Nosotros los anarquistas. Stuart Christie
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Название: Nosotros los anarquistas

Автор: Stuart Christie

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Historia

isbn: 9788437083155

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СКАЧАТЬ se definía como kropotkinista, criticó a voces al sindicalismo reformista en las columnas de la publicación quincenal Suplemento que él editaba, difundiendo la idea de una organización nacional específicamente anarquista. A partir de 1926, de Santillán se alió con Manuel Buenacasa, editor del influyente periódico confederal El Productor, publicado en Blanes, que defendía la creación de un movimiento sindicalista específicamente anarquista basado en la FORA argentina.

      En un importante estudio publicado en 1925, de Santillán y López Arangó esbozaron los que ellos consideraban que debía ser la postura anarquista: «No confundimos caprichosamente el movimiento laboral con el sindicalismo: para nosotros, el sindicalismo no es más que una teoría revolucionaria de entre las muchas que surgen a lo largo del camino de la revolución para frustrar sus fines o cortar las alas al idealismo combativo de las masas. Y claramente enfrentados al dilema de tener que elegir entre esa teoría y el anarquismo, no podemos dudar ni por un instante a la hora de escoger, ya que sostenemos que la libertad sólo se consigue con la libertad y que la revolución será anarquista, que es lo mismo que decir libertaria, o no será...

      El 27 de julio de 1927, en pleno verano, una veintena de delegados de federaciones locales y regionales y de grupos de exiliados españoles y portugueses se reunieron en la casa de Aurora López de Patraix, un barrio de Valencia.

      Esa asamblea fue la conferencia fundacional de lo que llegaría a ser la organización anarquista más difamada de la historia, la Federación Anarquista Ibérica, más conocida por sus iniciales, FAI.

      Progreso Fernández, un anarquista valenciano que hasta hacía poco había vivido en Francia fue uno de los organizadores de la conferencia fundacional:

      Puesto que también había anarquistas en Portugal, se decidió dar (al nuevo organismo) un carácter más amplio. De ahí el nombre. Se mandaron invitaciones a la CGT portuguesa y a la CNT, pero sólo acudieron representantes de la federaciones regionales catalana y del Levante de la CNT.

      Dos meses más tarde, en julio de 1926, la Federación de Grupos Anarquistas Hispanohablantes, formada en Lyon el año anterior, convocó lo que resultaría ser un importante congreso anarquista en Marsella. Sólo los grupos hispanohablantes mandaron a treinta delegados de todos los rincones de la península y del exilio. Entre las principales cuestiones de la orden del día estaban los problemas del anarquismo internacional y los específicos de los grupos anarquistas del exilio.

      Un tema destacado de la agenda era la postura del movimiento anarquista español con relación a la CNT. Hay mucha confusión respecto a lo que en realidad se acordó en ese sentido; hay quien cree que se acordó intervenir directamente en la CNT, una decisión que otros insisten en que no se tomó.

      Lo que es cierto es que los delegados concluyeron que debería formarse lo antes posible una Federación Anarquista Ibérica y que propusieron la creación de un Comité de Relaciones para ese propósito en Lisboa. A dicho comité se le encomendó la tarea de convocar un congreso ibérico para dar «forma definitiva» a la federación propuesta.

      Puede que el debate fundamental del Congreso de Marsella girase en torno a la cuestión de precipitar la caída del régimen de Primo de Rivera. Emergieron dos principales tendencias totalmente enfrentadas. Una liderada por García Oliver que defendía la colaboración estrecha con todos los otros grupos –partidos políticos y disidentes del ejército– que quisieran combatir la dictadura, con independencia de sus creencias políticas (Oliver y el Comité Revolucionario Nacional colaboraban en esa época con el partido Esquerra Catalana de Francesc Macià). El otro grupo, capitaneado por Manuel Pérez, se oponía a la colaboración argumentando que iba en contra del ideal anarquista. Aunque el segundo grupo se impuso en el Congreso de Marsella, eso no alteró el grado de colaboración entre los anarquistas, la CNT y los partidos enemigos de la dictadura, que perduró hasta la llegada de la República en 1931.