Persona, pastor y mártir. José María Baena Acebal
Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Persona, pastor y mártir - José María Baena Acebal страница 3

Название: Persona, pastor y mártir

Автор: José María Baena Acebal

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия:

isbn: 9788417131999

isbn:

СКАЧАТЬ

      nulos a perpetuidad los harán por miedo las naciones.

      Recibirá el niño de los dioses la vida, y con los dioses verá

      mezclados a los héroes, y él mismo será visto entre ellos;

      con las patrias virtudes regirá a todo el orbe en paz.

      Por ti, ¡oh niño!, la tierra inculta dará sus primicias,

      la trepadora hiedra cundirá junto al nardo salvaje,

      y las egipcias habas se juntarán al alegre acanto.

      Henchidas de leche las ubres volverán al redil por sí solas

      las cabras, y a los grandes leones no temerán los rebaños.

      Tu misma cuna brotará para ti acariciantes flores.

      Y morirá la serpiente, y la falaz venenosa hierba

      morirá; por doquier nacerá al amomo asirio.2

      Pero, por mucho que algunos de los padres de la iglesia, en tiempos de valoración de lo que los clásicos nos habían legado, y tratando de cristianizarlos en alguna manera, quisieran ver en Virgilio un “profeta”, él era tan solo un poeta pagano. Sus mejores exégetas entienden que hablaba de un futuro emperador romano.

      Las Escrituras hebreas también tienen su muestra de esta literatura pastoril, con un ejemplar inigualado e inigualable, como es el Salmo 23, cuyo autor es David, pastor él mismo antes que rey y profeta:

      Jehová es mi pastor, nada me faltará.

      En lugares de delicados pastos me hará descansar;

      junto a aguas de reposo me pastoreará.

      Confortará mi alma.

      Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

      Aunque ande en valle de sombra de muerte,

      no temeré mal alguno,

      porque tú estarás conmigo;

      tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

      Aderezas mesa delante de mí

      en presencia de mis angustiadores;

      unges mi cabeza con aceite;

      mi copa está rebosando.

      Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,

      y en la casa de Jehová moraré por largos días.3

      La belleza de este salmo no tiene parangón en la literatura universal. ¡Cuántas veces ha servido de consuelo a millones de creyentes en momentos, tanto de tribulación o angustia, como de sosiego! El príncipe de los predicadores, Spurgeon, lo comenta en su Tesoro de David, editado por CLIE, que hoy tenemos el privilegio de poder leer los hablantes del idioma de Cervantes gracias al trabajo de toda una vida de dedicación de mi buen amigo Eliseo Vila, que lo ha traducido y lo ha enriquecido con comentarios propios.

      Ante el rey Saúl, David cuenta su experiencia pastoril: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre. Cuando venía un león o un oso, y se llevaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, lo hería y se lo arrancaba de la boca; y si se revolvía contra mí, le echaba mano a la quijada, lo hería y lo mataba. Ya fuera león o fuera oso, tu siervo lo mataba…” (1 Sm 17:34-36). Su relato desvela los peligros de su profesión, pero también un detalle importante: su soledad ante sus responsabilidades de cuidar el rebaño y el peligro. Los pastores trabajan solos en el monte. David tenía que valerse por sí mismo, aunque dada su trayectoria posterior y la valentía con que se enfrentó al gigante Goliat, podemos asegurar que había aprendido a confiar en su Dios, pues él mismo declara: “Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de manos de este filisteo”. (1 Sm 17:37). En pleno enfrentamiento, siendo objeto del más absoluto menosprecio por parte del gigante, David le contesta: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mis manos, yo te venceré y te cortaré la cabeza”. (1 Sm 17:45-46).

      En una entrevista publicada por el periódico El Mundo4 a uno de los todavía restantes pastores de Galicia, los periodistas Marcos Sueiro y Román Nóvoa, recogen el testimonio de Francisco Quintas:

      La rutina es siempre la misma pero no deja de ser apasionante porque siempre pasan cosas” dice Francisco. Y es que los peligros que acechan a los animales no solo son naturales, sino que tienen que ver con la rentabilidad de una actividad sacrificada y no especialmente bien remunerada”.

      A continuación, explican:

      «Hoy en día, en la zona de Allariz, ya solo quedan tres [pastores]. Francisco relata que uno de los últimos que llegó ya se marchó». Y es interesante lo que siguen diciendo: «Francisco pasa prácticamente el día en el monte, desde las diez de la mañana hasta las ocho de la tarde, aunque puede haber variaciones dependiendo de la estación del año. Su compañía son los perros adiestrados para cuidar a los animales y algún turista o deportista que se deje ver por la zona de Guimarás. No echa de menos la presencia humana pero sus quejas tienen que ver con lo sacrificado del trabajo y lo poco reconocido que está».

      ¡Es increíble la similitud que el oficio de Francisco tiene con el de los pastores de almas! Duras y arduas horas de trabajo en soledad, sacrificio, mala remuneración, escaso reconocimiento… Algunos renuncian y se van.

      La conclusión de la entrevista es animadora:

      Los pastores [se refiere a Francisco y su ayudante Antonio] tienen la piel curtida y las manos endurecidas, su rostro refleja el cansancio. Los dos saben que «hoy por hoy no van dejar la profesión». Saben que desde el monte no les escucha mucha gente, pero también saben que tienen razones, y que el asunto del pastoreo debe tomarse en serio y por el bien de todos. (El énfasis es del autor de la entrevista).

      Los dirigentes de las iglesias, entre otros títulos, como obispo o anciano, son llamados pastores, porque su labor espiritual es similar a la de los pastores del monte. En mi libro Pastores para el Siglo XXI dedico un capítulo a comentar la alegoría de Jesús como “el Buen Pastor”, referida por el evangelista San Juan, a la vez que también se le identifica con “la Puerta del aprisco”. Así que este libro de ahora va sobre la realidad de la vida de quienes en la iglesia de Dios son llamados a ejercer este precioso ministerio, por mucho que tenga sus desafíos y sus riesgos, pero como dice Francisco, el pastor de Allariz, también es una labor apasionante.

      Nos fijaremos en primer lugar en el hecho que el pastor o la pastora son personas, seres humanos comunes y corrientes. En segundo lugar, son pastores. Ya sé que muchos no aceptarán este planteamiento de pastores y pastoras y puede que se sientan tentados a dejar de seguir leyendo este libro, pero me apresuro a recordarles, como lo hacía en mi libro anteriormente citado que, como mínimo, habitualmente los pastores están casados y tienen una esposa que, aunque no en todas las culturas, en muchos sitios son llamadas “la pastora”. Por último, ya nos hemos referido al calificativo de mártir, que no necesita más justificación.

      El СКАЧАТЬ