Название: Historia de la estrategia militar
Автор: Jeremy Black
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
isbn: 9788432152924
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También se ha abordado la estrategia respecto a otros casos de civilizaciones premodernas. Bizancio, el Imperio romano del este, que subsistió hasta 1453, es un claro ejemplo de esto. Se ha sugerido que, bajo la incesante presión de otros poderes, Bizancio no podía permitirse combatir guerras de desgaste ni apostar por batallas decisivas. En vez de eso, se ha explicado que Bizancio buscaba aliarse con los enemigos tribales de sus enemigos habituales, y que tendía a evitar la contienda. Las fortificaciones, en el caso de Bizancio, formaban parte de una estrategia más amplia en la que el pago de tributos desempeñaba un papel importante[42]. Existió igualmente una literatura contemporánea relevante en la propia Bizancio, con algunas obras que despertaron el interés en el siglo XVIII.
En cuanto hace a la Europa occidental del medievo, las fuentes son escasas, y hay poca o ninguna literatura teórica en torno a la estrategia, que de hecho no existía como concepto específico. Las crónicas corrientes sobre la guerra son de escasa ayuda, porque los cronistas contemporáneos eran clérigos que se limitaban a engarzar narraciones de las campañas o relatos de encuentros cuerpo a cuerpo, como en el tratamiento que nos ha llegado sobre la conquista normanda de Inglaterra en 1066. Por lo general no llegaron a captar el pensamiento y la planificación que hubo tras tales hechos.
Existió una estrategia occidental (europea), pero ha de inferirse de lo que los jefes militares hicieron, y no, en conjunto, de documentos en los que se discutiera sobre ella, aunque hay registros valiosos, por ejemplo, el de Pedro IV de Aragón (r. 1336-1387). Los líderes medievales sabían lo que querían hacer, pero no había escuela o foro que produjese una dialéctica; y cada líder escogía sus propios métodos. A pesar de que usemos un lenguaje distinto, también ocurre en nuestros días, y lo mismo puede decirse en general de la teoría de la estrategia. Entre los aspectos que incluía la estrategia medieval, en la cristiandad, el mundo islámico, la India, China y Japón, estaban la logística, los avances concéntricos y la estrategia defensiva traducida en la localización de las fortificaciones.
Los escritores modernos han hecho un gran esfuerzo por discutir la estrategia medieval en la Europa occidental, un esfuerzo provechoso, entre otras cosas en cuanto al análisis de más amplio espectro de las opciones entre la batalla, el asedio y el saqueo, opciones que fueron relevantes en todo el mundo y durante la mayor parte de la historia militar (de hecho, llegan hasta el presente[43]). Este debate ha contribuido a iluminar conflictos y gobernantes concretos. Se han analizado las opciones tomadas en cuanto a objetivos y métodos, por ejemplo, por qué durante la Segunda cruzada se atacó Damasco y no Alepo en 1148, un análisis que advierte lúcidamente sobre el peligro de resultar confundido «por cálculos propios de la actualidad de los intereses estratégicos que no pueden ser reconciliados con las realidades del siglo XII»[44]. Al invadir Francia en la década de 1340 y 1350, durante la guerra de los Cien Años (1337-1453), Eduardo II de Inglaterra trató de desgastar a su enemigo devastando los campos. He ahí un ejemplo de estrategia como, al menos en parte, la extensión del pensamiento táctico, pero también de usar la guerra como beneficio en sí mismo, y también de cómo demostrar a los súbditos de un enemigo que su señor no podía protegerlos, de modo que lo mejor que harían sería cambiar de bando[45]. Se vieron los mismos objetivos y procesos en otras áreas, por ejemplo, en la India, incluso en el siglo XVIII, a medida que se formaban nuevos gobiernos durante el declive del Imperio mogol[46].
Reiteremos que el contexto político era crucial, incluido en las guerras anglo-francesas. Cuando, a mediados de la década de 1430, los ingleses perdieron el apoyo del duque Felipe III de Borgoña, su derrota en Francia resultó inevitable ya que, hasta la fecha, lo esencial de su estrategia en el siglo XV había descansado en explotar las divisiones existentes en Francia, sobre todo las pobres relaciones entre la Corona y Borgoña. Se dio un patrón similar en la India, con el intento conciliador de incorporar nuevos territorios, junto a la lucha para incorporar nuevos recursos, entre otros modos, asediando fuertes hasta llevarlos a la rendición. Tanto en la India como en otros sitios fue fundamental proyectar una imagen de control. El conflicto podía resultar un fallo estratégico por señalar la incapacidad, de una o ambas partes, para gestionar adecuadamente el poder. Esto se vio agravado por la falta de cohesión en muchos grupos políticos, sea como fuere que estos se definieran. Esta falta de cohesión pudo darse tanto en los grupos gobernantes (incluidos los linajes reales) como en las redes tribales y lo que podría definirse como un Estado[47].
Los aspectos pragmáticos de la guerra, relacionados con su alimentación y su capacidad de traslado, eran los requisitos dominantes. Así, la tierra quemada fue un método, a la vez táctico, operativo y estratégico, para impedir el avance del enemigo con efecto disuasorio. La tierra quemada fue empleada por ejemplo por los safávidas contra los otomanos (Turquía) en la invasión de Irán e Irak en 1514, y su éxito explica por qué los safávidas se equivocaron al exponerse en la batalla de Chaldiran, donde fueron derrotados por Selim I. No obstante, este fue incapaz de explotar la victoria. La tierra quemada también funcionó para los tártaros de Crimea para frustrar las invasiones rusas de la década de 1680.
En el caso de las contiendas de los cruzados, Saladino en 1187 supo tentar al mal dirigido ejército de Jerusalén a un área sin agua en la que pudo pelear según sus condiciones y destruir a sus oponentes en la batalla de Hattin. Además, en parte debido a la cuestión del suministro, Ricardo I de Inglaterra, un factor clave en la Tercera Cruzada, impulsó poco después la estrategia de invadir Egipto (que dominaba Palestina y Jerusalén), en vez de dirigirse a Jerusalén de frente. La misma estrategia se siguió en el siglo XIII, señaladamente por parte de Luis IX: Egipto era considerado un componente clave del Imperio ayubí, y se organizaron dos expediciones, en 1218-1221 y 1248-1250, resultando ambas inicialmente exitosas, aunque luego fracasaran estrepitosamente, especialmente la segunda. Posteriormente, tras la pérdida de la Tierra Santa en 1291, algunas propuestas para su recuperación, que incluían el bloqueo de Egipto como primer paso, fueron bastante sofisticadas, aunque los gobernantes europeos no fueron capaces de cooperar suficientemente para implementar su estrategia. En términos más generales, las ideas modernas de lo que fue estratégicamente importante deberían emplearse con cuidado al juzgar la estrategia seguida en las cruzadas, porque había factores políticos y desde luego religiosos en liza.
Una forma duradera de estrategia, una de las que aún se entienden y ya se vieron en la Edad Media, por ejemplo, en la Reconquista cristiana en la península ibérica, fue asegurar las conquistas mediante nuevos asentamientos. Este fue también un aspecto persistente de la estrategia china en la estepa[48]. También se vio en los avances rusos en Siberia, Ucrania y Asia central, y con las operaciones norteamericanas en el interior del país.
Fuera de Europa, ha habido un especial interés entre los estudiosos por la estrategia mongola del siglo XIII[49]. La conservación de sus fuerzas fue uno de los principales objetivos de los mongoles. El método de conquista mongol estilo tsunami incluía invadir y devastar una amplia región, pero después retirarse y conservar una estrecha parcela de territorio. Como resultado, las tropas no quedaban inmovilizadas para la ocupación durante la creación, por devastación, de una zona de seguridad que hiciera imposible que fueran atacados y que también debilitara los recursos del enemigo. Después venía otra arremetida, como a oleadas. A consecuencia de ello, los mongoles pudieron luchar en múltiples frentes sin expandirse demasiado ellos mismos.
Al mismo tiempo, se desarrolló la cultura estratégica mongola, experimentando una transición, en el siglo XIII, hacia los ataques a las ciudades, especialmente en China. Tal transición estuvo ligada a reformas administrativas que permitieron un diferente nivel de organización y fuerzas de ocupación. En parte, tal proceso implicó hacer uso de las regiones conquistadas, particularmente China. Como resultado, se desarrolló una forma híbrida de conflicto armado, en la que la hibridación se manifestó en términos estratégicos, operativos y tácticos.
Un aspecto diferente de la efectividad mongola invita a ser considerado СКАЧАТЬ