Las Extraordinarias Aventuras De Joshua Russell Y De Su Amigo Robot. Antonio Tomarchio
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СКАЧАТЬ de los hechos parecía bastante creíble ya que el padre de Lucas, que era un millonario al mando de una multinacional y senador, compensaba su continua ausencia y el escaso interés por su hijo y la familia con costosos regalos. El padre del pequeño inventor nunca habría pedido una confirmación al padre de Lucas porque no tenían buenas relaciones debido a una vieja cuestión de confines de las propiedades.

      Esperaron juntos la llegada de los padres de Joshua, definiendo, mientras tanto, algunos detalles y enterrando el cuerpo del pequeño alienígena en el terreno cercano al cobertizo para evitar que pudiese ser encontrado por alguien. Lucas había conseguido sacarle la promesa de que, si se le presentaba otra oportunidad, le procuraría también a él otro robot alienígena.

      Cuando el padre del pequeño genio llegó al cobertizo para buscar a su hijo, los muchachos le contaron la historia que habían inventado. El padre no tuvo ningún problema en creerles, es más agradeció a Lucas su amabilidad y le pidió que también le diese las gracias a su padre que había dado su consentimiento. Parecía contento por su hijo que, después de tantas humillaciones tenía, por fin, un buen robot para el torneo.

      Joshua ordenó mentalmente a Raptor ponerse en modo reposo y salió del cobertizo junto con su padre y su amigo, se despidieron y cada uno se dirigió hacia su propia casa. En cuanto llegó a casa contó también a su madre la historia del préstamo. La mujer, que era menos ingenua que su marido, estaba perpleja y comenzó a hacer un montón de preguntas. Quería saber por qué motivos la familia de Lucas había accedido al préstamo, considerando que la posibilidad de la destrucción del robot no era tan remota. El chaval explicó que el juguete de su amigo era muy fuerte y que no sería destruido y si, desafortunadamente, esto ocurriese, lo pagaría él con su dinero.

      Los padres, que habían sido unos pobres obreros y que debían a su hijo la repentina riqueza, ante aquellas palabras se callaron reconociendo que Joshua no era un imprudente, sino que había demostrado siempre tener la cabeza bien plantada sobre los hombros a pesar de su juventud.

      Cenaron y se fueron a la cama. Joshua no conseguía conciliar el sueño, continuaba pensando en lo que había sucedido, en la responsabilidad que había asumido al no advertir a las autoridades. Pensaba en las consecuencias, incluso penales, que su gesto comportaba y qué podría suceder si fuese descubierto, pero era demasiado tarde para dar marcha atrás y, sobre todo, no quería renunciar a la sensación de poder que su nuevo robot le transmitía.

      Intentó ponerse en contacto con él, sentía que la conexión estaba todavía activa a pesar de la distancia.

      «Raptor, ¿estás durmiendo?» preguntó.

      Enseguida, la voz cavernosa del robot, resonó dentro de su cabeza.

      «No, comandante, yo no duermo jamás.»

      « ¿Cuántos hay como tú en la tierra?»

      «Yo soy el primero, pero muy pronto habrá otros.»

      « ¿De dónde venís?»

      «Yo he sido construido en la tierra.»

      « ¿Quiénes son esos seres parecidos a lagartijas que te han construido?»

      «No lo sé, Comandante, toda la información sobre ellos ha sido borrada en el momento de la desconexión.»

      « ¿Cómo os desconectáis?»

      «Sólo la muerte del comandante puede permitir la desconexión, o también una excesiva distancia entre nuestras mentes.»

      « ¿Cuál es la distancia máxima?»

      «Con el comandante anterior la conexión no era buena, su mente no le permitía alejarse más allá de los veinte centímetros.»

      « ¡Por esto el alienígena estaba obligado a permanecer dentro del robot, no podía manejarlo desde más lejos a causa de la poca potencia de sus ondas cerebrales!» pensó el chaval.

      « ¿Ente nosotros cuál es la distancia máxima?» preguntó, cada vez más curioso.

      «Tu capacidad telepática es enorme, tus ondas cerebrales son muy fuertes, la conexión es excelente, puedo estimarla en más de unos cientos de kilómetros, aproximadamente.»

      « ¿Me eres fiel o todavía estás conectado a tus constructores?»

      «Mi mente es una extensión de la tuya, yo no existo sin conexión, tú eres el comandante, tus enemigos son también los míos.»

      «Gracias Raptor, ahora intentaré dormir. Buenas noches»

      Le hubiera gustado continuar haciendo preguntas, pero se dio cuenta que tenía todo el tiempo del mundo para aclarar cualquier duda, mientras que la necesidad de procesar la información recibida era más urgente.

      Continuó reflexionando sobre las respuestas recibidas del robot. Él era el primero pero habría otros, así que dedujo que todavía los estaban construyendo. Había sido fabricado en la tierra, por lo tanto los alienígenas debían tener una base en nuestro planeta en la que poder construir los robots.

      Pensó que, en efecto, para transportar unos autómatas tan grandes necesitarían unas astronaves enormes, muy fáciles de identificar por los radares militares, mientras que, dadas sus pequeñas dimensiones, los alienígenas podrían descender sobre la Tierra en pequeñísimas naves espaciales sin ser observados. Podían haber llegado a nuestro planeta hace muchos años sin ser vistos por nadie. Había lugares inexplorados en los que podían refugiarse y vivir sin entrar jamás en contacto con un ser humano.

      «Entonces, ¿por qué construir unos robots? ¿Cuáles son sus intenciones? Seguramente no son buenas» pensó.

      «Construyen robots para enfrentarse a los humanos, en caso contrario la lucha sería desigual. Quizás no se contentan con ser unos huéspedes, quieren dominar el planeta, eliminar a los principales competidores por la comida. Yo represento, por lo tanto, una amenaza para ellos, soy el único que conoce su existencia y sólo con mi muerte podrían recuperar el robot.»

      A pesar de todos aquellos pensamientos y un poco de miedo por la incertidumbre sobre su destino, finalmente cayó agotado en un profundo sueño.

      Al día siguiente se despertó temprano y corrió enseguida a ver a su nuevo amigo para jugar con él. Sabían hacer las mismas cosas, lo retó a jugar al baloncesto, al fútbol, pero, por desgracia, no tenía ninguna posibilidad de poder vencerlo, conocía los deportes igual que su comandante pero tenía unas dotes físicas inmensamente superiores. Lo retó, por lo tanto, a una partida de ajedrez y después de unos cuantos empates consiguió vencerle.

      Pasaron así algunos días, la amistad entre los dos crecía y se reforzaba. El muchacho estaba cada vez más encariñado con el robot y Raptor le correspondía sintiéndose cada vez más unido a su nuevo comandante. Joshua se olvidó de los alienígenas, dejó de preocuparse por si su vida estaba en peligro y, sobre todo, dejó de preguntarse cómo no habían aparecido todavía.

      Llegó el día del torneo. Joshua se puso los controladores para fingir que el robot era controlado con el telemando y con la mente le ordenó que subiese al auto de su padre. Lucas no había podido venir porque todavía estaba ocupado con la escuela pero prometió que en cuanto le fuese posible le haría compañía.

      Fueron acompañados hasta delante de la puerta de entrada. Joshua entregó al personal encargado la inscripción a los juegos y un documento de reconocimiento, СКАЧАТЬ