Las Extraordinarias Aventuras De Joshua Russell Y De Su Amigo Robot. Antonio Tomarchio
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СКАЧАТЬ recalcaba con clamorosos aplausos, sobre todo cuando llegó la hora de Raptor, se pusieron todos en pie mientras cantaban a coro por su favorito.

      El robot, para no desilusionar al público, intentó que el enfrentamiento durase un poco más, evitando los golpes del adversario pero esperando golpearlo, hasta que un giro y una patada alta a la cara del desafortunado lo mandó a la lona.

      Los enfrentamientos siguientes habían terminado, el cabeza de serie Nueve, representado por el robot canadiense, había sido vencido por el español que, de esta manera, se aseguraba la participación en la edición del próximo año sin pasar por la clasificación. Quedaban sólo diez robots que se enfrentarían entre ellos para determinar el vencedor del torneo. Se actualizó el marcador. Todos los contrincantes estaban esperando los sorteos para saber cuál sería el puesto provisional del próximo adversario.

      El segundo robot americano había sido emparejado con el japonés, el público no había ocultado su desilusión por el resultado poco afortunado del sorteo. También se enfrentarían: el italiano con el alemán, el chino con el inglés, el español con el segundo robot japonés y, en fin, Raptor se enfrentaría al ruso.

      Tuvo lugar el primer encuentro entre Estados Unidos y Japón. La excelente técnica del nipón contrastada hábilmente por el americano que había respondido a cada golpe pero que, finalmente, había cedido ante el adversario más fuerte, quedando destrozado encima de la lona. El alemán, después de haber ilusionado a sus hinchas, mostrando toda su fuerza, había debido sucumbir ante la mayor velocidad del italiano que, con un hábil movimiento, primero había pasado por debajo de sus piernas y luego lo había destruido con un golpe mortal en la nuca.

      El español había perdido contra el otro robot japonés y el chino había superado su turno con mucha dificultad. Quedaba sólo el encuentro entre Raptor y el ruso. De todos estos quedarían sólo cinco, cuatro se enfrentarían entre ellos, confiando otra vez en el sorteo, el quinto sería el primer finalista y podría descansar un poco con respecto a los otros adversarios, pero para llegar a la final, saltando dos encuentros, debería ser aquel que empleaba menos tiempo en desembarazarse del adversario.

      Joshua quería ser el primer finalista, no porque no quisiese disputar otros encuentros, sino porque comportaría una ventaja física, pero sobre todo psicológica, sobre el contrincante. Así que ordenó a su robot que venciese en el menor tiempo posible.

      Raptor obedeció y en cuanto sonó la campana se tiró sobre el adversario que, antes de que comprendiese lo que estaba pasando, se encontró hecho pedazos sobre la lona del ring. El público estaba delirante, los Estados Unidos estaban en la final.

      Los últimos encuentros vieron enfrentarse a un japonés contra el italiano y el otro contra el chino. El italiano venció al segundo robot nipón después de una larga y frenética lucha, mientras que el chino, que había peleado como un león, finalmente había debido sucumbir a los golpes del primer autómata del sol naciente que tenía sus mejores armas en la calidad de su mecánica y en el Jujitsu.

      Del encuentro entre el italiano y el japonés saldría el segundo finalista, era un encuentro entre titanes, las dos mejores industrias de robots del mundo se retaban para enfrentarse a lo que todos creían era el juguete construido por un chavalito. Esto, de todas formas, no asombraba a nadie, todos sabían que aquel muchachito había puesto en marcha el desarrollo de los robots con sus inventos, todos sabían que era un genio reconocido a nivel mundial y, por lo tanto, que hubiese construido un robot superior a todos los otros, era bastante probable.

      El reto entre dos robots con habilidades parecidas no podía sino volcarse de la parte del más experto en las artes marciales y, de esta forma, el japonés venció al italiano, aunque con grandes dificultades.

      Joshua estaba a punto de enfrentarse con aquel chaval que lo había empujado, haciéndole caer y que le había dicho: «Aplastaré a tu robotito como una hormiga». Volvía a pensar en aquellas palabras mientras saboreaba la venganza.

      Estaba ya listo en el ring, a la espera del japonés que llegó con aire presuntuoso, seguro como estaba de poder vencer con facilidad al joven y menos experto americano. El encuentro comenzó con el robot nipón atacando enseguida, Raptor había esquivado, con su excepcional rapidez todos los golpes del adversario, pero sabía que con el Jujitsu la fuerza de sus golpes podía volverse contra él si se hubiese equivocado al golpearlo, probó a hacer unas fintas y a abrir un hueco en la defensa del adversario.

      El público, en la sala, estaba totalmente de su parte, y él no quería desilusionarlos. De repente el adversario intentó golpearlo con una patada circular alta, él se bajó y lo golpeó con una impresionante velocidad en el pie de apoyo haciéndolo caer estrepitosamente.

      El campeón japonés, que mientras tanto se había levantado, comenzaba a perder seguridad, intentó todavía golpear al adversario sin conseguirlo y sufriendo los golpes asestados por Raptor. Cuando el robot alienígena se dio cuenta de la indecisión del contendiente, se lanzó con ímpetu al ataque final, dio un salto y con una patada descendiente en plena cara lo volvió a tirar a la lona, rematándolo, antes de que se pudiese levantar de nuevo, con una serie de puñetazos que aplastaron la cabeza del autómata nipón como una lata vacía.

      La gente había enloquecido de alegría y, mientras la música resonaba desde los altavoces y el locutor anunciaba al nuevo campeón del mundo, algunos hinchas habían levantado a Joshua llevándolo en los hombros hasta el palco sobre el cual tendría lugar la entrega de premios. Al lado de él, en los escalones más bajos, el chaval japonés y el italiano no conseguían esconder la desilusión en sus rostros. Joshua estrechó la mano al italiano, alegrándose con él, luego, mientras estrechaba la del japonés, le dijo sonriendo todo satisfecho:

      «Ya lo destrozarás la próxima vez, a mi robotito.»

      El muchacho se fue de celebración con su padre y su amigo Lucas que, mientras tanto, lo había alcanzado, incrédulo, en el edificio. Hubiera querido llevar también a su amigo Raptor, pero por razones obvias debió dejarlo en el coche. Regresó a casa feliz, su sueño se habría hecho realidad, había conseguido su objetivo, ahora, después de una merecida noche de descanso, podía concentrarse en el problema de los alienígenas.

      A la mañana siguiente, muchos periodistas fueron a buscarle para pedirle una entrevista, él respondió encantado a las preguntas que le hacían, quería disfrutar de su momento de gloria antes de que algo pudiese arruinarlo todo. Su juventud lo salvó de las preguntas más maliciosas y no debió dar explicaciones sobre la fuerza de su criatura, en el fondo, aunque había vencido a los mejores autómatas del mundo, lo había hecho sin levantar sospechas y sin mostrar una superioridad abrumadora.

      Por la tarde, finalmente, lo dejaron en paz, así que se fue al cobertizo junto a su amigo robot para charlar un poco. Raptor conocía todo de su joven amigo ya que podía leer su mente y, por lo tanto, Joshua no tenía ningún problema para confiarse a él ni se avergonzaba al pedirle consejos a los cuales el nuevo campeón del mundo no se sustraía, aprovechando la sabiduría que la enorme cantidad de datos de su memoria le confería.

      Se dio cuenta de que en su vida le había siempre faltado una figura como su amigo metálico, no tenía hermanos y el padre y la madre se ausentaban a menudo, ocupados en actividades mundanas. Lucas era un muchacho inteligente y un óptimo amigo pero no había querido nunca confiar en él y no conseguía explicarse el motivo.

      Ya se había hecho de noche y Joshua, mientras estaba entrando en casa, notó sobre la mesa, sobre la que la madre le había dejado una cena rápida, una nota. Los padres le decían que habían salido a cenar con unos amigos y que volverían tarde, le pedían que cenase él y que no se fuese tarde a la cama.

      « ¿Para qué se habrán inventado los teléfonos СКАЧАТЬ