Название: Pensamientos y afectos en la obra de Elizabeth Jelin
Автор: Sergio Caggiano
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
isbn: 9788418929151
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Todo esto ocurría mientras yo tenía dieciséis años. Era la más chiquita de la facultad. Mi mundo era un mundo de gente que tenía unos años más que yo; muy pocos habían ingresado igual que yo.
— ¿En qué consistía la carrera de sociología en ese momento? ¿Qué temas se tocaban, quiénes eran los profesores?
— Gino Germani daba Introducción a la Sociología.3 Las materias de primer año (Historia, Filosofía) eran dictadas por profesores de otro lado. Tulio Halperín Donghi era adjunto de Luis Aznar, quien era el titular de Historia.4 Tulio daba las clases teóricas los sábados en la mañana, las daba a quinientos por hora y nosotros le pedíamos que baje el ritmo y no lo hacía. No podíamos tomar notas. En filosofía estaba Ángel Vassallo.
Luego, en el segundo año, Germani dio Sociología Sistemática; sus ayudantes eran Miguel Murmis y Eliseo Verón. Norberto Rodríguez Bustamante dictaba Teoría Sociológica; tenías que leer mucho Weber y Durkheim. La metodología la daban Germani y Mario Bunge.5 Esa fue una materia importante. Recuerdo el curso sobre la filosofía de la ciencia, con Bunge. También tomé un curso sobre lógica con Gregorio Klimovsky.6 Psicología Social la daba Enrique Butelman; estuve muy cerca de él y de su mujer. Fui ayudante de su cátedra, y trabajé también con Ida.
Torcuato Di Tella dio Sociología Industrial.7 Estaba también Jorge Graciarena que era una persona muy importante en el departamento: era como el segundo de Germani, y Ruth Sautu, la mujer de Graciarena en ese entonces.8 Otro de los profesores que recuerdo como uno de los mejores que tuve fue José Luis Romero.9 ¡Su curso sobre Historia Social era tan vívido! Era único, absolutamente espectacular.
— En esos tiempos, ¿venían muchos visitantes del extranjero?
— Sí, muchísimos. Y visitas muy importantes. Germani traía a gente de vanguardia. Los que venían siempre eran Irving Louis Horowitz y Kalman Silvert.10 Kalman Silvert daba un seminario de Política Comparada y Frida Silvert, su esposa, dio Sociología Urbana. Uno de los que visitó en esa época fue Eisenstadt.11
Uno de los más divertidos que vino, con quién hice mucho trabajo, fue Aaron Cicourel. Cicourel venía de la etnometodología, como Harold Garfinkel. Era de esos que te cuestionan todo. Ahora sería como una deconstrucción derridiana, pero de 1960 la etnometodología era una corriente en Estados Unidos que tenía que ver con “deconstruir” los sobreentendidos del sentido común. Hacían unos experimentos loquísimos. Por ejemplo, sabemos que cada uno tiene un espacio vital, que protege. ¿Qué pasa si estás tomando café en un bar y viene alguien, agarra tu tacita y se la toma? Te rompe por completo. Ellos usaban ese tipo de metodologías disruptoras para estudiar las normas sociales. Si se quiere, los parámetros de la vida. Hacían experimentos intrusivos. Cicourel estuvo bastante en Argentina, yo hice trabajo de campo y seminarios con él. Después escribió un libro basado en sus investigaciones en la Argentina (Cicourel, 1974).
Cicourel nos marcó. En la carrera había un paradigma dominante, que era el estructural-funcionalismo. Germani tenia un texto sobre marxismo, pero no es lo que más mostraba. Él priorizaba más la otra cara, lo que es la modernización. El marxismo se veía, pero no en la carrera misma. Había un paradigma dominante que era la Teoría de la Modernización, la secularización, la asincronía del cambio, el paso de la sociedad tradicional a la moderna, y todo ese tipo de cosas.12 Cicourel venía a romper eso de una cierta manera. No rompía el paradigma en su conjunto, sino los elementos que estaban en ese paradigma.
Otro que recuerdo es Albert Meister, un suizo-francés que vino en el año 61. Meister era de los que estudiaba comunidades y resistencias al cambio, a la francesa. Y a raíz de un convenio que había armado Germani se desarrolló un proyecto de investigación con Meister en San Juan, para trabajar con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y el Consejo Federal de Inversiones en una zona de San Juan que se llama Pocitos. Querían introducir una nueva forma de podar en la producción de olivo y la gente no aceptaba el cambio, tenía resistencias. El estudio era para ver cómo promover el cambio entre los líderes locales. Yo fui parte de un grupo de seis que fuimos tres meses a San Juan. Salíamos al campo a hacer entrevistas, a hablar con los líderes de opinión locales, que podían ser los almaceneros. Fue una experiencia importante para mí, por lo que aprendí en términos de investigación y por los líos políticos que se generaron por nuestra presencia en la zona. Tuvimos amenazas, propaganda en contra orquestada por la iglesia. ¡Hasta tuvo que intervenir el gobernador para que se pudiera completar el estudio!
— Vos terminás la carrera de sociología en el año 62.
— Sí, terminé de cursar en el 61, y termino la parte formal en el 62.
— Y luego te vas a México.
— Sí, yo me voy México en el 64. A esas alturas yo ya estaba casada con Jorge Balán;13 me casé en el 61.
Teníamos nuestros proyectos, pero muy poca plata. Torcuato Di Tella estaba a cargo de la Carrera en la UBA, y apareció un pedido de Víctor Urquidi, presidente del Colegio de México,14 que había decidido, junto con la economista Consuelo Meyer, crear una carrera de economía moderna en la Universidad de Nuevo León, en Monterrey. Ahí estaba metida también la Fundación Ford, que siempre andaba por ahí en algún lado. La idea era mandar a alguna gente de Monterrey a hacer posgrados para que luego pudieran volver como profesores. Esto también ocurrió en otros lados como manera de conformar el núcleo de un nuevo programa.
Por esta razón, Urquidi le preguntó a Torcuato si había alguien de Argentina que pudiera ir un par de años a Monterrey para hacerse cargo de Sociología del Desarrollo. Y Torcuato le ofreció esta oportunidad a Jorge. Este gesto era típico de esos tiempos. Cuando yo me casé con Jorge, éramos “los Balán.” Y si bien tuvimos carreras muy paralelas en esa época, si había algo, se lo ofrecían al varón. Había masculinismo, por no llamarlo machismo.
Teníamos ganas de ir a hacer un doctorado afuera, eventualmente. La primera camada ya se había ido. De sociología, Miguel Murmis y Darío Canton se habían ido a Estados Unidos, y Eliseo Verón a Francia. Y teníamos muchas ganas de salir del país. Lo de Monterrey parecía atractivo, pero pusimos una condición: que nos den cargos a los dos y que tengamos responsabilidades equivalentes. Eso fue aceptado, y nos fuimos los dos a enseñar a Monterrey.
México, estudios de posgrado en Texas, y Nueva York, 1964-71
— La estadía en Monterrey fue breve, ya que pronto se mudarían a Texas para trabajar en un doctorado.
— Estuvimos dos años en Monterrey, aunque el contacto con Texas se dio temprano. Cuando llegamos a Monterrey, peripecias de por medio, muy en la onda de lo que era estructura social, urbanización, fuerza del trabajo, y ese tipo de cosas –“desarrollo” era eso en el fondo– preguntamos dónde podíamos tener acceso a censos para saber qué era México a través de sus censos. Y nos dijeron que para encontrar ese material el mejor lugar, el más cercano, era la Universidad de Texas, que quedaba más cerca que la Ciudad de México.
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