablaba en París, en Viena, en Milán, en Turín; sus modas, sus formas de pensar y de escribir subyugaron a las inteligencias italianas y desde Carlos V hasta el comienzo del reinado de Felipe III España tuvo una consideración de la que carecían los demás pueblos. Voltaire
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