La derrota de lo épico. Ana Cabana Iglesia
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СКАЧАТЬ o la dictadura franquista. Que muchos de estos sistemas políticos no hayan tenido su fin en una revolución o en un ciclo de protestas no parece dejar dudas sobre la pasividad de la mayor parte de sus sociedades. Y si no, ¿cómo explicar que no hubiese habido un rechazo masivo a estos regímenes o a sus dirigentes, cómo encajar que no se hubiese puesto en marcha una oposición política importante que involucrase a la mayoría o cómo entender esa indiferencia generalizada que pareció existir?14

      No hubo «resistencia organizada» contra el nazismo en Alemania, sentenciaba Dietrich Orlow, «solo se oyó algún que otro gruñido desorganizado» (Orlow, 1973: 24). Pero el estudio de esos «gruñidos desorganizados», de los «grados de ineficacia del régimen» (Hough y Fainsond, 1979), ha pasado a congregar el interés de toda una serie de investigadores interesados por el análisis de las actitudes sociales de estas sociedades. Porque la población no se divide en opositores y colaboradores. Las líneas de ruptura son mucho más sutiles. La naturaleza compleja de los regímenes políticos autoritarios produce un amplio y variado abanico de formas de resistencia y, si se acepta que esta no es el resultado de una decisión estática sino de un proceso, desarrollado en respuesta a diferentes circunstancias, es posible comprender la diversidad de naturalezas, objetivos e intensidades de las formas de protesta en el tiempo. Esta constatación supuso el desbordamiento del significado del concepto de resistencia, superando y, mejor dicho, complementando el ámbito de los grupos organizados de oposición política para colocarse en un campo mucho más amplio en el que «las zonas de evasión, de ignorancia recíproca entre gobierno y gobernantes, espacios de autonomía de la opinión pública (...) la impermeabilidad de las culturas populares» tienen cabida (Werth, 1999: 147).

      Dentro de las corrientes de estudio histórico que abogaron por la ruptura del concepto clásico para aumentar su capacidad descriptiva destaca especialmente la Escuela de la Vida Cotidiana alemana (Alltagsgeschichte) (Lüdtke, 1994 y 1995; De Toro Muñoz, 1996; Baldwin, 1990). Esta corriente de la Historia Social alemana propone atender a las actitudes sociales y se interesa por el «ciudadano corriente» como objeto vertebrador de la investigación, poniendo en valor las acciones y decisiones que estos toman en su existir diario. Los trabajos de los historiadores de esta escuela han demostrado un innegable potencial renovador al aplicar estos principios al estudio del periodo nacionalsocialista. Importantes proyectos de investigación, como los realizados para la zona del Rühr bajo la dirección de L. Niethammer o para Baviera, con M. Broszat, y las aportaciones de autores como D. Peukert, I. Kershaw o A. Lüdtke, bajo estos presupuestos de recuperación del sujeto intencional, han conseguido romper viejas interpretaciones, ya no solo sobre actitudes y comportamientos de la población alemana hacia el nazismo, sino también sobre la propia naturaleza del nazismo, entendiéndolo como un fenómeno no meramente político sino también como una experiencia social.

      La Alltagsgeschichte redimensionó el concepto de resistencia reparando en las rebeldías cotidianas, en línea con lo realizado desde el punto de vista antropológico por Scott para el campesinado. Los autores de esta escuela han considerado modalidades de descontento y disenso que hasta entonces no eran contempladas por no tener fines políticos específicos o no estar organizadas, con lo que han conseguido integrar en el análisis una gran diversidad de manifestaciones de falta de apoyo y de no consentimiento con el nazismo por parte de la población alemana. Han traído a colación, por tanto, una vasta paleta de comportamientos sociales que, si bien estaban lejos de formar parte de una opción opositora al régimen, también lo estaban de ser propios de una sociedad dócil y sostén incondicional del sistema impuesto por Hitler. Mommsen sintetiza la renovación historiográfica ocurrida como la primera mirada hacia la resistencia «en todas las formas de expresión de consenso antifascista (...) considerando el espectro entero de actividades de oposición hacia el intento de penetración por parte del régimen nacionalsocialista en la sociedad» (Mommsen, 1992: 113).

      La resistencia durante el III Reich se convirtió en un objeto central del debate académico (y también social), específicamente a partir de la publicación del trabajo de uno de los historiadores más emblemáticos de la Escuela de la Vida Cotidiana, Martin Broszat (1991). Este cuestiona el axioma establecido por los estudios clásicos sobre la ausencia de resistencia al nazismo por parte de la población alemana, de los ciudadanos corrientes, en virtud de no haber habido más que episodios puntuales de oposición política al régimen ni protagonizados ni apoyados por estos. El esfuerzo de este autor se ha enfocado no solo en deconstruir el concepto tradicional de resistencia, sino, lo que tiene mucho más valor, en ofrecer un concepto más amplio de este, en proveer una definición lo suficientemente abierta para proporcionar un lugar a las actitudes de no conformidad existentes en la sociedad alemana (véase la ayuda puntual a una familia judía perseguida, negarse a cooperar con la política intervencionista de productos agrarios, en las campañas de trabajo obligatorio, etc.). Martin Broszat ha introducido en el estudio del nazismo el concepto funcional de resistenz, que traducimos aquí por «resistencia», para dar cabida a los comportamientos de no conformidad, descontento, consenso parcial o a los diferentes grados de protesta, que no están opuestos a cierta acomodación o adhesión a determinados valores o decisiones del régimen. Por «resistencia» se entiende por tanto toda actitud o comportamiento revelador de la colocación de un límite al control total pretendido por los Estados fascistas o totalitarios, que puede perfectamente coexistir, y diferenciarse, de lo que él denomina winderstand, la «oposición» radical y determinada contra el sistema político que persigue el derrocamiento de este.

      Asumimos para nuestro trabajo el referente teórico y metodológico aportado por la corriente histórica de la Vida Cotidiana alemana porque nos parece el modo más válido de escapar del juego de oposiciones binarias (poderosos/indefensos, buenos/malos, resistentes/colaboracionistas, opositores/sumisos, etc.) y de situarnos en un plano menos maniqueo y más realista de las conductas sociales. Este referente permite aprehender todo un conjunto de antagonismos intermedios que se presentan entre los actores con intereses que se contraponen en múltiples ámbitos evidenciando su fortaleza analítica.