Un cuento de magia. Chris Colfer
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Название: Un cuento de magia

Автор: Chris Colfer

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

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isbn: 9788412407426

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      —¿Va todo bien, Brystal? —le preguntó Barrie una mañana antes del desayuno.

      —Sí, todo bien —le respondió rápidamente ella—. ¿Por qué..., por qué lo preguntas?

      —Por nada —dijo con una sonrisa—. Es solo que pareces un poco tensa últimamente. Y me he dado cuenta de que ya no pasas tanto tiempo como antes en la Casa para los Desamparados. ¿Necesitas hablar de algo?

      —Ah, bueno, es que he decidido tomarme un pequeño descanso, eso es todo —respondió—. Ocurrió algo, nada grave, ¿eh?, pero pensé que me vendría bien distanciarme un poco. Para po­der pensar bien las cosas y descubrir cuál es el próximo paso que quiero dar.

      —¿El próximo paso? —le preguntó Barrie con preocupación—. Vale, ahora tienes que decirme qué te está ocurriendo para que mi imaginación no empiece a divagar.

      Brystal estaba tan exhausta por la preocupación que no le quedaba energía para seguir fingiendo, así que decidió contarle a su hermano una historia que fuera lo más cercana a la realidad pero que no le revelara nada.

      —Hace poco descubrí algo de mí que es un poco difícil de sobrellevar —dijo.

      —¿Y eso es...? —le preguntó Barrie, abriendo los ojos con inquietud.

      —Bueno, no..., no..., no estoy segura de que me siga gustando ser caritativa con los demás.

      Barrie miró a su hermana perplejo y confundido.

      —¿Estás preocupada porque ya no te gusta ser caritativa? —le preguntó.

      —Eh..., sí —le contestó Brystal, encogiéndose de hombros—. Y, sinceramente, no estoy segura de poder seguir ocultándolo mucho tiempo más. Ahora que lo sé, temo que la gente lo descubra. Me aterroriza lo que puede ocurrir si eso pasa.

      —¿Que lo descubran? Pero, Brystal, que no te guste la caridad no es ilegal. Es solo una preferencia.

      —¡Lo sé, pero es prácticamente un crimen! —exclamó—. El mundo es muy cruel con las personas a las que no les gusta ayudar a los demás, pero solo es porque son unos incomprendidos. La sociedad cree que si no me gusta ayudar a los demás es porque no soy bondadosa, cuando en realidad el hecho de que a alguien no le guste ayudar a los demás y que no le guste ser bondadoso ¡son cosas muy, muy distintas! Ay, Barrie, me encantaría poder explicarte lo diferentes que son, ¡porque es fascinante! ¡Una de las mayores confusiones de nuestros tiempos!

      A juzgar por la expresión del rostro de su hermano, se habría quedado menos preocupado si simplemente le hubiera contado la verdad. Barrie miraba a su hermana como si esta estuviera al borde del ataque de nervios y, para ser justos, lo estaba.

      —¿Cuánto hace que no te gusta ser caritativa con los demás? —le preguntó.

      —Casi una semana —le contestó.

      —¿Y recuerdas qué fue lo que te hizo cambiar de parecer?

      —Sí, todo empezó cuando llené por accidente toda una habitación con flores —dijo, olvidándose de modificar su historia—. Eh..., quiero decir que llené una habitación con flores para una mujer sin hogar que se encontraba mal. Pero me equivoqué de habitación y entré en una en la que no tenía permitido entrar, y lo sabía. Así que quité las flores antes de que alguien me descubriera.

      —Está bien... —dijo Barrie—. Pero antes de que eso ocurriera, nunca te había desagradado ser caritativa, ¿verdad?

      —Nunca —dijo—. Antes de eso no creía que fuera capaz de no gustarme.

      —Entonces es eso. Solo tuviste un mal día —la animó su hermano—. Y nunca debes dejar que un día cambie lo que eres. En esta vida no podemos estar seguros de nada, especialmente de lo que solo experimentamos una vez.

      —¿Ah, no? —le preguntó Brystal con una mirada esperanzada.

      —Claro que no —le contestó Barrie—. Si yo fuera tú, regresaría a la Casa para los Desamparados y me daría otra oportunidad para asegurarme de que realmente no me gusta. Solo así sabría si me preocupa estar expuesto a ella.

      Si bien su hermano no tenía ni idea de lo que en verdad la inquietaba, Brystal pensó que le había dado un consejo excelente. Al fin y al cabo, es necesario hacer más de un viaje en barco para convertirse en marinero; tal vez con la magia ocurría algo similar. Quizá tendrían que pasar años de práctica antes de preo­cuparse de si ponía su vida en riesgo. Y, como había sugerido Barrie, siempre quedaba la posibilidad de que toda aquella experiencia tan difícil de asimilar hubiera sido un accidente y no volviera a ocurrir. Para bien o para mal para su propio bienestar, Brystal tendría que descubrirlo.

      La noche siguiente, cuando terminó de limpiar la biblioteca, regresó a la habitación reservada para jueces. Se colocó las gafas de lectura, cogió La verdad sobre la magia, de Celeste Weatherberry, del estante y lo abrió por la página con el texto antiguo. Respiró profundamente y rezó en silencio, y luego leyó el encantamiento en voz alta para comprobar de una vez por todas si era un hada.

      —Elsune elknoon ahkelle-enama, delmune dalmoon ahktelle-awknamon.

      Brystal no se atrevía a mirar, así que se tapó los ojos. Como al principio no percibió ni oyó nada, decidió espiar entre los dedos. Nada parecía haber cambiado lo más mínimo y empezó a animarse de nuevo. Observó las paredes conteniendo el aliento, a la espera de que las flores se materializaran nuevamente, pero no aparecieron. Se le llenaron los ojos de lágrimas y dejó salir un suspiro largo de alivio que acabó convirtiéndose en una risa agradecida y duradera.

      —Barrie tenía razón —dijo—. No debemos dejar que un día cambie lo que...

      De pronto, las páginas de La verdad sobre la magia empezaron a brillar. Unas aureolas de luz blanca brotaron lentamente del libro e iluminaron la oscura habitación. A medida que se esparcían, se volvían cada vez más y más pequeñas, creando una ilusión de profundidad en todas direcciones hasta convertir la biblioteca secreta en una galaxia infinita.

      Brystal se puso de pie y miró a su alrededor, sorprendida. No solo había confirmado que la magia que corría por sus venas era real, sino que nunca había imaginado que fuera capaz de crear algo tan hermoso. Algo tan extraordinario hizo que Brystal olvidara dónde estaba. No sentía que estuviera de pie en la biblioteca secreta, sino flotando en su propio universo estrellado.

      —¡Señorita Bailey! ¡En el nombre del rey Campeón, ¿qué demonios está haciendo?!

      La voz sobresaltó a Brystal y todas las aureolas de la habitación se desvanecieron de inmediato. Cuando sus ojos volvieron a enfocar, se dio cuenta de que la puerta de metal se había abierto. El señor Woolsore estaba de pie frente a ella con dos guardias armados, y los tres la miraban como si fuera la criatura más desagradable que hubieran visto en su vida.

      —¡Esta es la muchacha de la que les he estado advirtiendo! —gritó el señor Woolsore, que la señaló con un dedo tembloroso—. ¡Llevo meses diciéndoles que estaba tramando algo! Pero ¡nadie me creía! ¡Pensaban que estaba loco por creer que una muchachita como ella era capaz de hacer tales cosas! ¡Ahora, mirad, hemos descubierto a una bruja en acción!

      —¡Señor СКАЧАТЬ