Название: Cuánto pesa una cabeza humana
Автор: Alfonso Armada
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Poesia
isbn: 9788412348712
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¿ha de ennegrecerse la escritura?
«De las siete y cuarto a las nueve menos cuarto he estado cortando piezas en una larga tira de metal, en la prensa grande, junto con Roberto: 677 piezas. He marcado una hora y diez minutos. Las he rasgado al principio por falta de aceite. He tenido dificultad en cortar la tira. He ganado 1,85 francos.
[…]
De las cuatro a las cinco y cuarto: en el horno.
Trabajo agotador. No sólo hace un calor insoportable, sino que las llamas llegan a lamer las manos y los brazos. Es necesario dominar los reflejos, pues de lo contrario estás expuesto a sufrir quemaduras. Durante la primera tarde que paso en el horno, hacia las cinco, el dolor que me ha causado una quemadura, el agotamiento y las jaquecas me hacen perder el dominio de los movimientos. No acierto a bajar la puerta del horno. Un calderero se adelanta a ayudarme y me la baja. ¡Qué agradecimiento se experimenta en semejantes momentos!».
SIMONE WEIL (1934)
(Recogido en Sobre Simone Weil. El compromiso con los desdichados, de Franciso Fernández Buey).
Día 3, martes 17
En plena debacle
pasa el perro paseando a su ama
el orden de los factores
los incendios de Australia
un resplandor
la luz es una clepsidra llena de coronavirus
la monarquía se pone en modo bancarrota moral
y nosotros nos asomamos a la noche
para aplaudir a sombras como las nuestras
a los médicos
a los enfermeros
a los enterradores
a los que nos salvan de nosotros mismos.
Como si eso fuera posible.
Salvarse.
En «Shibbólet»
(espiga, contraseña),
Paul Celan habla
de la «flauta doble de la noche»
y de la «oscura
aurora gemela
en Viena y Madrid»,
como si hubiera resucitado
o yo hubiera soñado la temeridad
de tirarme también al río
a los estanques
al mar de la Costa de la Muerte:
para sujetarle por los hombros
un instante antes de.
Gracias a la lluvia
y a los parques tomados por la policía
crecerá la hierba como nunca
y brotará brutal la primavera
sin que la desfloren los poetas
gastados como una mascarilla.
«Se esparcen los pasos
(sàn bù)
cuando se sale a pasear
y se esparce el corazón
(sàn xin)
cuando uno se distrae
o se divierte.
Se esparce el corazón.
Al viento»,
anota Berna Wang
en Cosas que me explica mi madre.
¿Qué nos explicamos a nosotros?
El geógrafo Massimo Livi Bacci,
que parece vivir en tiempos de Tucídides
recuerda en el periódico
que «después de la Segunda Guerra Mundial había cinco países separados por muros. Hoy son setenta, a pesar de la globalización. En lugar de mirar las causas, miramos al destino final. No puedes vivir siempre cerrado en casa».
Cerrado,
encerrado,
en estado de sitio
decretado por el miedo.
«Ten miedo, Alfonso, ten miedo.
Por tu propio bien,
ten miedo», me decía un joven
durante el cerco de Sarajevo.
¿Era peor?
Ya lo creo.
Antes de pasar página
para adentrarme en el pedregal del día
vuelvo a Paul Celan
que me sale al encuentro
como si me estuviera esperando
con la palabra en la boca:
«Te vemos, cielo, te vemos.
Viruela a viruela
vas creciendo,
pústula a pústula.
Así aumentas la eternidad».
¿Qué vemos nosotros
desde nuestro privilegiado mirador
panóptico del pánico?
Coronavirus a coronavirus
vas creciendo
nos vas atornillando
a la silla de la conciencia.
Sigue, Celan:
«Te СКАЧАТЬ