Название: Encuentros decisivos
Автор: Roberto Badenas
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9788472088511
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Y allí está Jesús, aceptando ese reto hasta sus últimas consecuencias.
De modo que responde otra vez atrincherado en su condición de hombre:
—No estoy dispuesto a tentar a Dios ni a imponerle mis caminos. Yo me someto a sus planes, aunque de momento parezcan incomprensibles y me resulten dolorosos.
Jesús está siendo tentado a confundir su fe con el atrevimiento de la presunción, y su confianza en Dios con la insolencia de exigirle un milagro, desoyendo sus planes.
Esta segunda gran tentación de Jesús, como muchas de las nuestras, tiene, en el fondo, este desafío:
—Atrévete, que no te va a pasar nada. Haz lo que más te apetezca, lo más fácil, lo más gratificante. Olvídate de lo que Dios dice y no pienses en las consecuencias de tus actos. 19
El demonio muerde el polvo de una nueva derrota. Pero no abandona la lucha. Sabe bien que Jesús ha venido al mundo a intentar salvar al planeta Tierra de su autodestrucción y, si fuera posible, a salvar a cada ser humano del mal que lo mata. Para su tercer asalto 20 el enemigo lo lleva en sus reflexiones a contemplar, desde las alturas de sus proyectos de salvación, la realidad espiritual e histórica de este mundo.
—Si piensas en el panorama de la humanidad, ya ves que está perdida en su conjunto. Los seres humanos han caído en mi poder. Son todos míos. Pues bien, te los entrego si postrado me adoras. En otras palabras, todos pueden ser tuyos si haces lo yo te diga, es decir, si haces como yo.
Jesús sabe muy bien cómo se ha hecho el enemigo con los humanos, cómo nos hace caer en sus redes y nos aleja de Dios: utiliza para ello la astucia, el engaño, la seducción, el dinero, el placer, la presión, la violencia, lo que sea, para imponerse a nuestra voluntad.
Satanás es en efecto el dueño provisional del mundo, en el sentido de que todos los seres humanos, al sucumbir de una forma u otra a su voluntad, nos ponemos, sin darnos cuenta, bajo su dominio. Jesús viene para instaurar el reino de Dios, es decir, para intentar conseguir que el bien reine de nuevo en este mundo y en cada uno de nosotros. Sabe que ganarnos para Dios, apelando a la libre decisión de cada uno, llamando a la puerta de cada corazón, le llevará mucho tiempo, y finalmente no podrá conseguirnos a todos. ¿Y si obligase a todos a amar, acabando de una vez con la tragedia humana? ¿No quiere Dios la salvación de todos? 21
Bueno, para eso habría que forzar la libertad humana, utilizar la fuerza del poder divino. Hacerlo sería posible, pero sería transgredir la ética del creador, que solo quiere súbditos libres. Sería sucumbir a los métodos de Satanás, dándole la razón. Sería reconocer el fracaso del proyecto divino y justificar las acusaciones del diablo, doblegarse ante él, lo que equivaldría a adorarlo.22
Jesús ve la artera trampa y responde de nuevo como un hombre de fe:
—Yo solo adoro a Dios y solo le sirvo a él.
La tercera gran tentación de Jesús es la tentación que encontramos todos cuando nos decimos:
—Consigue lo que quieras a cualquier precio. El fin justifica los medios. 23
Las tres tentaciones intentan obtener que Jesús se aparte de la voluntad divina, dejando de lado su condición humana, y utilice su divinidad en beneficio propio.
Pero el relato de estos momentos decisivos en la vida de Cristo deja claro en qué consiste en realidad la tentación, también para nosotros: es la lucha con un deseo peligroso que nos desafía a ejercer nuestra libertad al margen de la voluntad divina.24 Ante ese reto podemos resistir o sucumbir. Pero desear lo inconveniente y ser tentado, todavía no es caer. Pecar sería dejarse fascinar por el deseo en un juego de claudicaciones que tiene todos los ingredientes de la seducción erótica, es decir, cada uno es tentado cuando es seducido por sus propios deseos.25
Toda tentación contiene alguno de estos elementos: ceder a un impulso imperioso que se impone a la razón, sucumbir a las ganas irresistibles de ver realizado algo indebido, o actuar poniendo la voluntad de uno mismo por encima de todo.26 Para ello no necesitamos buscar ocasiones: se presentan solas. Estamos en guerra con lo peor de nosotros mismos, en un mundo corrupto, y nuestra vida cotidiana está metida en medio del mayor conflicto.27
Jesús ha sido tentado como lo son los mejores creyentes, 28 como un simple mortal, abrumado y sensible.29 Pero ha vencido la tentación recordando que también es hijo de Dios, y que, si busca su ayuda, este no le dejará jamás sucumbir.30
Nada vence mejor la tentación que la decisión de acudir a Dios.31 Porque, a fin de cuentas, se trata de escoger entre la voluntad de Dios y la nuestra, tras la que siempre intenta camuflarse la del diablo.
Superado este momento decisivo, exhausto, al borde del abismo, Jesús saborea la incomparable dicha de la victoria sobre la tentación. Efímera, momentánea, como todas las nuestras,32 sin testigos, pero heroica.
Habiendo vencido los asaltos del enemigo aferrado a Dios, el maestro sale fortalecido y, por consiguiente, más apto para superar sus próximos ataques.33
El enemigo ha huido. «Ahora se puede oír la quietud del desierto en toda su profundidad. No la quietud anterior a la tormenta, ni la quietud que impera cuando todo ha terminado, sino una quietud que cubre solo otra quietud aún más profunda».34
Al cargarse al hombro la mochila para abandonar el desierto, camino hacia otras luchas, Jesús ya ha decidido que será maestro, y que va a dedicarse a enseñar a los mortales, uno a uno, el difícil arte de sobrevivir en un mundo sitiado.
Sabe que, para llevar a cabo su plan, tendrá que afrontar nuevos peligros.
Lo que todavía ignora es que ya le están esperando sus primeros seguidores.
1 . En el mundo bíblico los desiertos son lugares propicios para encuentros transcendentes. Grandes líderes espirituales, como Moisés y Elías, pasaron en el desierto algunos de los periodos más decisivos de su vida. Siguiendo su ejemplo, a lo largo de la historia miles de hombres y mujeres han renunciado al mundo buscando en la vida apartada la iluminación espiritual o la comunicación con el cielo.
2 . Jesús solía retirarse a lugares desiertos para orar, a veces incluso de noche (Mateo 14: 23; Marcos 6: 46; Lucas 6: 12, 9: 28).
3 . Véase Roberto Badenas, Encuentros, Madrid: Editorial Safeliz, 2000, págs. 13-27.
4 . Marcos 1: 11; Mateo 3: 17; Lucas 3: 22.
5 . Marcos 3: 20-21; 6: 4; Juan 7: 5.
6 . Lucas 4: 24; Mateo 13: 47.
7 . Giovanni Papini, Historia de Cristo, Madrid: ABC, 2004, pág. 47.
8 . Véase por ejemplo, el caso del profeta Elías (1 Reyes 19: 4).
9 . Estos cuarenta días de soledad en el desierto recuerdan otras cuarentenas bíblicas, vividas СКАЧАТЬ