La vida no admite representantes. Jorge Bucay
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Название: La vida no admite representantes

Автор: Jorge Bucay

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Biblioteca Jorge Bucay

isbn: 9786075572413

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СКАЧАТЬ en lo que sucedió y que no puedes cambiar o en lo que todavía no sucede. Ocúpate más de centrarte en el presente y disfrútalo o padécelo, con todo tu corazón y con toda intensidad.

      Tampoco se trata de creer que tú puedes dejar de ser tú, por la vía de tomar algunas decisiones acertadas, ya que por ese camino sólo terminarías, como máximo, siendo tú actuando como si no fueras tú. Al contrario, esta arenga se trata de la saludable decisión de aceptar que eres quien eres y que está bien que así sea; se trata de cancelar el esfuerzo de pretender dejar de ser como eres, de exigirte cambiar o de querer parecerte a no se sabe quién.

      Sé auténtico significa “sé tu mismo”, es decir, no quieras ser más que quien eres (ni menos), no te enojes con tus errores y defectos, no reniegues de tus carencias, no mutiles esos aspectos de ti que a algunos otros no les parecen atractivos. “Ser uno mismo” implica defender frente a todo y a todos la lealtad para con la propia manera de ser y de pensar, y es la mayor expresión del autorrespeto, ser fiel a los propios principios, ideas y sentimientos.

      Hago una pausa para reírnos juntos de lo opuesto de esa lealtad, recordando al más grande humorista de la historia: Groucho Marx.

      En una escena de una película, él discute acaloradamente con alguien a quien le pide un trabajo, que él y sus hermanos necesitan con urgencia. De pronto, frente a una propuesta del empresario, Groucho parece plantarse y con firmeza dice: “Mire, señor, ¡éstos son mis principios! Y si no le gustan... tengo otros...”.

      Auténticas son aquellas personas cuya conducta y palabras son congruentes con su pensar y sentir, que son capaces de sostener un perfil personal a lo largo del tiempo, que no viven disculpándose o disimulando sus opiniones, fluyen simplemente interactuando con otros y con el mundo, como dijimos, fieles a sí mismas.

      Esta fidelidad es muchas cosas: valor, derecho y obligación, además de una poderosa herramienta para una vida más saludable.

      Acompáñame en este clásico ejemplo que propone la psicología freudiana:

       Imagina que te avergüenza mostrar algunos aspectos de ti.

       Imagina que los escondes en un barril para que nadie los vea.

       Imagina ahora que sumerges ese barril bajo el agua para ocultarlo.

      Adivinas lo que sigue, ¿verdad?

      Estarás condenado para siempre a hacer presión en el barril para mantenerlo oculto, ya que en cuanto aflojes la tensión, en cuanto te descuides, en cuanto quieras dejar esa tarea, el barril emergerá mostrando lo que trataste de esconder.

      No es metafórico decir que el gasto de energía que se consume en esta tarea se “roba” de la que precisamos para vivir nuestra mejor vida.

      La autenticidad requiere, desde el principio, la decisión y la valentía de pararse en los propios pies y defender lo que uno es, aunque no sea más que para comenzar un proceso de cambio (no puedo cambiar lo que soy si no parto de saberlo).

      Es interesante destacar que esta actitud irrespetuosa para con uno mismo configura la base de todas nuestras conductas neuróticas, ya que explicada en los términos más simples y breves mi neurosis es la suma de todo lo que hago en contra de mi esencia y mi naturaleza, con el único fin de conseguir ser querido y aceptado; aunque en el fondo de mí me persiga la angustia de saber que, tarde o temprano, se dejará ver el truco y se perderá lo que ilegítimamente he conquistado.

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      Freepik

      Los que trabajamos en salud mental asistimos, con no poca preocupación, al fenómeno habitual de renegar de la propia identidad, moneda corriente entre los jóvenes navegantes de las redes sociales. Otro nombre, otra edad, otra ocupación y hasta otra apariencia (conozco a quienes cuelgan fotos que no les pertenecen con el objetivo de interesar a otros), como dando por sentado que el propio aspecto o personalidad no serán suficientemente atractivos o deseables para el otro desconocido, y desde el inicio estará condenado a ser un eterno desconocido para no “decepcionarlo”.

      Me recuerda a la trama de la película La verdad sobre perros y gatos. En ella, Jeanne Garofalo interpreta a Abby, una exitosa veterinaria que tiene un programa de radio. En la historia, muy simple, un hombre que la escucha se enamora de su personalidad y le pide una cita. Abby, que se sabe bajita, feúcha y un poco excedida de peso, está encantada con su llamada, pero decide que a su enamorado no le gustaría su aspecto. Así, le pide a su amiga Noelle que es alta, rubia y esbelta (¡Uma Thurman!), que se haga pasar por ella. En la cita, el hombre se siente atraído por la bella Noelle, pero no siente más que tedio al platicar con ella, así que decide no pautar un nuevo encuentro y se despide de ella con mucha frialdad. Dos días después, cuando habla por teléfono para despedirse cortésmente de ella, vuelve a sentirse enamorado al escuchar la voz y las palabras de la auténtica Abby...

      El valor profundo de elegir la autenticidad y mostrar sin tapujos la propia singularidad nos rescatan como seres únicos (como de hecho somos) y nos transforman en personas dignas de conocer. Si la riqueza de la vida social consiste justamente en que cada uno tiene algo propio que aportar al mundo en el que le ha tocado nacer y crecer, no se comprende por qué tantas personas están dispuestas a renunciar a ella en pos de una aburridísima uniformidad “deseable” que garantice el vínculo, aunque éste no pueda ser más que chato, pobre y predecible.

      En la novela 1984, escrita por George Orwell a mediados del siglo xx, se presenta una sociedad futura en la que los ciudadanos son dominados por una dictadura totalitaria que interfiere en la vida privada de todos, vigilando y censurando cada palabra, cada movimiento y cada gesto “diferente” de sus habitantes, porque suponen que en lo nuevo anida la posibilidad de rebelarse al orden imperante. En la novela sólo los héroes son auténticos y son perseguidos por ello, ya que su autenticidad los hace “inmanejables”. Si bien no es necesario ser un héroe para poder ser auténtico en la sociedad actual, ésta tampoco aplaude demasiado la aparición de las singularidades; aunque por un lado declama en pos de las libertades personales, por otro, censura explícita e implícitamente a los que se salen del marco de “lo que se debe” y lo que “no se debe” pensar o ser, hacer o sentir.

      Algo de verdad anida en aquella persecución de la novela de Orwell. La manifestación de aquello que es único en cada ser no podrá salir a la luz con plenitud si antes no atraviesa una etapa de enfrentamiento con el pensamiento de la mayoría, con el statu quo, con lo que se espera de nosotros. El mundo en el que pretendo vivir y el que me gustaría legarle a mis hijos y a los de todos es el resultado del triunfo de lo personal, rico y auténtico que cada ser guarda en su interior. Un mundo lleno de cambios, de sorpresa, de creatividad e ingenio; un mundo que por no poner restricciones, no reconoce límites en su capacidad de crecer.

      Una persona auténtica acepta y ama sus ideas, admite sus defectos y aunque trabaja para no ser su víctima, se siente orgulloso de la combinación que ellos hacen con sus virtudes, que conoce y desarrolla, defiende sus creencias y acepta como parte de este proceso el cuerpo que le tocó, la edad que tiene, las limitaciones de sus educadores y su realidad presente.

      Desde pequeños hemos escuchado la advertencia de boca de quienes más nos querían: “Si actúas como se te antoja, corres el riesgo de que los demás no te den su cariño, su aprobación o su atención”.

      Mi madre, una especie СКАЧАТЬ