El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
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Название: El libro negro del comunismo

Автор: Andrzej Paczkowski

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

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isbn: 9788417241964

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СКАЧАТЬ vida, a la integridad corporal, a los medios necesarios para la existencia; el derecho de tender hacia su fin último en el camino trazado por Dios; el derecho de asociación, de propiedad, y el derecho de utilizar esa propiedad». E incluso aunque se pueda denunciar una cierta hipocresía de la Iglesia que garantizaba el enriquecimiento excesivo de unos a costa de la expropiación de otros, no por ello continúa siendo menos esencial su llamada al respeto de la dignidad humana.

      Ya en 1931, en la encíclica Quadragesimo Anno, Pío XI había escrito: «el comunismo tiene en su enseñanza y en su acción un doble objetivo que persigue no en secreto y por caminos desviados, sino abiertamente, a la luz del día y por todos los medios, incluidos los más violentos: una implacable lucha de clases y la completa desaparición de la propiedad privada. Para lograr este objetivo, no hay nada a lo que no se atreva, no hay nada que respete; allí donde ha conquistado el poder, se muestra salvaje e inhumano hasta un grado que apenas se puede creer y que resulta extraordinario, tal y como testifican las terribles matanzas y las ruinas que ha acumulado en inmensos países de Europa Oriental y de Asia». La advertencia adquiría todo su sentido al proceder de una institución que, durante varios siglos, y en nombre de su fe, había justificado la matanza de infieles, creado la Inquisición, y amordazado la libertad de pensamiento y que iba a apoyar a regímenes dictatoriales como el de Franco o el de Salazar.

      Sin embargo, si la Iglesia representaba su papel de censor moral, ¿cuál debe ser, cuál puede ser el discurso del historiador frente al relato «heroico» de los partidarios del comunismo o al relato patético de sus víctimas? En sus Memorias de ultratumba, François-René de Chateaubriand escribió: «Cuando, en el silencio de la abyección, solo se oye sonar la cadena del esclavo y la voz del delator; cuando todo tiembla ante el tirano y es tan peligroso incurrir en su favor como merecer su desdén, aparece el historiador, cargado con la venganza de los pueblos. En vano prospera Nerón porque Tácito ya ha nacido en el Imperio»40.

      Lejos de nosotros la idea de convertirnos en detentadores de la enigmática «venganza de los pueblos» en la que Chateaubriand ya no creía al final de sus días. Sin embargo, a escala modesta, el historiador se convierte, casi a pesar suyo, en el portavoz de aquellos, que en razón del terror, han carecido de la posibilidad de decir la verdad acerca de su condición. Allí se encuentra para llevar a cabo una obra que permita conocer. Su primer deber es establecer hechos y elementos de verdad que se convertirán en conocimiento. Además, su relación con la historia del comunismo es particular: se limita a convertirse en el historiógrafo del engaño. E incluso si la apertura de los archivos le proporciona los materiales indispensables, tiene que guardarse de cualquier ingenuidad, ya que muchas cuestiones complejas están llamadas a convertirse en objeto de controversias a veces no exentas de prejuicios. No obstante, este conocimiento histórico no puede separarse de un juicio que responde a algunos valores fundamentales: el respeto hacia las reglas de la democracia representativa y, sobre todo, el respeto por la vida y la dignidad humanas. Con esta vara de medir «juzga» el historiador a los actores de la historia.

      A estas razones generales para llevar a cabo un trabajo relacionado con la memoria y la historia se añade para algunos una motivación personal. Los autores del libro no han sido siempre extraños a la fascinación del comunismo. A veces, incluso, han sido partícipes, desde su modesta situación, del sistema comunista, ya sea en su refrito ortodoxo leninista-estalinista, ya sea en refritos anexos y disidentes (trotskistas, maoístas). Y aunque permanecen anclados en la izquierda —y precisamente porque permanecen anclados en la izquierda— tienen que reflexionar sobre las razones de su ceguera. Esta reflexión se ha valido también de las vías de conocimiento, jalonadas por la elección de sus temas de estudio, por sus publicaciones científicas y su participación en revistas como La Nouvelle Alternative o Communisme. Este libro aún es solo un momento de esa reflexión. Esta debe ser guiada sin descanso por aquellos que tienen conciencia de que no hay que dejar a una extrema derecha cada vez más presente el privilegio de decir la verdad. En nombre de los valores democráticos, y no en el de los ideales nacionalfascistas, deben condenarse y analizarse los crímenes del comunismo.

      Este acercamiento implica un trabajo comparativo, de China a la URSS, de Cuba a Vietnam. Ahora bien, no disponemos, en estos momentos, de una calidad homogénea de documentación. En algunos casos, los archivos están abiertos —o entreabiertos—, en otros no. Tal circunstancia no nos ha parecido una razón suficiente para retrasar el trabajo. Sabemos bastante de fuentes «seguras», para lanzarnos a una empresa que, aunque no tiene ninguna pretensión de ser exhaustiva, se desea precursora y anhela inaugurar un vasto trabajo de investigación y reflexión. Hemos iniciado una primera recensión con un máximo de hechos. Se trata de una primera aproximación que merecerá, al final, otras muchas obras. Pero hay que comenzar inmediatamente, reteniendo solamente los hechos más claros, más indiscutibles y más graves.

      Nuestra obra contiene muchas palabras y pocas imágenes. En ella se aborda uno de los puntos sensibles de la ocultación de los crímenes del comunismo: en una sociedad mundial hipermediatizada, en que la imagen —fotografiada o televisada— es lo único que merece credibilidad ante la opinión pública, solamente disponemos de algunas escasas fotografías de los archivos dedicados al Gulag o al Laogai, y ninguna foto de la deskulakización o del hambre durante el Gran Salto Adelante. Los vencedores de Nüremberg pudieron fotografiar y filmar con profusión los miles de cadáveres del campo de concentración de Bergen-Belsen y se han encontrado las fotos tomadas por los mismos verdugos, como ese alemán que dispara a bocajarro sobre una mujer que lleva a su hijo en brazos. Nada de eso existe en relación con el mundo comunista en que se había organizado el terror en el seno del secreto más estricto.

      No se contente el lector con algunos documentos iconográficos reunidos aquí. Consagre el tiempo necesario a conocer, página a página, el calvario sufrido por millones de seres humanos. Realice el indispensable esfuerzo de imaginación para representarse lo que fue esa inmensa tragedia que va a continuar marcando la historia mundial durante las próximas décadas. Entonces se planteará la cuestión esencial: ¿por qué? ¿Por qué Lenin, Trotski, Stalin y los demás consideraron necesario exterminar a todos aquellos a los que designaban como «enemigos»? ¿Por qué se creyeron autorizados a conculcar el código no escrito que rige la vida de la Humanidad: «No matarás»?

      Intentamos responder a esa pregunta al final de la obra.

      PRIMERA PARTE

      UN ESTADO CONTRA SU PUEBLO

      Violencias, temores y represiones en la Unión Soviética por Nicolás Werth

      Traducción: César Vidal

      Harold Shukman, el gran especialista en historia rusa y profesor de Oxford, señalaba al traducir la biografía de Stalin escrita por D. Volkogonov que «es virtualmente imposible transliterar todos los nombres rusos de manera consistente, excepto mediante una variedad de anotaciones especializadas que requerirían su propio glosario» (Stalin. Triumph and Tragedy, Londres, 1991). El hecho de que, efectivamente, la lengua rusa posea un alfabeto que no se corresponde exactamente con el castellano, así como la circunstancia de que en buen número de casos las transliteraciones se han realizado siguiendo el modelo alemán, francés o inglés pero no el castellano, incorpora una dificultad añadida a esta cuestión. En la misma versión original en francés de la presente obra coexisten diversas transliteraciones del ruso que no solo aparecen en partes distintas del libro sino incluso en el mismo capítulo según se refieran al cuerpo principal del texto o a las notas. En la presente versión al castellano hemos juzgado más conveniente unificar las transliteraciones siguiendo los criterios que detallamos a continuación: 1. Cuando un nombre o término cuenta con una transliteración universalmente aceptada la hemos mantenido aunque no se corresponda con la más exacta. Así, hemos preferido СКАЧАТЬ