Práctica de la danza. Liane Simmel
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Название: Práctica de la danza

Автор: Liane Simmel

Издательство: Bookwire

Жанр: Изобразительное искусство, фотография

Серия: Danza

isbn: 9788499109060

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СКАЧАТЬ en una masa amorfa (del griego, sin forma) y homogénea, la sustancia fundamental; según el tipo de tejido, discurren fibras diferentes entre las células. El tipo de tejido está determinado por las células y sus propiedades dependen, en gran medida, de las fibras intercaladas.

      La sustancia fundamental se compone de un líquido espeso en el que se encuentran disueltas diversas sustancias. El agua, las proteínas, los azúcares, las hormonas y los electrólitos representan los principales componentes.

      Se distinguen tres tipos diferentes de fibras. Las fibras de colágeno están repartidas prácticamente por todo el cuerpo y apenas se distienden en su sentido longitudinal, por lo que proporcionan una elevada resistencia a la tracción. Las fibras elásticas, en cambio, se distienden sensiblemente. Pueden estirarse hasta el 150% de su longitud inicial pero, en cuanto la distensión cesa, retornan a la longitud de partida. Las fibras reticulares son las más finas del organismo. Desde el punto de vista microscópico, se trata de retículas o pequeñas redes que confieren la estabilidad fundamental básica a los tejidos.

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      Fig. 1.7: Estructura característica de un tejido, en este caso, conjuntivo.

      Dentro del cuerpo humano se distinguen cuatro tipos básicos de tejido: el epitelial, el tejido conjuntivo y de sostén, el tejido muscular y el tejido nervioso. Todos ellos se diferencian por la naturaleza de las células del tejido, la estructura exacta de la sustancia fundamental y la cantidad y composición de las fibras correspondientes.

      El tejido epitelial reviste las superficies internas y externas del cuerpo. El prototipo de este tipo de tejido es la piel que, dependiendo del tamaño corporal, puede llegar a ocupar una superficie de hasta 2 m2. Así pues, se trata del órgano más grande del cuerpo humano. Además de intervenir en la protección del cuerpo y la regulación del calor, participa también en la defensa inmunitaria, en la regulación del equilibrio hídrico a través del sudor y en el reconocimiento del entorno, por ejemplo de la presión y de la temperatura. Aparte de ello, representa un importante órgano para la comunicación. Sin darnos cuenta, cuando enrojecemos, palidecemos o se nos «eriza el vello», transmitimos mensajes importantes a nuestro entorno.

      El tejido conjuntivo y de sostén da soporte estructural al cuerpo. El tejido de sostén está formado por los huesos, los cartílagos y los tendones, y es una parte determinante del sistema locomotor del bailarín. Se describirá con detalle en la página 25 y siguientes.

      El tejido conjuntivo está repartido por todo el cuerpo. Se extiende alrededor los órganos, vasos y nervios y entre ellos. Dependiendo de la consistencia, cantidad y disposición de las fibras dispersas entre las células se distinguen el tejido conjuntivo colágeno y elástico duro, rico en fibras y generador de la forma, del tejido conjuntivo reticular, más laxo, blando y deslizante. Las funciones del tejido conjuntivo son múltiples, desde la protección y almohadillado del cuerpo hasta el transporte y la defensa inmunitaria, pasando por el almacenamiento de agua y nutrientes. Tiene un metabolismo lento, pues el transporte de los productos metabólicos intermedios o finales se produce generalmente despacio. Por eso, en ocasiones se hace referencia al tejido conjuntivo como localización en la que se acumulan los residuos. Debido a esa acumulación de productos de desecho, se prolonga aún más su período de regeneración, ya de por sí largo.

      El tejido graso es un tipo especial de tejido conjuntivo que almacena grasa dentro de las células adiposas especializadas. Estas células especiales de depósito disponen de paredes finas y elásticas que se distienden notablemente. Por eso, adaptan su capacidad de almacenamiento a la demanda. En este contexto conviene diferenciar la grasa estructural de la grasa de depósito. La primera cumple misiones esenciales en muchos lugares del cuerpo: debajo del talón actúa como «cojinete» de almohadillado y amortiguamiento de los impactos que percibe el pie; la grasa estructural de los riñones protege a los riñones en su posición, así como frente a las vibraciones y golpes. La grasa de depósito se localiza sobre todo bajo la piel, actuando como reserva energética y participando en la regulación del calor. Contiene abundantes vasos sanguíneos y se renueva sin cesar. La grasa estructura, por el contrario, solo se consume tras estados prolongados de ayuno. Por ejemplo, la grasa estructural de los riñones se descompone de forma parcial en los trastornos de la alimentación, uno de los problemas que, por desgracia, afectan con frecuencia a los bailarines (v. capítulo 9, pág. 205 y siguientes). Es un trastorno con secuelas permanentes pues, una vez que se degrada la grasa estructural, casi nunca puede recuperarse aunque se mantenga una alimentación óptima.

      Los tejidos muscular y nervioso son esenciales para la ejecución y control de los movimientos y se describen de forma pormenorizada en las páginas 29 y siguientes.

      Todos los tejidos corporales se renuevan de forma continua: las células y las fibras degradadas se destruyen, se crean otros elementos nuevos y el tejido revive. Este proceso de renovación sigue un ritmo propio en cada tejido. Así como la célula muscular se regenera con rapidez, en cuestión de días, los ligamentos, tendones o cartílagos tardan mucho más; su ciclo de renovación es de meses o años. Cuanto más veloz es la capacidad regeneradora de un tejido, con más rapidez se adapta a la carga.

      La «adaptación biológica» es lo que en el deporte y la danza se conoce como «capacidad de entrenamiento». Los diferentes tejidos reaccionan de forma muy distinta a los efectos del entrenamiento; su capacidad de adaptación puede variar desde unas horas hasta incluso años. Mientras los músculos se entrenan con bastante rapidez, el crecimiento del tejido conjuntivo y de sostén, de los huesos, de los tendones y de los ligamentos se extiende considerablemente más en el tiempo.

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      Fig. 1.8: Adaptación variable de los tejidos a la carga física.

      El esqueleto humano está formado por más de 200 huesos. Da sostén al cuerpo y protección a los órganos y ofrece puntos para la inserción de músculos, tendones y ligamentos. La movilidad de todo el cuerpo depende, de modo determinante, de las articulaciones esqueléticas. El esqueleto otorga forma y estabilidad al cuerpo pero, por sí mismo, es bastante liviano. El peso total de los huesos representa solo del 15 al 20% del peso corporal.

      Los huesos se caracterizan en general por presentar un diámetro grande y por su resistencia a la tracción, así como por su elasticidad, a menudo o pasada por alto, y su resistencia a las fracturas. Además de sus funciones de apoyo, protección y movilidad, los huesos facilitan también la regeneración de las células de la sangre y el almacenamiento de minerales esenciales para el cuerpo. Su peso relativamente ligero se debe a su singular estructura tisular.

       El tejido óseo y la vida del hueso

      Las células (osteocitos) y la sustancia fundamental de los huesos componen el tejido óseo. El 10% de la sustancia fundamental del hueso es agua y el 20% es materia orgánica, constituida entre otras cosas por proteínas y fibras de colágeno. Estas fibras de colágeno son responsables de la elasticidad de los huesos y de su resistencia a las fuerzas de tracción. El 70% de la sustancia fundamental consta de sustancias inorgánicas, minerales, que se depositan en el tejido; esta particularidad no se da solo en el tejido óseo. El СКАЧАТЬ