Decadencia. Adrian Andrade
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Название: Decadencia

Автор: Adrian Andrade

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Universo Adriático

isbn: 9789942868176

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СКАЧАТЬ eres de aquí! Tal vez seas algún tipo de experimento radioactivo; por ese tipo de razones debemos mantenerte encerrado y en constante supervisión. No nos malinterpretes, estamos haciéndolo por tu bien.

      —¡Mentiras! ¡Sólo soy una rata de laboratorio!

      El doctor colocó el cuaderno en la mesa de un golpe para bajarle sus ánimos y hacerle entrar en razón.

      —De acuerdo Elder, estamos próximamente a concluir el año 2199 ¿Acaso esta fecha te es familiar?

      —No, nada me es familiar, sólo déjeme salir de aquí, no me gusta estar encerrado, por favor Dr. Berger, se lo imploro —rogó Elder con desesperación.

      —Por más que quisiera, no puedo autorizarlo. Debo mantenerte en absoluta contención, eres un humanoide Elder, no eres considerado humano por lo que legalmente hablando no tienes derechos aquí, formas parte de mi propiedad investigativa, agradece que no te trate como tal, todavía.

      Berger sonrió por la tercera ocasión y se dio la vuelta siendo detenido.

      —¡Qué pasa si no logró recordar! —amenazó Elder acorralándolo.

      —Entonces tendré que abrirte la cabeza —dijo con sátira—, por más tentado que me sintiese, no quisiera hacerlo aun así que muévete antes de que cambié de opinión.

      Elder se sorprendió ante la amenaza y se alejó del doctor para dejarlo salir. Al no poder soportar la frustración, empezó a golpear las paredes hasta observar la sangre roja con dorada que brotaba de sus manos. Tal como se lo había reiterado el buen doctor.

      Al instante los paramédicos entraron a su celda y lo sujetaron con excesiva fuerza para que Berger pudiera inyectarle uno de sus famosos sedantes.

      —¡No pueden seguir tratándolo de ese modo, sigue siendo un hombre a pesar del color de su sangre! —declaró Hanna desde el exterior.

      —¡Tú eres sólo una niñera! —aplicó la inyección con éxito—, no tienes opinión en este asunto, será mejor que controles ese tono o serás expulsada de este sector ¿te quedó claro?

      —Lo siento Dr. Berger, no volverá a suceder.

      —Espero que así sea muchacha tonta —le dio la espalda.

      Mientras Berger se distanciaba, Hanna permaneció observando a un vulnerable e inconsciente Elder en la cama. Era obvio su desacuerdo con la forma de su trato “especial”, mas no tenía otra opción, debía obedecer a las órdenes de sus superiores sin cuestionarlas.

      En el pasillo Berger se reunió con Finch y juntos se encaminaron a los comedores para ponerse al tanto de sus investigaciones científicas.

      —Lamento la ausencia de avances por reportar, el humanoide sigue siendo inmune a las pruebas, no puedo ingresar a sus pensamientos o hallar la manera de hacerlo recordar. Sea quien sea o lo que haya sido, nuestra tecnología es obsoleta. Siquiera podemos detectar los orígenes en los análisis sangre. Lo más inquietante que me ha venido a la mente es que pudiera estar fingiendo.

      —Le aseguro que no finge Dr. Finch, se ha vuelto más inestable de lo común, la frustración no es sinónimo de actuación. Incluso me acaba de solicitar algún tipo de absurda libertad.

      —Sería una buena alternativa.

      —Para nada, ya encontraré una solución.

      El Dr. Berger se cruzó de brazos tratando de disimular su descontento.

      —¿No estará pensando en abrirle la cabeza?

      —Si no lo hago, lo hará mi reemplazo. La cuestión aquí es que el tiempo se nos está acabando, si no me apresuro a garantizar resultados, tendré que proceder con la lobotomía más temprano que tarde.

      —Le sugiero esperar Dr. Berger, reconsidere la petición del humanoide, podría servir de gran ayuda psicológicamente hablando. Además el humanoide está limpio y es inofensivo, no representa peligro para nadie.

      —Hoy en día tenemos diferentes tipos de enemigos, trate de comprender —impuso Berger—, podría ser un arma altamente buscada, sólo imagine cuántos secretos yacen escondidos en su subconsciente para que haya venido de allá arriba.

      —¿Cómo está tan seguro de asumir tal procedencia?

      —Me temo que si no actuamos y desciframos este misterio, pronto será tarde.

      —¿Vincula al muchacho con los recientes desastres naturales?

      —Nosotros íbamos en el helicóptero ¿acaso lo olvidó?

      —Los controles de navegación tuvieron un cortocircuito.

      —Imposible, la descarga vino de alguna parte y no puede negar que desde su captura se han disparado devastadores fenómenos alrededor del mundo.

      —Supongamos tiene razón, aun así, abriéndole la cabeza no garantizará resultados. Haga una excepción, use la sensibilidad en esta situación.

      —Los científicos como nosotros no somos humanistas, no nos dedicamos a comprender sino a comprobar la existencia y diagnosticar consecuencias y/o soluciones hacía lo desconocido. Grábeselo en su diminuta cabeza antes de que me obligue a reubicarlo en otra área inferior a la que actualmente labora.

      —Sólo era mi humilde opinión Dr. Berger.

      —Váyase.

      Finch se levantó del comedor y se dirigió a su cubículo tratando de ocultar su temor despertado al pasarse de listo.

      La incómoda verdad del asunto era que Finch no compartía las mismas ideologías de su superior, solía dejarse llevar por el sentimentalismo del momento. Su juicio no era reinado por la frialdad de su mente sino por la sensibilidad de su corazón y la naturalidad de sus impulsos.

      En compañía de Menard, los tres doctores tenían años de estar trabajando en el Sector Cero. Como era de esperarse, cada una de sus identidades eran desconocidas al mundo exterior al igual que sus logros, uno de los objetivos del contrato al haber aceptado integrarse a un sector inexistente de casos sobrenaturales.

      ¿Cuántos secretos no compartían estos tres doctores científicos? No cabía duda, la llegada de Elder les había abierto una infinidad de posibilidades de avanzar en sus investigaciones y a su vez no los excusaba ante la ausencia de resultados en el año que llevaban estancados.

      Por lo tanto Menard y Berger compartían la idea de abrirle la cabeza al humanoide para insertar una nueva tecnología que de acorde a su etiqueta descriptiva, se describía como un succionador de imágenes o datos sellados en las profundidades del subconsciente.

      La desventaja recaía, como lo aseguraba Finch, en que dicha tecnología nunca se había experimentado en humanos ni muchos menos en humanoides por lo tanto podrían tirar a la basura la única oportunidad de conseguir una dosis de verdad.

      Por más que los tres científicos insistieron a los ingenieros que repararan las unidades electrónicas de la nave en donde había llegado Elder, no lo lograron.

      El hardware se había quemado internamente y carecía de solución alguna al СКАЧАТЬ