La espiritualidad del sacerdote diocesano. Jesús Martín Gómez
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Название: La espiritualidad del sacerdote diocesano

Автор: Jesús Martín Gómez

Издательство: Bookwire

Жанр: Религия: прочее

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isbn: 9788412267976

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СКАЧАТЬ rasgo: Vivir la espiritualidad según la propia vocación

      Cada cristiano debe vivir la espiritualidad según la vocación a la que ha sido convocado. Se trata de amar como Cristo ama. También la del sacerdote queda descrita dentro del contexto de la santidad cristiana (LG V, nn.39-42). Todo miembro de la Iglesia forma parte de su sacramentalidad, como transparencia e instrumento de Cristo.

      Los sacerdotes somos parte cualificada de este pueblo de Dios con nuestra propia espiritualidad. Con toda claridad se percibe que en el seguimiento de Cristo, según los diversos dones y carismas recibidos, la llamada a la más alta espiritualidad, que es la santidad, se realiza en el propio estado de vida en que cada uno vive.

      A esto hay que añadir la experiencia de las bienaventuranzas propia de cada cristiano. Y se debe alimentar con los medios que ordinariamente la Iglesia señala: lo que es común a todos los christifideles: la oración, los sacramentos, la lectura espiritual, los dones del Espíritu Santo, la entrega vivida cada día en las virtudes, especialmente en el amor; y lo específico del ministro ordenado, es decir, la caridad pastoral, en la amplia gama que ésta lleva consigo como medio de santificación para el sacerdote.

      En el ministerio del sacerdote como discípulo y apóstol de Jesucristo, la caridad pastoral constituye una realidad existencial imprescindible. Necesitamos testigos fuertes de Dios que anuncien el Evangelio desde posiciones humanas sólidas, pero sobre todo desde un testimonio convincente, que ayude a los hombres de hoy a vivir la fe como algo que da sentido a la existencia humana y puede llenar de felicidad a sus personas en el quehacer cotidiano.

      Pero todo ello no debemos vivirlo en soledad, como si fuésemos personas incomunicadas e insociables, que en muchas ocasiones se convierte en espiritualidades aisladas. Necesitamos la compañía y el enriquecimiento de los carismas de los demás.

      Afirmaba el Arzobispo emérito de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez Plaza, en la misa crismal del año 2014: «no confundir la vida espiritual con algunos momentos religiosos que brindan cierto alivio, pero que no alimentan el encuentro con Cristo y los hermanos, ni el compromiso con el mundo, ni la pasión evangelizadora. Necesitamos alejarnos del individualismo y trabajar pastoralmente juntos». Es éste otro factor que hará que la espiritualidad sacerdotal crezca y se desarrolle adecuadamente. Esta llamada que se nos hace a lo que debe ser la vida espiritual hay que fomentarla desde los primeros momentos de toda formación que vaya encaminada hacia el sacerdocio.

      Segundo rasgo: La espiritualidad sacerdotal y los ministerios ejercidos

      La espiritualidad de los pastores se relaciona de acuerdo con los ministerios ejercidos, realizados con espíritu de servicio y en la línea de la caridad pastoral. Esta caridad se practica «por el diario desempeño del oficio» (LG 41), como hicieron los sacerdotes del pasado. Efectivamente, por medio de la vida y ministerio sacerdotal, se llega, dice LG 41 a «una más alta santidad, alimentando y fomentando su actividad en la abundancia de la contemplación».

      La espiritualidad se expresa en dones, ministerios y funciones del Espíritu para la edificación de todo el cuerpo de Cristo. La espiritualidad sacerdotal, como la teología, se fundamenta en la espiritualidad cristiana (del fiel cristiano bautizado), en principio, sin más (después veremos cómo se hace vida en el presbítero). Se enmarca en tres coordenadas o dimensiones: a) antropológica (desde la secularidad —no confundirlo con lo que es propio de los seglares—; b) eclesiológica (desde la eclesiología de totalidad) y c) cristológica (desde el vivir insertados en el misterio de Cristo por el Espíritu).

      ¿A qué nos referimos con espiritualidad? «se entiende —como afirma Jorge Arley Escobar Arias, en su libro Hacia una espiritualidad del ministerio presbiteral— aquello que constituye lo esencial del presbítero —en nuestro caso—, que ha de ser auténtica y coherente con el Evangelio, que abarca toda su persona, que conduce a la plenitud, realización y unidad del ser humano que es el ministro. Esto me invita a afirmar que el ser humano es más que vida biológica, es vida superior, realidad misteriosa y profunda, es «vida según el espíritu». Esta vida profunda va siendo forjada por las motivaciones, valores, experiencias, relaciones, ideales y se va haciendo manifiesta en la forma de vivir el día a día, en lo que se es, se hace, se sabe».

      La espiritualidad obedece a una relectura del Evangelio en el contexto actual; unifica gestos y actitudes que caracterizan la existencia cristiana, implica la maduración de esa identidad cristiana, constituye una posibilidad de experiencia de Dios en el contexto de la propia vida, inserta en el horizonte más amplio posible de la historia; es un camino de santidad o proyecto de vida en el Espíritu; constituye un modo de vivir de acuerdo al querer de Dios.

      Tercer rasgo: De la Vocación sacerdotal a la perfección: consagrados-enviados

      El XXV Sínodo diocesano de Toledo, al hablar de los signos sacramentales, recuerda que los sacerdotes, por el sacramento del Orden, participan de la misión y autoridad de Cristo: Sacerdote, Profeta y Señor de la Iglesia. Jesucristo ha fundado su Iglesia poniendo al frente de ella pastores que la apacienten. El ministerio jerárquico es constitutivo en el ser de la Iglesia, y no viene conferido por delegación de la comunidad, sino por elección divina sellada en el sacramento del orden. Esta participación del sacerdocio de Cristo, que se llama sacerdocio ministerial, es distinta esencialmente y no sólo de grado del sacerdocio común, bautismal o real que todos los fieles reciben en el bautismo.

      Sin duda que en la Diócesis, como solicita la sinodal a la que nos venimos refiriendo, se viene realizando una seria promoción y cuidado de las vocaciones al ministerio ordenado —también las religiosas—. En esta Iglesia se marca un acento especial en las familias cristianas, como ambiente natural donde Dios siembra sus llamadas. Se valora positivamente la labor de los seminarios; y todo el pueblo fiel debe manifestar su gratitud con permanente oración al Señor de la mies por esta intención.

      Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, «hace partícipe de su sacerdocio a todo su pueblo santo y con amor de hermano elige a hombres de este pueblo para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión» (Cf. Prefacio Misa Crismal).

      Es deber de todos los diocesanos agradecer a tantos padres y madres su generosidad al entregar a Dios alguno de sus hijos. Muchas parroquias están fomentando un cuidado particular por las vocaciones sacerdotales, religiosas y consagradas. Para lograr esto, se potencia cada curso la oración ferviente al Señor en los jueves sacerdotales; que los creyentes vibren ante la campaña del seminario y jornada mundial de oración por las vocaciones. También los sacerdotes, especialmente los párrocos, prestan atención espiritual y humana a los seminaristas en la ayuda pastoral que procuran a las parroquias.

      En los sacerdotes todos los cristianos no ordenados buscan encontrar una vida diferente; en su interior es lo que desean ver. Para los fieles deben destacarse por un estilo de vida que contagie un estilo y un talante de espiritualidad distinta. Esto les agrada y les lleva, en multitud de ocasiones, a una seria reflexión, aunque muchas veces oigamos decir frases como éstas: «los curas no tienen por qué ser distintos de los demás», «ellos son como uno de nosotros», «tienen que ser campechanos con las personas», «deben ir a los bares, como nosotros, y de esa forma se ganan más a la gente», etc.

      El decreto PO describe la espiritualidad sacerdotal en el capítulo III: la vida de los presbíteros. Y distingue tres apartados. El primero: vocación de los presbíteros a la perfección (PO 12-14), en el que presenta unas líneas-fuerza que podrían concretarse en estas afirmaciones: instrumentos vivos de Cristo Sacerdote, consagrados y enviados, y dóciles a la acción del Espíritu. Es el camino de una »santidad en la que se ejercen sincera e incansablemente los ministerios en el Espíritu de Cristo» (PO 13) y «movidos por la caridad del buen Pastor», para que «en el mismo ejercicio de la caridad hallen el vínculo de la perfección sacerdotal»; así «encontrarán la unidad de su propia vida en la unidad misma de la misión de СКАЧАТЬ