La vida no admite representantes. Jorge Bucay
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Название: La vida no admite representantes

Автор: Jorge Bucay

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Biblioteca Jorge Bucay

isbn: 9786075572413

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СКАЧАТЬ cómo nos fuimos encontrando todos los que pretendíamos hacer un producto cuidado y noble que llevara las palabras, que alguna vez algunos maestros nos enseñaron, a las casas de todos. Pasamos por momentos gloriosos y de los otros, prósperos y austeros, de siembra y de cosecha, de sorpresa y de confirmación. Y la salida del número 100 por esta estúpida historia del redondeo pareció ser el galardón que confirmaba que lo habíamos conseguido...

      Me honra pensar que algunos de aquellos rebeldes —junto a mí— contribuyeron aunque sea tibiamente a cambiar en muchas personas la imagen que tenían de algunas cosas; especialmente cambiar el prejuicio que sostiene con convicción que no se debe pensar en el propio bienestar.

      Es cierto que la palabra egoísmo sigue teniendo cierta carga negativa y reprochable; es verdad que se la sigue confundiendo con la incapacidad de querer al prójimo, con la egolatría, con la vanidad y con la codicia, es indudable que en el lenguaje coloquial nos sigue sonando a insulto; pero nos es menos cierto que la mayoría de nosotros ha aceptado que una parte de las herramientas necesarias para la búsqueda de una mínima calidad de vida se apoya en el sentimiento saludable de cierto amor por uno mismo.

      Pretendíamos entonces lo mismo que deseamos ahora: que nadie se deje engañar por los hipócritas de la doble moral, que se llenan la boca acusando a todo y a todos de individualistas o egoístas, levantando enormes banderas de loas al altruismo mientras ocultan de nuestra mirada sus vidas mezquinas, su historia corrupta y su conducta verdaderamente inmoral. Me satisface saber que hemos hecho lo que mejor pudimos para cumplir esa misión y que de muchas formas el resultado es bueno.

      Y tú, amado lector, amada lectora, que me has acompañado desde entonces, o tú que te has sumado a mi desafío en algún momento de este medio siglo, o tú que por primera vez te acercas a esta ventana, te pregunto:

      ¿Qué te propones ser y hacer en tus próximos diez años? Atrévete a imaginarlo.

      Esta respuesta podría ser, y quizá sea, el primer paso de un nuevo ciclo en tu vida.

      Un ciclo en el que tú eres lo único imprescindible.

      Un nuevo tiempo que, si tú lo deseas, comienza ahora.

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      Freepik

      Conocerse mejor

      Te propongo un juego. Es un ejercicio terapéutico, pero no esperes rigor científico en esta oportunidad, tómalo como una vía para avanzar unos milímetros en el camino de conocerte más. Se trata de la ventana de Johari, y de alguna forma intenta mostrar la manera en que te relacionas con el mundo.

      Mira el cuadrado que tienes abajo. Es tu área de trabajo. Dibújalo en un papel y ve haciendo el ejercicio a medida que lees, eso te dará más oportunidades de descubrir cosas de ti mismo que si lo realizas después de conocer exactamente lo que revela este test y sus resultados.

      Así que adelante.

      Copia en una hoja cualquiera este cuadrado y comencemos

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      PRIMER PASO. Tienes que contestar una pregunta. Pero antes, un punto importante: ¡no mientas! No trates de contestar “lo correcto”. Sé sincero para sacar provecho de ello —aunque sea por una vez.

      Tomando la línea horizontal superior del cuadrado, como si fuera una escala que va de 0 a 100, ¿cuánto te importa lo que los demás digan de ti? Lee de nuevo la pregunta antes de determinar la respuesta. ¿Quizá necesites saber quiénes son “los demás” a los que me refiero? Trabajaremos en la referencia del grupo social intermedio, es decir, las personas que no son tus amigos íntimos ni tu familia. Hablamos de vecinos, compañeros de trabajo, compañeros de futbol, o de clases de salsa...

      Como guía te diré que el 0 es para los que dicen: “A mí no me importa lo que digan o si les gusto o no”, “Si no pertenecen a mi grupo cercano, paso de ellos, que digan lo que quieran, me importa un bledo”.

      En la otra mano, el 100 corresponde a los que padecen el “síndrome del adivino”, llamado así en honor a ese cuento en el que se cruzan dos adivinos y uno le dice al otro: “¿Qué tal?”, y el segundo contesta: “Tú bien. ¿Y yo cómo estoy?”. Es para los que saben y aceptan que viven pendientes de lo que los demás opinan sobre ellos.

      Entre esos dos extremos absurdos e imposibles estamos el resto, y cualquier respuesta es válida (salvo 50, que es mentira... y habíamos acordado no mentir).

      Decídete y pon tu marca.

      Si yo tuviera que poner la mía en esa escala de 0 a 100, creo que hoy sería 78.

      SEGUNDO PASO. Ahora la segunda y última pregunta: de 0 a 100, ¿cuánto te animas a decir lo que opinas, le moleste a quien le moleste? Pon una marca en la línea vertical izquierda del cuadrado. El 0 es para los que en caso de votación esperan a los demás para sumarse a la mayoría. El 100 es para los que orgullosamente dicen: “¡Ah, no! He gastado mucho dinero en psicoterapia para tirarlo a la basura, así que yo siempre digo lo que me sale, porque si no, se me perfora la úlcera”. Como antes, el 50 (respuesta numérica del falso “más o menos” diplomático) lo dejamos censurado por mentiroso.

      Mi segunda respuesta es 32.

      Tu cuadrado debería quedar así con las marcas en los valores que hayas puesto:

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      TERCER PASO. Ahora se trata de prolongar en el cuadrado tu marca superior hacia un lado dividiéndolo en dos rectángulos.

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      Y luego rayar o pintar el rectángulo formado a la derecha para diferenciarlo del otro. El mío queda tal como puede verse.

      Si imaginamos que todo lo que soy, todo lo que pienso y siento, la suma de mis creencias, virtudes y defectos está representada en los puntos del cuadrado dibujado; y resultará que en el rectángulo de la izquierda está simbolizada la suma de todo lo que sé que los demás dicen de mí. Y lo sé porque lo escucho, porque los demás lo dicen y porque a mí me interesa. Nadie escucha lo que no le interesa.

      En cambio, el rectángulo de la derecha es la suma de todo lo que otros dicen de mí, pero yo no escucho. Y no lo escucho porque no me importa. El asunto podría parecer intrascendente, pero como expuso el investigador Joseph Luft, el primer diseñador de esta ventana, lo que soy capaz de escuchar determina cuánto sé de mí, ya que es innegable que los demás ven cosas de mí que yo no alcanzo a percibir. Para ver mi rostro, por ejemplo, la parte que más me define, necesito de un espejo, no puedo mirarme con mis propios ojos. Del mismo modo necesito de otros para ver aquellas cosas mías que están en un punto ciego de mi mirada. Nos guste o no, el espejo que refleja lo que somos y no vemos es la mirada de los demás y la línea trazada determina hasta dónde estoy dispuesto a escuchar a los otros. El rectángulo de la izquierda muestra cuánto sé de mí y el de la derecha lo que decido ignorar, aunque los demás lo vean con nitidez.

      CUARTO PASO. Ahora prolonga hacia la derecha la segunda marca y raya también el rectángulo inferior, en otra dirección o píntalo de otro color. Mi cuadrado queda así.

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