La espiritualidad del sacerdote diocesano. Jesús Martín Gómez
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Название: La espiritualidad del sacerdote diocesano

Автор: Jesús Martín Gómez

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9788412267976

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СКАЧАТЬ que tardó mucho tiempo en recuperarse. A duras penas lograron los monjes que se descargara del gobierno de la comunidad, cumpliendo las prescripciones médicas que le impusieron. En ese tiempo de convalecencia, se dedicó el Santo a preparar tratados, llenos de suavidad y mansedumbre que comunica a todas las personas piadosas.

      Se recorren, además, muchas de sus homilías pronunciadas en las principales festividades del Señor y de la Señora. Los retazos seleccionados constituyen verdaderas Joyas de espiritualidad. No son otra cosa que las vivencias del trato íntimo que un gran monje y maestro de monjes tuvo con la Señora del cielo.

      José Martínez-de Toda, gran experto en los medios de comunicación, nos dice que en la Iglesia se ha estudiado mucho la espiritualidad cristiana y sus diversas escuelas de espiritualidad: benedictina, franciscana, de jesuitas…; donde primero se usó el término fue en Francia. El enfoque usado aquí es el de la espiritualidad dentro de una comunidad de fe, que responde a una revelación aceptada como normativa. En general «espiritualidad» se entiende como una existencia religiosa comprometida. El elemento más importante de esta espiritualidad con compromiso de fe es la experiencia personal de Dios.

      La espiritualidad cristiana es la forma en que una persona, que está animada por la presencia viva y por la acción del Espíritu de Cristo, reacciona y actúa habitualmente de acuerdo con Él. Además de este enfoque paulino de espiritualidad cristiana, hay también otros enfoques muy diversos entre sí. La diversidad mayor se dio entre protestantes y católicos, especialmente en lo relativo a gracia/obras, palabra/sacramento, y eclesiología. La espiritualidad católica actual se deriva del Vaticano II.

      La espiritualidad surge del encuentro de la experiencia con la gracia de Dios. Este encuentro es un contacto vital que nos impacta, nos marca y trata de transformar nuestra vida. El contacto puede ser algo personal con Dios, con personas de Dios, con libros, música, filmes, programas de los medios, eventos y cosas que se refieren a Dios. El test de una espiritualidad es una vida integrada con amor y obras.

      Teniendo en cuenta los medios de que disponemos parece que podemos hablar de tres tipos de espiritualidad entre los católicos: la institucional (son leales a la doctrina de la jerarquía), la pneumática (están preocupados por el propio crecimiento del Espíritu) y la de los religiosos/as, sobre todo la de los miembros de vida contemplativa.

      La espiritualidad debe tener en cuenta algunos contextos: a) el económico: en donde existen situaciones de verdaderas pobrezas; b) el cultural: las nuevas tecnologías y los modernos cambios y c) el religioso: representa el encuentro de tres grandes tradiciones.

      Sexto rasgo: Consagración y misión para la acción apostólica

      El decreto PO subraya el ser y el actuar del sacerdote. En ellos podemos encontrar líneas de actuación relacionadas con la entrega del buen Pastor y, por tanto, con los ministerios ejercidos en su nombre y en su Espíritu, lo que supone estar en línea de entrega (PO 1), en armonía entre consagración y misión (PO 2), para dedicarse totalmente a la acción apostólica (PO 3). Son necesarios energía, perseverancia y valor para emprender las obras que el Señor nos inspire y llevarlas adelante cueste lo que cueste. Preparación y formación. Oración y trabajo. Devoción sólida a Jesucristo, conocimiento, amor, imitación a la Santísima Virgen María. Amor personal al Papa y a la Santa Iglesia. Veneración y servicio al episcopado... Hay que notar que la misión de la Iglesia y de cada uno de nosotros no se funda en una necesidad transitoria, ni en ideas de actualidad, sino en la necesidad permanente de la Iglesia, según los tiempos y lugares, y en la idea eterna y celestial de la caridad de Cristo.

      Es necesaria la adaptación a las necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos y lugares. Prudencia y mucha caridad. Hechos consumados. Sencillez, astucia, sagacidad para vencer al enemigo. Energía, perseverancia y valor para emprender las obras que el Señor nos inspire y llevarlas adelante cueste lo que costare. Adaptarse no significa sentirnos cómodos con todo aquello que se pueda ir introduciendo en la Iglesia, sino tratar, en todo momento de hacer que la Iglesia se perfeccione a pesar de sus muchas limitaciones por causa nuestra, de cada uno de nosotros los cristianos miembros pecadores de esta Iglesia en su realidad visible.

      Durante el Concilio, en el proceso de elaboración de los capítulos V y VI de LG, se expresaron dos corrientes doctrinales que sintéticamente pueden concretarse del siguiente modo: para unos Padres Conciliares, los religiosos son una estructura dentro de la Iglesia pero no estructuran la Iglesia; para otros Padres, no sólo son una estructura, sino que son un elemento esencial y constitutivo de la misma, teniendo en cuenta que en la Constitución divina de la Iglesia entra a formar parte no sólo el elemento jerárquico, sino también el elemento carismático.

      Los cc. 207, 573 y 574, siguiendo al Concilio (LG 43, 44c y d y 45c) hablan expresamente al referirse a la vida consagrada de estado de vida o forma estable de vida. Pero se muestra al igual inseguro, incierto sobre su puesto dentro la Iglesia.

      Una muestra de esta indefinición conciliar la encontramos en el can. 207 del código vigente. El §1 establece la constitucionalidad ex iure divino de la distinción entre ministros sagrados y fieles laicos. El §2 se refiere al estado de los consagrados que, aunque no afecta a la estructura jerárquica de la Iglesia, pertenece, sin embargo, a su vida y santidad. La pregunta surge de modo inmediato: ¿es aplicable al estado de los consagrados del §2 la constitucionalidad ex iure divino que se predica del orden clerical y laical en el § 1? No lo parece, si nos atenemos a la literalidad del precepto codicial y a la fuerte crítica que ha recibido por parte de algún sector doctrinal la redacción del canon 15.

      Pero en el código no sólo el can 207 suscita este debate que nos ocupa. También la misma colocación dentro del código en una parte ad hoc, separada del resto de los fieles suscita la pregunta por el puesto que la vida consagrada ocupa en el «misterio de la Iglesia». La pregunta por el puesto que la vida consagrada ocupa en el «misterio de la Iglesia» ha llevado mucho a la doctrina teológica.

      Afirma el prof. Julio Manzanares que se puede formular en estos términos: ¿la vida consagrada responde a la voluntad fundacional de Cristo sobre la misma Iglesia y, por tanto, preexiste a sus manifestaciones históricas, o más bien es un modo práctico de resaltar, no sólo la relevancia histórica de la vida religiosa, sino también, y sobre todo la alta misión que está llamada a cumplir dentro del conjunto de las misiones eclesiales, pero sin que ello entrañe una opción legislativa a favor de la tesis que configura la vida religiosa como un constitutivo esencial del Pueblo de Dios

      Frente a estas dudas interpretativas, se acaba imponiendo sobre esta cuestión finalmente la posición autoritativa de Juan Pablo II. La expresó primeramente en diversas Audiencias que tuvieron lugar con motivo de la celebración del Sínodo de los Obispos sobre la vida consagrada en octubre de 1994 y con más rotundidad en la Exhortación postsinodal VC. Sirvan de muestra estas palabras del Papa en la audiencia del 12.X.1994: «Cristo instituyó los consejos evangélicos y, en este sentido, fundó la vida religiosa y todo estado de consagración que se le asemeje (…). La eclesialidad de la vida consagrada emana de su misma naturaleza, de lo que es, no de lo que hace, es un estado de vida constitutivo de la Iglesia querido por Cristo. Pertenece ésta, por tanto, a la esencia de la Iglesia en cuanto forma estable de vida inaugurada y querida por Cristo.

      De la cuestión del origen y lugar de la vida consagrada en la Iglesia, vuelve a ocuparse definitivamente la Exhortación Apostólica VC de 1996. La vida consagrada no es una realidad aislada y marginal dentro de la Iglesia sino que está en el mimo corazón de la Iglesia como elemento decisivo para su misión. Por eso no sólo es un don precioso para la Iglesia, sino también necesario. Hay estructuras que pueden desaparecer (cabildos de canónigos, consejo de cardenales, cofradías, hermandades...), pero no puede desaparecer la vida consagrada.

      En el n. 29, se concluye que a la luz de la reflexión teológica sobre la naturaleza de la vida consagrada se ha tomado conciencia de que la profesión СКАЧАТЬ