El precio de la democracia. Julia Cage
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Название: El precio de la democracia

Автор: Julia Cage

Издательство: Bookwire

Жанр: Социология

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isbn: 9786079946579

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СКАЧАТЬ es igual a 66% del monto de esas cuotas. No obstante, el monto sujeto a este crédito no puede exceder 1% del salario neto gravable. En otras palabras, una vez más, las personas de más bajos ingresos no pueden beneficiarse tanto como los más ricos. En efecto, para un contribuyente que haya recibido 50 mil euros de salario neto gravable y haya pagado 300 euros en cuotas (es decir, menos de 1% de su salario), el monto del crédito fiscal es de 300×66%=198 euros. Su militancia no le cuesta más que 102 euros. No obstante, para un contribuyente que haya cobrado 20 mil euros de salario neto gravable, y haya pagado los mismos 300 euros en cuotas, el monto del crédito fiscal es de 200 euros×66%=132 euros, puesto que sólo se toma en cuenta para el crédito la parte de su cuota correspondiente al 1% de su salario, es decir 200 euros. Al final, su militancia le cuesta 168 euros, contra los 102 euros que le cuesta al contribuyente que dispone de un ingreso 2.5 veces más elevado.

      Así pues, en Francia, mientras más pobre sea una persona, más paga por participar en la democracia social y política… ¿No es hora de cambiar?

       Una desigualdad muy extendida

      Por desgracia, esta desigualdad en la contribución del Estado al financiamiento de las preferencias políticas de unos y otros ciudadanos está lejos de ser exclusiva de Francia. En Canadá, el Political Contribution Tax Credit [Crédito fiscal por contribuciones políticas],27 introducido en 2004, es de hecho una reducción de impuestos, y no un crédito fiscal. En otras palabras, sólo beneficia a los hogares fiscales gravables. Entonces, los más ricos no pagan a tasa plena sus donaciones a los partidos políticos. En cambio, los más pobres sí… Y es lo mismo en Italia, en España e incluso en Alemania.28 El sistema es particularmente sorprendente en Italia, donde las cuotas de los militantes de los partidos no les dan derecho a reducciones de impuestos, mientras que las cuotas de los funcionarios electos sí.29 (Finalmente, Estados Unidos es la única excepción en este caso, pues las donaciones a los partidos políticos y a las campañas no dan derecho a deducciones fiscales.)30

      No obstante, a veces se introducen medidas para favorecer las pequeñas donaciones. En España, por ejemplo, los primeros 150 euros donados dan derecho a una reducción de impuestos de 75%, mientras que la reducción es de sólo 30% para donaciones superiores a 150 euros (con un tope de 10% de la base gravable neta).31 Asimismo, en Alemania la reducción fiscal se aplica únicamente a las pequeñas donaciones. Alemania introdujo, además, un sistema de financiamiento abonado para esas pequeñas donaciones: los partidos políticos reciben 0.45 euros por cada euro donado por persona y por año, dentro de un límite de 3300 euros. Así, un individuo que done 3300 euros a un partido le aporta, de hecho, 4785 euros, una vez abonada la aportación automática del Estado. Este sistema de financiamiento abonado representa, para ciertos partidos alemanes, más de la mitad de su financiamiento público directo, mientras que la otra mitad está en función del número de votos obtenidos en las últimas elecciones (en el capítulo 5 veremos los diferentes modelos de financiamiento público de los partidos y las sumas en juego). Sin embargo, aunque estas medidas favorecen las pequeñas donaciones —y podemos alegrarnos de ello—, aun así dejan de lado a los donadores de más bajos ingresos.

      Por supuesto, existen sistemas aún más extremos, que benefician a los más privilegiados aún más que el sistema canadiense, el italiano, el francés, el español o el alemán. Pero, ¿es ése el horizonte que queremos fijar? En Brasil, por ejemplo, hasta 2015 no había límite fijo para las sumas que los ciudadanos o las empresas podían donar. Las empresas podían donar hasta 2% del valor bruto de sus ventas del año anterior a las elecciones. Así, las grandes empresas podían contribuir en gran medida al financiamiento de las elecciones y las pequeñas, no. Mientras más dinero ganara una empresa, más podía contribuir. ¡Extraña forma de llevar la democracia! Desde 2015, después del escándalo de Petrobras,32 las donaciones políticas de empresas están prohibidas. Pero ¿qué hay de las donaciones individuales?

      Hasta la fecha, en Brasil los individuos más ricos están autorizados por ley a donar más que los pobres. Por ley. Así, el monto de las donaciones está limitado a 10% del ingreso bruto percibido en el año anterior a las elecciones. Un ciudadano que gane 10 millones de euros puede donar hasta un millón. Un ciudadano que gane 13 mil euros (el ingreso nacional promedio en Brasil) no puede donar más que 1300… ¿Por qué las desigualdades no se han reducido en Brasil, ni siquiera durante el gobierno de Lula?33 Aquí se puede encontrar, al menos, una parte de la explicación.

      En la actualidad, toda la atención se concentra en el escándalo de Petrobras y la sentencia a Lula. Y, sin duda, el sistema de sobornos establecido en la década de 2000 por el gigante petrolero, que sirvió en gran medida para financiar a los partidos políticos, es un escándalo. Sin embargo, todo el sistema de financiamiento de la democracia en Brasil es problemático y habría que reformarlo de manera integral; prohibir las donaciones de empresas fue un primer paso necesario, pero habrá que ir aún más lejos. La instauración, en 2017, de un fondo público para financiar las campañas electorales es, desde este punto de vista, una excelente medida que hay que aplaudir en un contexto en el que, como veremos, abundan las democracias que, hoy en día, desmantelan el financiamiento público de su vida política. Sin embargo, queda mucho por hacer, en particular para comenzar a redefinir las reglas que rigen las donaciones de individuos a campañas electorales.

       ¿Y si todos donaran?

      Imagino que el lector ya se ha convencido de la injusticia que caracteriza a las medidas fiscales que se aplican a las donaciones a partidos políticos y campañas electorales en muchas democracias. Una reacción natural podría ser la siguiente: ¿por qué no, simplemente, convertimos las reducciones de impuestos en un crédito fiscal igual para todos los hogares, gravables y no gravables? Eso podría parecer un mínimo necesario de reforma, en la medida en que anularía el carácter “regresivo” del sistema actual en el que, mientras más pobre sea alguien, más paga.

      El problema es el siguiente: si consideramos, por ejemplo, el caso de Francia, el sistema, tal como existe en la actualidad, está concebido para un número limitado de contribuyentes. Si todos los franceses decidieran donar tanto como donan actualmente los más ricos (y en el próximo capítulo veremos que la gran mayoría de los franceses no contribuyen, pero los más privilegiados lo hacen en gran medida), o si, de manera más general, se instituyera un sistema que permitiera a cada ciudadano francés beneficiarse de una aportación pública comparable a la que beneficia hoy a los más ricos en sus actividades políticas, entonces el sistema simplemente no sería sostenible en lo financiero. Imaginemos por un momento que cada uno de los 37 millones de hogares se beneficiara de una aportación pública de 5 mil euros (es decir, la reducción fiscal que gozan en la actualidad quienes donan cantidades cercanas al tope de 7500 euros por partido). El costo total sería entonces de 165 mil millones de euros, es decir, más de tres veces el presupuesto total de la educación nacional. E, incluso si se redujera el gasto por hogar a 200 euros (es decir, aproximadamente la reducción fiscal correspondiente a la donación promedio, que en el sistema actual es de 300 euros), eso llevaría a un costo total de 7300 millones de euros, casi el presupuesto total de la educación superior.

      Si queremos que la situación sea más equitativa, debemos modificar todo el sistema. Es un sistema que, hoy por hoy, podríamos calificar de hipócrita, pues se ostenta como “hecho para todos” cuando en realidad sólo está concebido para una minoría. Sólo una refundición igualitaria más profunda nos permitiría salir de esta hipocresía; tal es el sentido de mi propuesta de Bonos para la Equidad Democrática (BED), que explicaré en detalle en el capítulo 10. Pero sigamos nuestro viaje por el mundo.

      LA HIPOCRESÍA DE LA “DEMOCRACIA

      POR IMPUESTO” A LA ITALIANA

       La plutocracia por impuesto