Profunda atracción - Nuestra noche de pasión. Catherine Mann
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Название: Profunda atracción - Nuestra noche de pasión

Автор: Catherine Mann

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ómnibus Deseo

isbn: 9788413751634

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СКАЧАТЬ a explicar Rowan, mientras un plan iba tomando forma en su cabeza–. Quiero la custodia temporal del bebé mientras las autoridades buscan a su madre o le encuentran un hogar.

      Quizá Rowan no era el mejor candidato para cuidar del bebe, pero con él estaría mucho mejor que en un orfanato. Y, si alguien lo ayudaba…

      Su vista volvió a posarse en la mujer que sostenía a Issa en brazos en el salón. Mari encajaba a la perfección en su plan y, además, eso implicaría pasar más tiempo con ella.

      Sin embargo, había demasiados inconvenientes. ¿Cómo iba a convencerla para que lo ayudara? Mari no parecía cómoda ni siquiera dándole el biberón a la pequeña.

      –Disculpa por preguntarte algo tan obvio, pero ¿cómo diablos piensas jugar a ser papá y salvar el mundo al mismo tiempo?

      –Será solo temporal –aseguró Rowan, pensando que ni Mari ni él podrían permitirse cuidar de un bebé a largo plazo. Estaban demasiado volcados en sus trabajos–. Y alguien va a… ayudarme.

      –Ah. Entiendo.

      –¿Lo entiendes? –preguntó Rowan, molesto por ser transparente.

      –Después de que mi mujer me dejara, cuando me tocaba estar con nuestro hijo los fines de semana, siempre tenía problemas para encontrar los conjuntos adecuados para vestirlo. Por eso, ella me lo mandaba todo conjuntado –señaló Salvatore, e hizo una pausa–. Pero, una vez, mi hijo revolvió su maleta y lo mezcló todo. Yo hice todo lo que pude, aunque parece ser que unos pantalones verdes, una camisa naranja a rayas y botas de vaquero no combinan muy bien.

      –No me digas –repuso Rowan, sonriendo al imaginarse a Salvatore, siempre tan compuesto y arreglado, paseando junto a un niño vestido de esa guisa.

      –Claro que yo me daba cuenta de que no combinaba, pero no sabía cómo arreglarlo. Al final, aprendí una valiosa lección. Cuando estás en el supermercado con un niño vestido así, todas las mujeres disponibles comprenden al instante que eres un padre divorciado.

      –¿Utilizabas a tu hijo para ligar?

      –No a propósito. Pero eso era lo que pasaba. A mí me parece que piensas utilizar la misma estrategia con esa persona que va a ayudarte.

      Lo había calado a la perfección, se dijo Rowan. Aun así, sintió la necesidad de defenderse.

      –Pediría ayuda con el bebé aunque Mari no estuviera aquí.

      –¿Mariama Mandara? ¿Te gusta la princesa de Cabo Verde?

      Rowan, sin embargo, a menudo olvidaba que era princesa. Pensaba en ella como científica y colega profesional, aunque a veces fueran adversarios. Pero, sobre todo, la veía como una mujer muy deseable. De todos modos, no era algo de lo que le apeteciera hablar con Salvatore.

      –¿Podemos centrarnos en el tema? ¿Va a poder ayudarme a encontrar a sus padres?

      –Claro que sí –afirmó el coronel, usando de nuevo un tono serio y profesional.

      –Gracias, señor. Se lo agradezco mucho.

      –Mándame fotos, huellas digitales y toda la información que puedas reunir. Y buena suerte con la princesa –añadió Salvatore con una risita antes de colgar.

      Rowan inspiró el aire salado del mar antes de regresar al salón. Odiaba estar encerrado en una habitación de hotel y estaba deseando volver a su clínica, rodeada de espacios abiertos y de gente a la que podía ayudar de forma práctica, en vez de perder el tiempo dando conferencias.

      Lo malo era que, cuando regresara a su clínica, su tiempo con Mari acabaría.

      Cuando entró en el salón, ella no levantó la vista del bebé. Lo estaba sosteniendo con ambos brazos, envolviéndolo en su regazo con gesto protector. Aunque ella pensara que no sabía nada de niños, su instinto maternal parecía funcionar a la perfección. Él había visto a suficientes madres en su trabajo como para distinguir a las que podían tener problemas de las que no tenían dificultad en detectar las necesidades de un niño.

      –¿Qué tal está Issa?

      –Se ha terminado el todo el biberón –respondió ella, levantando la cabeza.

      –¿Cómo es que estás aquí todavía? Tus fans deben de haberse ido ya.

      Al decir eso, Rowan se dio cuenta de que debía hablarle a Salvatore de esos fans que acosaban a Mari. Quizá el coronel podía ofrecerle protección.

      –¿Mari? ¿No vuelves a tu habitación? –repitió él.

      –Me siento responsable de ella –admitió Mari, acariciándole a la pequeña la mejilla–. Y la policía querrá interrogarme. Si estoy aquí, será más rápido.

      –No hay muchas probabilidades de que encuentren a sus padres esta noche, ¿lo sabes?

      –Sí, ya imagino –repuso ella y le limpió a la niña una gota de leche de la comisura de los labios–. Eso no significa que no tengamos pronto buenas noticias.

      –Pareces en tu salsa con Issa. Antes dijiste que nunca habías cuidado a un bebé.

      –Siempre he estado muy ocupada estudiando –afirmó ella, encogiéndose de hombros.

      –¿No había niños en tu familia? –quiso saber él, sentándose a su lado y dejándose envolver de nuevo por su perfume. De pronto, tuvo una tremenda curiosidad por averiguar a qué flor olía.

      –Como mis padres eran hijos únicos, nunca tuve primos. Tampoco tuve hermanos.

      Aquello era lo más parecido a una conversación personal que Rowan había tenido nunca con ella. Además, Mari parecía relajada y había dejado su habitual actitud a la defensiva.

      ¿Y si alargaba el brazo y le rodeaba la espalda por el respaldo del sofá?, se dijo Rowan. Sin embargo, mientras ella lo miraba a los ojos, fue incapaz de hacer ningún movimiento, temiendo romper la conexión que acababa de establecerse entre los dos.

      En teléfono sonó en ese mismo instante.

      Mari se sobresaltó. El bebé lloró. Y Rowan sonrió. Estaba decidido a explorar el persistente deseo que lo había asediado desde la primera vez que había visto a aquella excitante mujer.

      Capítulo Tres

      Mari paseaba delante de la ventana del salón, mientras Rowan hablaba con la policía local.

      Había demasiadas cosas que no encajaban. Habían abandonado a la niña, aunque olía a limpio y tenía las uñas de pies y manos bien cortadas. ¿Era posible que alguien la hubiera raptado como venganza? Cuando había sido pequeña, a Mari siempre le habían advertido del peligro de que alguien quisiera lastimarla para hacer daño a su padre. Al mismo tiempo, había tenido dificultades en confiar en la gente, pues muchos habían pretendido usarla para llegar hasta su padre también.

      Sacándose de la cabeza aquellos pensamientos, se centró en el diminuto ser que respiraba en sus brazos y la miraba con total confianza. ¿Se parecería a su madre o a su padre? ¿La estarían echando de menos?

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