Название: Nosotros los anarquistas
Автор: Stuart Christie
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Historia
isbn: 9788437083155
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[8] Redención, Alcoy, agosto, 1922.
[9] Díaz de Moral, op. cit.
[10] Ángel Pestaña: Terrorismo en Barcelona, Barcelona, 1979.
[11] Miguel Sastre: La esclavitud moderna. (Citado por Peirats en Anarchists in the Spanish Revolution, Toronto, 1977, p. 32).
[12] El núcleo del grupo estaba formado por: Francisco Ascaso, camarero; Buenaventura Durruti, mecánico; Rafael Torres Escarpín, pastelero; Juan García Oliver, camarero; Aurelio Fernández, mecánico; Ricardo Sanz, trabajador textil; Alfonso Miguel, fabricante de armarios; Gregorio Suberviola, mecánico; Eusebio Brau, trabajador de fundición; Marcelino Manuel Campos (Tomás Arrate), carpintero; Miguel García Vivancos, conductor; Antonio del Toto, peón; A lo largo de los años, la afiliación cambió; algunos murieron, otros se fueron y otros se afiliaron. Un grupo de mujeres anarquistas se asociaron con el grupo Los Solidarios, entre ellas Julia López, María Luisa Tejedor, Pepita Not, Ramona Berni y María Rius. Otros nombres ligados a ese grupo de influencia fueron: Mas, A. Martín, Palau, Flores, Ballano, Boada, H. Esteban, P. Martín, J. Blanco, Pérez Combina, Batlle, Sosa. Antonio Ortiz y Francisco Jover también se unieron al grupo durante la dictadura.
[13] Ángel Mariá de Lera: Ángel Pestaña. Retrato de un anarquista, Barcelona, 1978, p. 225.
[14] Pere Gabriel, op. cit.
III. LA DICTADURA 1923-1927
La actitud del nuevo régimen con respecto a la CNT quedó clara a los diez días del golpe de Estado. El 24 de septiembre de 1923, nombraron a Martínez Anido vicesecretario del Ministerio de Interior. Al general Arlegui, ex jefe de la policía de Barcelona siendo Anido gobernador militar, y artífice del terrorismo gubernamental, lo nombraron director general de Orden Público. Pero la estrategia del gobierno no fue ni la brutal persecución de militantes, ni la ilegalización de la asociación anarcosindicalista que se esperaba. El método de ataque fue oblicuo. Mediante el uso selectivo de la ley, las autoridades impidieron que la CNT siguiese funcionando como sindicato: detuvieron a los delegados que cobraban las cuotas de afiliación acusados de malversación, y auditores del gobierno se apoderaron de sus archivos y de las listas de afiliados. En Barcelona, centro neurálgico de la CNT, la presión de la policía fue intensa. Finalmente, el 3 de octubre, los activistas anarquistas del sindicato decidieron que no tenían otra alternativa que pasar a la clandestinidad y suspender la publicación de Solidaridad Obrera. Esa decisión, tomada en un momento en que el Partido Comunista de España intentaba hacerse con el control del sindicato, causó un considerable malestar en el seno de la CNT, especialmente en el Comité Regional Catalán, que había perdido a algunos de sus líderes más prominentes, como Salvador Seguí, durante 1923. Una asamblea plenaria reunida en Mataró el 8 de diciembre de 1923, revocó esa decisión y Solidaridad Obrera volvió a publicarse. Mientras tanto, la organización socialista UGT, para entonces totalmente incorporada al aparato del Estado, era impulsada a costa de la CNT. El objetivo de esa estrategia era neutralizar y desplazar a la Confederación para que dejara de ser la voz predominante del sindicalismo español.
El asesinato del nuevo verdugo de Barcelona el 4 de mayo de 1924 puso fin a una falsa paz entre la CNT y la dictadura. En un congreso extraordinario de la CNT celebrado en Granollers ese mismo mes, el sindicato reiteró el comunismo libertario como objetivo prioritario. Esa resolución fue ratificada mayoritariamente con 236 votos a favor y 1 en contra –el de los grupos de Sabadell, que apoyaban la teoría de Pestaña de que los sindicatos debían tener funciones exclusivamente económicas. El congreso terminó inesperadamente al rodear la policía el edificio. García Oliver fue uno de los pocos delegados que no pudo escapar. Lo detuvieron y pasó un año en la cárcel. El congreso de Granollers fue el último acto semipúblico de la CNT en tiempos de la dictadura. No se sometió a la nueva legislación social elaborada por el nuevo ministro de Trabajo de la dictadura, el dirigente de la UGT Largo Caballero, y fue proscrito al cabo de unos días. Solidaridad Obrera dejó de publicarse de nuevo y no reaparecería hasta 1930; pronto compartieron su destino la mayoría de las publicaciones anarquistas y de la CNT.
El clima de inseguridad y agotamiento, consecuencia de los asesinatos de tantos militantes competentes de la CNT dañó gravemente su capacidad de organización y agitación. A los miembros del Comité Nacional clandestino organizado en Sevilla en septiembre de 1924 los detuvieron en diciembre del mismo año. El Comité Nacional que lo reemplazó en Zaragoza sólo duró hasta mayo de 1924. Desde entonces, resultó imposible hacer que la CNT funcionase como una auténtica organización nacional. Según Julián Casanova, la confederación era «una conglomeración de federaciones regionales sin disciplina colectiva».[1]
La situación represiva en España provocó el exilio forzoso y la desaparición en la clandestinidad de la mayoría de los elementos más decididos y combativos de la CNT. Francia y Argentina fueron los dos principales centros de emigración desde los que los activistas anarquistas empezaron a conspirar para derrocar al régimen, mientras que otros se propusieron reconsiderar la cuestión de la organización anarquista.
El exilio de los revolucionarios dejó un vació ideológico en el seno de la CNT. Los elementos con más orientación legalista y sindicalista de la organización pronto llenaron ese vacío, situación que intensificó la fricción entre las principales tendencias opuestas de la confederación.
Además de la amplia base de la CNT, que seguramente podríamos calificar de anarcosindicalista tradicional, generalmente receptiva a los principios y estatutos anarquistas del sindicato, había, supuestamente, tres principales corrientes ideológicas, además de un cuarto grupo de anarquismo «filosófico» representado por la familia Urales con su influyente revista La Revista Blanca, quienes, considerándose a sí mismos los guardianes de la ortodoxia anarquista, se distanciaron totalmente del sindicato con el fin de garantizar la pureza ideológica.
Los miembros del primer grupo, representado por líderes como Pestaña, se hallaban sobre todo en los comités nacionales y regionales de la CNT y entre ellos había reformistas, republicanos, socialistas y catalanistas. Ese grupo defendía el enfoque económico y proponía una forma alternativa de organización para determinadas relaciones específicas de producción. En vez de ser espontáneo, era sumamente rígido en sus puntos de vista y no confiaba en la espontaneidad revolucionaria, y poco, por no decir nada, en los trabajadores. Su principal objetivo era la legalización inmediata de la CNT, con independencia de las condiciones que fijase la dictadura. Para ellos, el anarquismo era un ideal moral abstracto, una aspiración inalcanzable en el mundo real.
Sostenían que los cimientos del poder de los trabajadores requerían un enfoque metódico y, por esa razón, deseaban que la CNT volviese a ser un sindicato «efectivo». Ese objetivo sólo podía alcanzarse mediante la colaboración entre las clases y el СКАЧАТЬ