Название: Nosotros los anarquistas
Автор: Stuart Christie
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Historia
isbn: 9788437083155
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En un importante estudio publicado en 1925, de Santillán y López Arangó esbozaron los que ellos consideraban que debía ser la postura anarquista: «No confundimos caprichosamente el movimiento laboral con el sindicalismo: para nosotros, el sindicalismo no es más que una teoría revolucionaria de entre las muchas que surgen a lo largo del camino de la revolución para frustrar sus fines o cortar las alas al idealismo combativo de las masas. Y claramente enfrentados al dilema de tener que elegir entre esa teoría y el anarquismo, no podemos dudar ni por un instante a la hora de escoger, ya que sostenemos que la libertad sólo se consigue con la libertad y que la revolución será anarquista, que es lo mismo que decir libertaria, o no será...
La revolución anarquista redimirá a los hombres del pecado cardinal de la abdicación de la personalidad, pero la revolución anarquista no es una revolución hecha de acuerdo con este o aquel programa, con independencia del grado de libertarismo de uno u otro, sino mediante la destrucción de todo el poder del Estado y de toda autoridad. Nos importa muy poco que la futura revolución se base en la familia, en el grupo social, en la rama de la industria, en la comuna, o en el individuo: lo que nos importa es que la construcción del orden social sea un esfuerzo colectivo en que los hombres no empeñen su libertad, ni voluntariamente ni bajo coacción. Hoy en día, la revolución anarquista es la revolución natural, la que no se deja desviar ni confiscar por grupos, partidos, ni clases de autoridad.[4]
[1] Julián Casanova: Anarquismo y revolución en la sociedad rural aragonesa, 1936-1938, Madrid, 1985, p. 15.
[2] Solidaridad Proletaria, 21-3-1925.
[3] «Sentido de Independencia», 25-9-1925.
[4] E. López Arango y Diego Abad de Santillán: El anarquismo en el movimiento obrero, Barcelona, 1925, pp. 10, 37, 38, 47, 57 y 136.
IV. LA FEDERACIÓN ANARQUISTA IBÉRICA (FAI) 1927
El 27 de julio de 1927, en pleno verano, una veintena de delegados de federaciones locales y regionales y de grupos de exiliados españoles y portugueses se reunieron en la casa de Aurora López de Patraix, un barrio de Valencia.
Esa asamblea fue la conferencia fundacional de lo que llegaría a ser la organización anarquista más difamada de la historia, la Federación Anarquista Ibérica, más conocida por sus iniciales, FAI.
La Conferencia de Valencia duró dos días. Para garantizar la seguridad se celebró en dos emplazamientos distintos. La segunda sesión tuvo lugar al amparo de un picnic en un bosque de pinos que bordeaba una playa del sur de la ciudad, en la zona conocida como el Grao de Valencia.[1]
Progreso Fernández, un anarquista valenciano que hasta hacía poco había vivido en Francia fue uno de los organizadores de la conferencia fundacional:
A principios de 1927 bajé a Valencia para establecer contactos por toda la región; accedí a hacerlo con la condición de que me dieran un empleo... Empecé yendo a Burriana, Puerto de Sagunto, Liria, Játiva, Sueca, Villena, Elda, Alicante, Murcia... Me reuní con gente que había estado en la CNT y que simpatizaba con el anarquismo.[2]
Puesto que también había anarquistas en Portugal, se decidió dar (al nuevo organismo) un carácter más amplio. De ahí el nombre. Se mandaron invitaciones a la CGT portuguesa y a la CNT, pero sólo acudieron representantes de la federaciones regionales catalana y del Levante de la CNT.
Desde hacía tiempo, la mayoría de los grupos organizados de la península pedían una organización peninsular que estableciera lazos estrechos entre los grupos regionales y de exiliados españoles y los portugueses. La Unión Anarquista Portuguesa (UAP), fundada en Alanquer en 1923, desempeñó un papel destacado en los preparativos de la fundación de la FAI. En mayo de 1926, el periódico de la Unión Anarquista Portuguesa, O Anarquista, publicó una propuesta de orden del día para un congreso anarquista que debería celebrarse el 1 de julio en Marsella. Entre los puntos de la orden del día estaba la entrada «Federación Anarquista Ibérica» (FAI).[3]
Dos meses más tarde, en julio de 1926, la Federación de Grupos Anarquistas Hispanohablantes, formada en Lyon el año anterior, convocó lo que resultaría ser un importante congreso anarquista en Marsella. Sólo los grupos hispanohablantes mandaron a treinta delegados de todos los rincones de la península y del exilio. Entre las principales cuestiones de la orden del día estaban los problemas del anarquismo internacional y los específicos de los grupos anarquistas del exilio.
Un tema destacado de la agenda era la postura del movimiento anarquista español con relación a la CNT. Hay mucha confusión respecto a lo que en realidad se acordó en ese sentido; hay quien cree que se acordó intervenir directamente en la CNT, una decisión que otros insisten en que no se tomó.
Lo que es cierto es que los delegados concluyeron que debería formarse lo antes posible una Federación Anarquista Ibérica y que propusieron la creación de un Comité de Relaciones para ese propósito en Lisboa. A dicho comité se le encomendó la tarea de convocar un congreso ibérico para dar «forma definitiva» a la federación propuesta.
Puede que el debate fundamental del Congreso de Marsella girase en torno a la cuestión de precipitar la caída del régimen de Primo de Rivera. Emergieron dos principales tendencias totalmente enfrentadas. Una liderada por García Oliver que defendía la colaboración estrecha con todos los otros grupos –partidos políticos y disidentes del ejército– que quisieran combatir la dictadura, con independencia de sus creencias políticas (Oliver y el Comité Revolucionario Nacional colaboraban en esa época con el partido Esquerra Catalana de Francesc Macià). El otro grupo, capitaneado por Manuel Pérez, se oponía a la colaboración argumentando que iba en contra del ideal anarquista. Aunque el segundo grupo se impuso en el Congreso de Marsella, eso no alteró el grado de colaboración entre los anarquistas, la CNT y los partidos enemigos de la dictadura, que perduró hasta la llegada de la República en 1931.
El 3 de enero de 1927 en Lisboa, un congreso de la UAP exigió que los acuerdos del Congreso de Marsella con relación a la fundación de la FAI se aplicasen lo más pronto posible. Para los portugueses, el carácter revolucionario de la organización propuesta nunca estuvo en duda. El tercer punto de la agenda describía una de las principales tareas de la FAI. «la revolución española y la ayuda que los portugueses, además de otros pueblos, podrían darle».[4]
La velocidad a la que la organización peninsular se constituyó indica que evidentemente era una prioridad para los militantes anarquistas. Eso pudo deberse a la decisión de la dictadura en noviembre de 1926 de montar comités de arbitraje con la esperanza de establecer una sociedad corporativa «armoniosa». La función de los comités paritarios era negociar los salarios y las condiciones laborales, y cuando el ministro de trabajo de Primo de Rivera invitó a la socialista UGT a colaborar en el plan, esta organización no dejó escapar la oportunidad СКАЧАТЬ