Название: Nosotros los anarquistas
Автор: Stuart Christie
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Historia
isbn: 9788437083155
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Al congreso: –Los delegados abajo firmantes, conscientes de que la tendencia con más fuerza manifestada en las organizaciones de trabajadores de todos los países es la que busca la liberación completa, profunda y absoluta de la humanidad en términos morales, económicos y políticos, y considerando que esa meta no podrá conseguirse hasta que las tierras, los medios de producción y los mercados se socialicen y el arrogante poder del Estado se desvanezca, sugieren al congreso que, de acuerdo con los postulados esenciales de la Primera Internacional de Trabajadores, declare que el objetivo fijado de la CNT en España es el comunismo anarquista.[6]
El Congreso Nacional de La Comedia también decidió adoptar las reformas estructurales introducidas por la CNT catalana el año anterior. Igual que en Cataluña, la sensibilidad respecto a los peligros de oligarquización y el deseo de garantizar la mínima tensión entre los líderes y las bases de la organización, llevaron al Congreso a decidir que sólo los secretarios de la Federaciones Regionales y el secretario del Comité Nacional cobrarían un salario. Todos los demás miembros de los comités nacionales y regionales y los que desempeñasen cargos de responsabilidad en el movimiento se verían obligados a continuar desempeñando su oficio para ganarse la vida. Para facilitar las cosas, el Congreso decidió que todo el Comité Nacional fuese reclutado de entre la militancia confederal de una determinada región. Siempre, excepto durante los primeros años de la dictadura de Primo de Rivera, el Comité Nacional tuvo su sede en Barcelona.[7]
Irónicamente, el rápido crecimiento de la CNT a partir de 1919 aumentó las tensiones en la organización y se cuestionaron su hostilidad hacia el Estado y su compromiso constitucional con la guerra de clases y la acción directa. ¿Podían los anarquistas, enemigos de todo poder coercitivo, enfrentados al capitalismo y al Estado, mantener sus principios en el seno de un gran sindicato que desarrollaba sus propias metas e intereses particulares? ¿Cómo podía un instrumento de la revolución anarquista buscar beneficios económicos inmediatos y a corto plazo para sus miembros mediante alianzas tácticas y acuerdos con cualquier grupo que las circunstancias dispusiesen, sin ver sus principios distorsionados, su tradición traicionada y sus objetivos últimos comprometidos hasta el punto de resultar irreconocibles?
Aunque los trabajadores anarquistas de la CNT se comprometieron con entusiasmo con las mejoras económicas inmediatas y la justicia social, igual que los socialistas o los cultos republicanos conservadores, estaban igualmente convencidos de que cualquier mejora lograda por el sindicato sería ilusoria y efímera mientras el capitalismo y el Estado persistieran. El hecho de que admitiesen que otros partidos políticos y sindicatos también eran útiles y que estuviesen dispuestos a colaborar con ellos para alcanzar objetivos comunes, no implicaba que dejaran de ser anarquistas. Aunque se distanciasen de los socialistas, la idea de negociar con el enemigo era impensable, igual que convertir la lucha de clases en colaboracionismo de clase al participar en las funciones de liderazgo del capitalismo y de las ilusorias funciones representativas del Estado burgués.
Pese a que la CNT fue fundada y, en general estuvo, influenciada por una minoría de activistas anarquistas de base, menos preocupados por las exigencias económicas que por defender la posición ideológica del sindicato, la mayoría de los que entraron en la CNT entre 1917 y 1923 seguramente no se habrían definido a sí mismos como anarquistas en el sentido de estar comprometidos con una idea. No obstante, los obreros y campesinos que se afiliaron a la CNT durante ese periodo estaban, casi con total seguridad, muy influenciados por el clima político polarizado y radical del periodo y se sentían identificados con el espíritu antiautoritario, libertario y revolucionario del sindicato. Su elección del sindicato reflejaba el ambiente de la época y sus puntos de vista particulares sobre cuestiones claves de una sociedad descaradamente clasista que les afectaban enormemente.
Por otra parte, los líderes o bien no eran anarquistas o simplemente apoyaban al anarquismo como principio abstracto. Para la concienciada minoría de militantes ésa era una importante razón para mantener la presión mediante la agitación y garantizar que el sindicato seguía expresando la doctrina anarquista y que los dirigentes reformistas y burócratas no se apartaban mucho de los estatutos de inspiración anarquista. Los dirigentes, a su vez, necesitaban el apoyo de esa «minoría concienciada» de activistas para conservar sus puestos de responsabilidad y se veían obligados a adoptar posiciones revolucionarias forzadas que nunca tuvieron la intención de aplicar ni creían factibles y que consideraban obstáculos para la negociación con empresarios y funcionarios del Estado. Los intentos de cambiar los estatutos revolucionarios de la CNT y de neutralizar la influencia de la «minoría concienciada» de anarquistas se resolvió, inevitablemente, con la derrota de los dirigentes.
A pesar de contrarrestar las tendencias colaboracionistas de clase de la cúpula, que constantemente pretendía convertir a la confederación en un reflejo de la UGT, y los intentos de marxistas y pro-bolcheviques infiltrados, como Andreu Nin y Joaquim Maurín, de supeditar el sindicato a la Tercera Internacional fundada en Moscú, la «minoría concienciada» de anarquistas no tenía el objetivo de imponer la hegemonía ideológica en sus filas. En cambio, pretendían convertirse en referente moral para sus compañeros con el ejemplo y la inspiración, y no mediante la relación de mando y ordeno que generalmente imperaba en las estructuras de los partidos y sindicatos autoritarios; proteger y promover los intereses de la clase trabajadora; inculcar a las bases los principios teóricos y prácticos del anarquismo; y subrayar la diferencia entre lo que es y lo que podría ser.
Para los dirigentes reformistas de los altos comités, los militantes anarquistas de las bases eran, sin duda, estorbos, sobre todo porque entendían las realidades del mundo demasiado bien y sabían exactamente lo que los reformistas intentaban hacer. Para este último grupo, los objetivos revolucionarios de la CNT eran visiones en el horizonte de un futuro bastante distante –visiones que amenazaban sus carreras– no algo que pudiera o debiera estar en la agenda diaria de un gran sindicato. Si los sindicatos eran capaces de introducir el comunismo libertario, que al fin y al cabo sólo era la aplicación de los principios anarquistas a la reconstrucción de la sociedad, los sindicatos se convertirían en órganos auténticamente democráticos en los que no tendría cabida la estructura jerárquica de liderazgo. Lo cual, por supuesto, era la razón de que los reformistas incesantemente intentasen restar importancia a las metas del anarquismo y constantemente recalcaran la falta de interés de las bases por el anarquismo. En 1922, Soledad Gustavo escribió en el periódico anarquista Redención, «...la masa organizada que hemos denominado sindicalista no es libertaria».[8]
El gran triunfo logrado mediante la organización y la acción colectiva, –comentó Díaz del Moral–, la difusión de la prensa sindicalista, que, a pesar de estar aún dirigida en gran medida por los libertarios, trataba fundamentalmente temas sindicalistas; los hábitos de disciplina que imperaban en las organizaciones de trabajadores y el ardor de la batalla infundido a la militancia; la estructuración de los nuevos «sindicatos únicos», que subordinaban la actividad individual a la de las secciones... y a los fines colectivos, restringiendo la libertad tan diligentemente defendida por el anarquismo: [todo eso] modificó lentamente las convicciones de dirigentes, que, sin ser conscientes de ello se acercaban al sindicalismo puro, radicalmente opuesto, en el fondo, a los principios anarquistas fundamentales.[9]
El rápido (pero efímero) aumento de afiliados al sindicato aceleró las contradicciones inherentes a un movimiento sindical revolucionario que intentaba realizar todas las funciones de un movimiento laboral reformista. СКАЧАТЬ