Название: Nadie es ilegal
Автор: Mike Davis
Издательство: Ingram
Жанр: Социология
isbn: 9781608460595
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Aunque la huelga afectó ambas costas, y de hecho tuvo ecos de solidaridad mundial desde Montevideo hasta Yokohama, su área principal fue San Pedro. Aquí los marinos y estibadores del MTWIU, apoyados por algunos trabajadores del petróleo que eran simpatizantes, pararon el puerto de Los Ángeles para completa sorpresa de los patrones y de los sindicatos de AFL. Mientras noventa barcos permanecían parados, “una aeronave rosada volaba sobre el muelle y los campos de petróleo, lanzando panfletos, y un automóvil de color rosa también, conocido como ‘Spark Plug’ (“la bujía”), conducía por la ciudad llevando oradores para hablar a miles de trabajadores en mítines al aire libre”17. Al menos en Los Ángeles, el IWW estaba vivito y coleando.
De hecho, la huelga se convirtió en una extraordinaria y prolongada prueba de fuerza entre las clases contendientes. De un lado la clase trabajadora del puerto, apoyada por los sindicalistas del comercio de Los Ángeles y los socialistas. Por el otro lado estaban los patrones (especialmente la reaccionaria Hammond Lumber Company), respaldados por Los Ángeles Times (ahora capitaneado por el yerno de Otis, Harry Chandler), el M&M y su “ala militar”, el Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD). El LPAD, declaró que las huelgas y mítines eran “incompatibles con la seguridad pública”, arrestando a tantos miembros y defensores del IWW que la ciudad se vio forzada a construir una empalizada especial en Griffith Park para manejar tal desbordamiento. Una simpatizante local, la señora Minnie Davis, permitió a los wobblies reunirse en un espectacular promontorio de su propiedad, que pronto fue bautizado por los huelguistas como “La Colina de la Libertad”.
Con doscientos pies sobre el nivel de la Tercera Avenida, la Colina de la Libertad tenía varios senderos con peldaños de piedra que conducían hacia ella. Arriba tenía bancos de madera para cerca de ochocientas personas, una pequeña plataforma de seis por nueve pies y una zona para algunos miles. Allí en la colina, el IWW llevaba a cabo seis mítines por semana, a los que concurrían entre 1.000 y 3.000 personas cuando eran en inglés y entre 500 y 800 cuando eran en español18.
El jefe del LAPD, Louis Oakes, arremetió contra la Colina de la Libertad con arrestos masivos, advirtiendo que “un hombre parado en el muelle tenía que explicar por qué estaba allí y mostrar que no era miembro de IWW; de lo contrario, iría a la cárcel”. El residente más famoso de Pasadena, el periodista y novelista Upton Sinclair, rápidamente retó al jefe, al que describió de secuaz de M&M, a un duelo constitucional, y fue arrestado cuando leía la Constitución de EE.UU. El arresto de Sinclair sólo logró enfurecer a la opinión liberal y atrajo a 5.000 personas adicionales a la Colina de la Libertad en los siguientes días. Así las cosas, y siendo incapaz la policía de parar la huelga solamente con sus arrestos, aparecieron repentinamente los vigilantes con capuchas blancas, el deus ex machina de la open shop19.
En anteriores confrontaciones de posguerra, la Legión Americana tenía una fuente segura de pandillas antirradicales, pero en 1924 el Ku Klux Klan había crecido astronómicamente en toda California y se rumoreaba que controlaba el balance del poder electoral en Los Ángeles. El cómo y el por qué el Klan fue reclutado para enfrentar a los trabajadores del puerto no está claro, pero el motivo fue presumiblemente su nativismo y su antirradicalismo, ya que el IWW tenía una afiliación mexicana bastante grande en el área del puerto y muchos estibadores hablaban con acento serbio-croata, italiano y escandinavo.
El KKK hizo su debut en el área en marzo de 1924, cuando miles de visitantes encapuchados rodearon el pabellón del IWW en San Pedro; dos semanas después, la policía irrumpió en un mitin del Sindicato de Trabajadores Industriales del Petróleo, arrestó a varios líderes y luego desalojó al resto de los sindicalistas, mientras algunas docenas de miembros del KKK destruyeron completamente el local20. Fue evidente la cooperación de la policía con los encapuchados terroristas. El 14 de junio, después de los rumores falsos de que miembros del IWW se alegraban con la noticia de la mortífera explosión a bordo del USS Mississippi, 150 vigilantes, miembros del KKK, y probablemente también policías fuera de servicio, atacaron el pabellón de IWW en las avenidas central y duodécima.
Trescientos hombres, mujeres y niños participaban en un acto de beneficencia por algunos miembros que habían muerto recientemente en un accidente de ferrocarril. Los vigilantes sacaron violentamente a las mujeres y hombres sorprendidos y luego volcaron su furia sobre los aterrorizados niños, algunos de ellos en edad de comenzar a caminar.
Parecían disfrutar de un especial deleite al zambullir a los niños en el recipiente de café hirviendo. Esto se lo hicieron a Lena Milos, de 10 años, conocida como “el pájaro cantor wobbly”, Lillian Sunsted, de 8 años, May Sunsted, de 13 años, John Rodin, de 5 años, Andrew Kulgis, de 12 años, y Joyce Romilda, de 4 años. Andrew Kulgis recibió una carga adicional de grasa caliente por uno de los sádicos de la pandilla. Todos los niños recibieron también palizas21.
El joven Andrew Kulgis fue hervido casi hasta morir, mientras los otros niños sufrieron severas quemaduras. Entretanto, fueron secuestrados siete hombres y llevados a un remoto lugar en Santa Ana Canyon, donde fueron salvajemente golpeados y luego embetunados y emplumados. Los vigilantes nunca fueron procesados (de hecho, fueron ensalzados por el Times), y cuando abogados del ACLU intentaron protestar por la atrocidad en un mitin en el centro de San Pedro, fueron selectivamente encarcelados. A finales de 1924, los afiliados del MTWIU en San Pedro estaban agonizando, los organizadores más dedicados del IWW, ahora condenados por “sindicalismo criminal”, dirigían huelgas en San Quentin, y Los Ángeles Times de Harry Chandler proclamaba la victoria después de “treinta años” de guerra entre los obreros y el capital22.
1. Citado en Philip Foner, The Industrial Workers of the World, 1905-1917 (Nueva York: International Publishers, 1965), p. 191.
2. Ibíd., p. 186.
3. McWilliams, p. 157.
4. El mejor recuento sobre las batallas por la libre expresión en San Diego está en Jim Miller, “Just Another Day in Paradise?” en Mike Davis, Kelly Mayhew, y Jim Miller, Under the Perfect Sun: The San Diego Tourists Never See (Nueva York: New Press, 2003).
5. Philip Foner, ed., Fellow Workers and Friends: IWW Free-Speech Fights as Told by Participants (Westport, Conn: Greenwood Press, 1981), pp. 140-41.
6. Kevin Starr, Endangered Dreams: The Great Depression in Califomia (Nueva York: Oxford University Press, 1996), p. 38. A pesar de ser criticado, constituye un magnífico ejemplar de las guerras agrícolas y portuarias en California, escrito desde una perspectiva pro-obrera que puede sorprender a algunos lectores de sus primeras series “Americans and the California Dream”.
7. Foner, The Industrial Workers of the World, p. 198.
8. Starr, Endangered Dreams.
9. John Townsend, Running the Gauntlet: Cultural Sources of Violence against the IWW (Nueva York: Garland, СКАЧАТЬ