Sergei Prokofiev. Nadia Koval
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Название: Sergei Prokofiev

Автор: Nadia Koval

Издательство: Издательские решения

Жанр: Биографии и Мемуары

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isbn: 9785448313554

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СКАЧАТЬ descansar, le había ofrecido al joven músico participar en un concierto en el Augusteum. La programación incluía el Segundo Concierto para Piano, Estudio del Op. 2 y el Prelud, Rigodón y Marcha del Op. 12. El concierto lo dirigía el Maestro Molinari, quien además de las obras de Prokofiev había dirigido la Obertura-Fantástica «Romeo y Julieta» de Tchaikovski, La Mer de Debussy y el Poema sinfónico «Till Eulenspiegel» de Richard Strauss. Esta fue la primera aparición de Prokofiev en cualidad de pianista y compositor en el extranjero. Lamentablemente, no fue muy exitosa. El carácter cósmico del Segundo Concierto para Piano y la ironía de las pequeñas piezas no fueron entendidos por el público italiano. Prokofiev cuidadosamente recortó las partes de los periódicos sobre el concierto y las tradujo al ruso. Aquí están sólo algunas de ellas. La opinión de Nicola Cilento en el artículo «La música de Prokofiev en el Augusteum», del 8 de marzo de 1915 en el diario «La Victoria»: «El Concierto Nª 2 para Piano y Orquesta dio la impresión de que esta es, sin duda, una cosa nueva, pero desigual y algo extravagante. Prokofiev sabe de forma, pero su atracción por el ritmo es paranoica: une algún motivo o una combinación sonora e insiste con éstos hasta la amargura, hasta los espasmos y el delirio. No cabe duda de que tiene una rica y vibrante fuerza rítmica, la cual en la música de Stravinski siempre fue animada por el control del gusto artístico, pero Prokofiev va adelante, perdiendo todas las fronteras, sin sentido de proporción y no siempre a fondo. Los cuatro movimientos del concierto, que nosotros pudimos oír, fueron una especie de perpetuum mobile de las teclas, que nunca, ni por un momento, se detuvo por una pausa donde tocase la orquesta sola. El público, bajo la influencia del pianista, quien con sudor trabajó en el piano hasta el último momento, quedó concentrado y preocupado, y al final se animó a recompensar al autor y al artista por la considerable fatiga, y por la finalización de esta pesadilla».

      Alguien, que no había firmado su artículo titulado «El pianista Prokofiev en Augusteum», publicado en «Il Messaggero», argumentó que la opinión pública sobre el pianista Prokofiev había sido «unánime y muy halagadora, pero que de él como compositor, la opinión de la audiencia no había resultado ser demasiado benévola». «Giornale d’Italia», del 9 de marzo de 1915: «Prokofiev fue calificado como un excelente pianista, pero como compositor no impresionó con su brillante individualidad». El misterioso «A.G.» de «La Tribuna», dijo francamente: « (…) pensamos que íbamos a encontrarnos con un nuevo y atractivo Stravinski, polémico pero aceptable, pero nos encontramos, sin embargo, con un artista que se encontraba en un período de iniciación y, por lo tanto, privado de la cara «propia» y deambulando entre lo antiguo y lo nuevo. El Concierto para Piano que dio ayer dejó una impresión de incertidumbre y, además, de aburrimiento».

      T. Montefiore en las páginas de «La Concordia», escribió lo siguiente: «Sin duda, Prokofiev posee sólidas cualidades como músico y compositor; está dotado de un notable sentido del ritmo y trata de ser claro. Esto lo ha demostrado en las dos primeras partes del concierto. Más allá de esto, él es un pianista de alto grado, que ha alcanzado la capacidad de superar las increíbles dificultades de su concierto». La causa de la incomprensión del público y los críticos romanos tal vez fue porque no se esperaba nada moderno de Prokofiev, sino algo de carácter arcaico y prehistórico.

      Al disgusto por la recepción del concierto se sumó el hecho de que Diaghilev no aprobó la música para el ballet Ala y Lolli. Además, le dirigió a Prokofiev un largo discurso sobre su entendimiento de la música actual: «No existe y no puede existir la música internacional; pero para ser nacional no es suficiente usar temas rusos en la música, hay que cumplir con el espíritu nacional (…), y por lo tanto, hay que salir urgentemente de Petrogrado, donde ya no se sabe apreciar nada ruso, y donde lo verdaderamente nacional en la música culminó con Borodin, Músorgski y Dargomyzhski». Diaghilev, aparentemente, se había confundido con la determinación de su percepción, porque hace muchos años que no se encontraba en Rusia y, además, lo que le había presentado Prokofiev había sido algo totalmente inesperado. En una carta desde Roma, del 25 de marzo de 1915 dirigida a su madre, Prokofiev escribió: «Diaghilev considera que «el pantano del Petrogrado» tiene una terrible influencia sobre mi desarrollo musical, y que yo estoy detrás del pulso europeo. Si mi música le está gustando a Petrogrado, eso significa que me quedé atrás… Esto no carece de precisión.

      Diaghilev insiste en que Prokofiev permanezca en el extranjero para que se adapte a las nuevas tendencias de la música; también le pide a Stravinski una inmediata intervención, comentándole: «Hace poco, Prokofiev tocó en Augusteum con un éxito digno, pero no es el caso. Me trajo un nuevo ballet terminado en una tercera parte que podría servir para la producción en Petrogrado y ser válido para las actuaciones en el Teatro Mariinski il ya dix ans. Lo siento mucho, pero tenemos que empezar todo de nuevo. Para hacer esto hay que mimarlo y dejarlo con nosotros durante algún tiempo, por 2 o 3 meses. Para esto quiero contar contigo. Prokofiev es talentoso, pero qué puede hacer uno si para él el hombre más culto es Tcherepnin, quien lo está influenciando con su ejemplo. Además, él parece ser más simpático y encantador que antes, cuando tenía un comportamiento algo arrogante. (…) lo necesito reformado completamente. De lo contrario, lo perderíamos para siempre».

      Desde Roma Diaghilev y Prokofiev viajaron a Milán, donde el 2 de abril se les unió Stravinski por un par de días. Diaghilev ubicó a los dos compositores en habitaciones contiguas del Hotel «Continental», donde ellos abrieron la puerta que los dividía y por iniciativa de Stravinski, hablaron mucho y tocaron el piano juntos. «Al escuchar mi Segundo Concierto, la Toccata y la Segunda Sonata —escribió Prokofiev en su Diario— Stravinski quedó muy asombrado y me dijo que era un verdadero compositor ruso, y que, exceptuándome a mí, en Rusia no había otros compositores rusos».

      Una vez tocaron a cuatro manos toda La Consagración de la Primavera. Prokofiev la había oído sólo una vez en los conciertos de Koussevitzki. Antes de que Prokofiev se sentara con Stravinski a leer la reducción para piano de La Consagración de la Primavera, la obra no era para él muy clara y parecía increíblemente difícil. Sergei Prokofiev se acordaba de Stravinski de la siguiente manera: «Era de baja estatura y anémico. Mientras tocaba hervía, se llenaba de sangre, transpiraba, roncaba y tan cómodamente daba el ritmo, que la Primavera era interpretada con un efecto increíble».

      Sólo luego de tocar, Prokofiev finalmente entendió La Consagración de la Primavera – una obra de gran libertad y poder. El estudio de la obra le ayudó a Prokofiev a reflexionar sobre la consolidación de sus propias ideas en la música.

      Diaghilev le había dicho que para buscar otro tema para el ballet ellos tenían que dirigirse a Stravinski, quien poseía una gran cantidad de libros sobre el folclore ruso. Entre los cinco tomos de los cuentos de hadas rusos de Afanásiev seleccionaron dos sobre un payaso, con los cuales «armaron fácilmente una historia para otro ballet, compuesto por seis escenas, y esta vez Diaghilev había firmado conmigo un contrato por 3000 rublos», recordaba Prokofiev.

      Igor Stravinski (1882—1971)

      Según el Diario, el compositor inicialmente había dicho que su condición para el trabajo debía rondar en los 5 mil rublos. Diaghilev, que no tenía esa cantidad de dinero, calculaba «comprar» a Prokofiev con las perspectivas de su futuro reconocimiento por toda Europa. Además, le declaró directamente al compositor que estaba loco y que tanto dinero no se le había pagado ni a Stravinski.

      El nuevo ballet tenía el nombre de Chout (El Bufón) y haría feliz no solamente a Diaghilev, que era gran admirador de las cosas escabrosas, pero también era muy coherente con el carácter de Prokofiev por su actitud juvenil. La historia del ballet transcurría en los tiempos paganos y tenía un carácter carnavalesco. Contenía los elementos de cambio de los roles entre los hombres y las mujeres, con unos toques de bestialidad y de СКАЧАТЬ