Название: Sergei Prokofiev
Автор: Nadia Koval
Издательство: Издательские решения
Жанр: Биографии и Мемуары
isbn: 9785448313554
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Prokofiev emprendió su viaje el 1 de junio de 1914 y el 9 de junio llegó a Londres, llevando con él una carta de recomendación para Otto Kling, firmada por su profesor Nikolai Tcherepnín. Kling era el director de una importante tienda musical y un gran admirador de la música rusa. Él le ofreció a Prokofiev un cuarto para los estudios en su tienda. En este, en diferentes momentos, trabajaron Scriabin, Rachmaninov y otros compositores rusos.
El encuentro con Diaghilev, que Sergei había esperado tanto tiempo, tuvo lugar una semana más tarde. Prokofiev escribió en su Diario que en el momento del encuentro en el teatro después de la presentación de Le Rossignol de Stravinski, el empresario le extendió su mano en un guante blanco y le dijo que estaba muy contento de verlo y que le gustaría que el joven compositor asistiera a sus espectáculos. Además agregó que quería conocer su música. Más adelante Walter Nouvel (amigo y colaborador de Diaghilev) le comunicó a Prokofiev que Diaghilev quería pedirle que compusiese la música para un ballet nuevo. Con esta noticia, Prokofiev sintió que su objetivo se había logrado. Su próximo encuentro tuvo lugar el 3 de julio. A la hora señalada, Prokofiev y Nouvel llegaron a un restaurante y más tarde se les unieron Diaghilev con un joven bailarín, Leonid Massine, que recién había debutado con el papel principal en La Légende de Joseph. Diaghilev comenzó la charla hablando de las nuevas tendencias en el ballet moderno. Prokofiev se mostraba desinteresado y quería cambiar el tema de conversación hacia la ópera, particularmente hacia su proyecto sobre el texto El Jugador de Dostoievski. Pero Diaghilev insistía en su convencimiento de que la ópera, como género musical, se había quedado en el pasado, y que el ballet, a su vez, estaba floreciendo. Después del almuerzo el grupo se trasladó a la tienda de Kling, donde Prokofiev tocó para Diaghilev algunas de sus obras: la Segunda Sonata para piano, fragmentos de la ópera Maddalena y el Concierto Nº 2 para Piano. Prokofiev recordaba que el concierto «lo había llevado a Diaghilev al éxtasis», y el empresario exclamó: «Ahora tenemos que empezar a comer de nuevo», que según lo interpretó el compositor, había sonado como «ahora sé de qué hablar con usted». En sus próximos encuentros, Diaghilev expresó la idea de usar la música del Segundo Concierto para el ballet.
El 14 de julio, Diaghilev le introdujo a Prokofiev a su conductor principal Pierre Monteux. Mientras los debates sobre la participación de Prokofiev en la música para las futuras temporadas de la compañía se encontraban en desarrollo, Monteux lo invitó a participar en sus conciertos en el Casino de París. Antes de la partida de Prokofiev a Rusia, Diaghilev le dijo que en San Petersburgo tenía que contactar a Sergei Gorodetski (en su opinión, el mejor escritor de la época) para que le prepare un texto para el futuro ballet. Al fin de cuentas, agregó que él mismo iría a Rusia en agosto. Prokofiev estaba feliz y seguro de que iba a trabajar para Diaghilev. Éste, uno de los empresarios más grandes en el ámbito musical del siglo XX, tenía un don especial para buscar y descubrir nuevos talentos. No le costó nada reconocer el talento de Sergei Prokofiev desde el primerísimo momento en que lo escuchó tocar el piano. Lo mismo pasó con el descubrimiento de Igor Stravinski. Le bastó escuchar su Scherzo fantastique a principios del 1909. Pronto lo llamó para pedirle que haga la orquestación de dos piezas de Chopin para la próxima presentación de Les Sylphides y, más tarde, para que compusiese ĹOiseau de feu para la temporada de 1910 de su Compañía. Mientras Prokofiev se encontraba en Londres, Diaghilev le facilitaba la entrada a todos los espectáculos de los Ballets Rusos. Gracias a esto, Prokofiev pudo ver y escuchar muchos de ellos, como Dafnis y Cloe de Maurice Ravel y los dos ballets de Stravinski, El Pájaro de Fuego y Petrushka. Le gustó la energía, la vitalidad y la excentricidad de las obras, pero le pareció que les faltaba un real material temático. Aunque también suponía que tal vez lo mismo les pasaba a los que escuchaban por primera vez sus propias obras.
Después de la estadía en Londres, que duró un mes, Prokofiev volvió a Rusia.
Me estaba llevando una gran impresión de Londres conmigo, sin mencionar el hecho de que aquí he hecho un contacto importante, pero en general me gustó mucho la ciudad y los británicos también, aunque la auto-glorificación y la auto-admiración que tenían sobre sí mismos me hacía enojar. Por eso, como venganza, todo el tiempo elogiaba a Rusia, sobre todo la música rusa, diciendo que esta es ahora, sin duda, la mejor y la única (…).
El inicio de la Primera Guerra Mundial
El 1 de agosto de 1914, Alemania le declaró la Guerra a Rusia. Esperando una rápida victoria, lo mismo había hecho con Francia. El 4 de agosto Gran Bretaña se sumó a la confrontación. El evento detonante fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria, el heredero a la corona austro-húngara y de su esposa, Sofia Chotek, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, a manos del joven estudiante nacionalista serbio Gavrilo Princip. En pocas semanas, Alemania destruyó irreparablemente la imagen de ser la cuna de la moderna civilización. Muchas veces, los acontecimientos históricos que sucedieron algún tiempo atrás no representan para nosotros algo importante. Lo recordamos a través de números y datos, y rara vez tratamos de ponernos en el lugar de aquellos a los que les tocó vivir en ese momento. La generación moderna ni siquiera sabe que ésta fue la guerra que había movilizado a más de 60 millones de soldados europeos y acarreado la muerte de más de 10 millones de personas.
Es difícil imaginar con convicción cómo se sentía con estos acontecimientos nuestro héroe, que había crecido con la música alemana. En los primeros días, fue reclutado en el ejército su amigo Nikolai Miaskovski. El 6 de agosto de 1914, Miaskovski fue mandado de San Petersburgo a la pequeña ciudad Boróvichi del distrito de Nóvgorod. Desde allí escribía: «No siento ningún tipo de levantamiento de ánimo, ningún tipo de sentimiento patriótico. No siento nada más que desconcentración, producida por la desesperación de los alemanes (no siento asco, sólo perplejidad). Sólo ahora me doy cuenta de que el arte, principalmente la música, está СКАЧАТЬ