Nosotros los anarquistas. Stuart Christie
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Название: Nosotros los anarquistas

Автор: Stuart Christie

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Historia

isbn: 9788437083155

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СКАЧАТЬ La respuesta de Pestaña fue pedir la legalización de la CNT para poder competir con la UGT. Otros miembros de la reorganizada y reestructurada CNT, los del Comité Nacional de la CNT de Mataró de orientación sindicalista, y el Comité Revolucionario Nacional de orientación anarquista, se opusieron firmemente a esa propuesta, provocando disensiones aún más graves entre las bases del sindicato y agrandando la distancia entre sindicalistas y anarquistas.

      El 20 de marzo de 1925, al cabo de dos meses de la reunión de Lisboa y de la petición de legalización de Pestaña, un plenario regional de la Federación de Grupos Anarquistas de Cataluña preparó la agenda de la primera conferencia de la FAI. Valencia y el mes de junio fueron el emplazamiento y la fecha elegidos para el acontecimiento. El gran número de turistas que visitaba la ciudad en junio servirían de tapadera para la propuesta reunión clandestina. Se constituyó una Secretaría Nacional provisional para organizar la conferencia fundacional y convocar a todos los grupos interesados. El Comité de Relaciones Anarquistas de Cataluña promulgó un manifiesto. Era lo más próximo a una declaración de los objetivos y principios de la propuesta FAI:

      La Federación de Grupos Anarquista de España– a todos:

      ¿Quiénes somos? Somos los eternos anarquistas. Los eternos rivales del orden burgués y capitalista de ahora y siempre. Los enemigos de la propiedad, la explotación, las leyes, las religiones, el militarismo, la estupidez humana y la injusticia social.

      Somos los que siempre parece que estemos tras cada acontecimiento grave y crucial.

      Han intentado implicarnos en los delitos más viles, en los crímenes más repugnantes. No negaremos que algunos miserables se han hecho llamar anarquistas, después de perpetrar sus execrables delitos. No obstante, el anarquismo no quiere saber nada de robos ni de asesinatos sistemáticos.

      Aunque aceptamos la violencia como una necesidad revolucionaria y justificamos el tiranicidio cuando se trata de una expropiación espontánea, excepcional y ocasional siempre y cuando el individuo ha agotado todos los medios legales existentes y se encuentra frente a la ineludible necesidad de garantizar su derecho a la vida, eso no justifica el robo condenado por la sociedad contemporánea, ni la violencia empleada como un arma en la lucha individual, y mucho menos como instrumento de propaganda.

      ¿Qué queremos? Lo hemos dicho más de mil veces. Aspiramos al establecimiento de una nueva sociedad en que todos sus miembros puedan tener sus necesidades materiales, morales e intelectuales completamente cubiertas. ‘A cada cual según sus necesidades, de cada cual según su fuerza y sus posibilidades’. Queremos que en esa sociedad no haya jefes, ni gobierno, ni coacción de ningún tipo. Ni esclavos, ni víctimas de sus compañeros. Una sociedad libre de hombres libres.

      También progreso ilimitado y perfección infinita, junto a un bienestar cada vez mayor.

      Buscamos la emancipación de hombres y mujeres, de ambos sexos, de todas las razas. Buscamos la emancipación completa en el contexto de una sociedad radicalmente transformada.

      Nuestra situación actual: Si deseando todo eso, esperáramos su llegada mediante la mejora de la maquinaria social, seríamos ingenuos.

      Diariamente propagamos nuestros ideales e intentamos inculcarlos a individuos y grupos. Diariamente luchamos por ser más anarquistas y acercarnos un poco más al anarquismo, que a su vez está llenando imperceptiblemente nuevos horizontes.

      No queremos quedarnos al margen de ningún acontecimiento que pueda contribuir al avance del progreso, pero nuestro compromiso jamás nos permitirá perder de vista nuestra meta y nuestros principios. Nuestra contribución con el avance del movimiento no tiene el propósito de favorecer a algunos a costa de otros, sino de impulsar a la sociedad en la dirección de nuestros puntos de vista. No rechazamos de entrada nuevas formas políticas y sociales que pueden aligerar nuestra pesada y trágica carga, pero nunca renunciaremos a nuestras opiniones.

      El comunismo, el Estado, la política y nosotros: Somos apolíticos y antiestatistas, y cuando decimos apolíticos queremos decir que estamos en contra de todos los políticos, ya se llamen marxistas, socialistas o comunistas. Estamos en contra del Estado, ya sea aristócrata, burgués o ‘proletario’. Estamos en contra de toda la violencia organizada.

      Estamos completamente seguros de que los Estados sólo tienen una misión: preservar las injusticias y los privilegios. Si se aboliese eso, ¿de qué serviría el Estado?

      ¿Organización? ¿Dirección? Muy bien. Pero no de arriba abajo. De abajo a arriba. Y que sean los colectivos los que desempeñen todo el poder de organizar, nombrar y despedir.

      El sindicalismo y nosotros: Nos resulta atractivo el sindicalismo revolucionario afiliado a la AIT de Berlín. Como trabajadores, casi todos estamos activos en las bases de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Pero nuestra misión no se limita a ser sindicalistas activos. Somos hombres y algunos no estamos sometidos al yugo de la explotación burguesa. En consecuencia, no basta con estar activo en el seno del sindicato. Nuestra misión tiene un alcance más significativo. Al margen de los sindicatos, absolutamente independientes, propagamos nuestras teorías, formamos nuestros grupos, organizamos concentraciones, publicamos escritos anarquistas y sembramos la semilla del anarquismo en todas las direcciones.

      Buscamos la emancipación total de todos los seres humanos sin distinciones de ningún tipo, ni siquiera de clase. Nuestra lucha es más amplia, más global. Hay sitio entre nosotros para todos aquellos que aspiren a una sociedad sin gobierno, con independencia de su concepción de cómo debería organizarse la sociedad post-revolucionaria (comunista o individualista). En las revoluciones futuras, queremos, a ser posible, evitar lo que pasó en Rusia. Lo que siempre ha pasado. Cuando los anarquistas promovemos e inspiramos la revolución, casi siempre actuamos de acuerdo con las directrices marcadas: pero cuando la actividad anarquista disminuye, la revolución se desvía de su rumbo y los anarquistas –como en Rusia– son las víctimas favoritas de los inevitables explotadores de las revoluciones.

      Conclusiones: Es, por lo tanto, necesario y urgente que nos organicemos en agrupaciones anarquistas para propagar la revolución anarquista.

      Hemos hablado de la inminente revolución. No tenemos ninguna duda de que la revolución social se acerca a pasos agigantados. El gangrenoso y viejo politiqueo está acorralado, desorientado y completamente vencido, pero no a los ojos de los que ahora están en el gobierno. Tenemos que asegurarnos de que no se recupera.

      «Los hombres del 13 de septiembre, los que tenían que haber curado los males de la nación en noventa días, la han destruido por completo. Entre bastidores, Maura y el gobierno reaccionario. El Directorio sólo es una tapadera del maurismo y del politiqueo más degenerado y corrupto. Aunque sea por instinto de supervivencia, el país debe apartar a esa gente del poder.

      Nunca habríamos imaginado que a los principales autores del golpe de Estado los mueve la buena fe y que no están henchidos de orgullo y ambición. Pero incluso aunque ese fuera el caso, no pueden solucionar nada. Menos aún que los políticos.

      Por consiguiente, la revolución se acerca. Luchemos los anarquistas por encajar bien en ella e impulsarla lo más lejos posible.

      Salud y revolución

      El Comité de Relaciones Anarquistas