Название: Lunes por la tarde... 5
Автор: José Kentenich
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Lunes por la tarde…
isbn: 9789567598588
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No deben perder de vista lo que puede hacer especialmente difícil esta disposición de ánimo: tienen que imaginarse que, una vez, las cosas se pusiesen realmente difíciles. Entonces yo tendría que decirme: querido Dios, yo como hombre estaría dispuesto. Pero si no les caigo bien a esos,3 ¿qué sucederá con mi esposa, que sucederá con mis hijos si les hacen menos accesible el sustento? ¿Pueden imaginarse que eso puede representar una gran dificultad? ¡Cuántas mujeres de Alemania fueron heroicas en su tiempo al decir a sus maridos!: por mí no tienes por qué tener miramientos. Esto es heroísmo. Hay que situarse en la vida de familia, ¿verdad?
O piensen en uno de nuestros padres,4 que recibió siempre de nuevo el aliento de sus papás: ¡mantente firme! Después tuvo que sufrir la decapitación. Naturalmente, si se pertenece al estado virginal, en tales épocas se tiene la ventaja de que no es preciso tener miramientos por tales cosas. En síntesis, el Apocalipsis plantea exigencias heroicas. Por tanto, no es solamente algo así general, mediocre. Por eso, primero, la disposición a morir mártir, segundo, incluso el anhelo de ello.
¿Y qué significa tener anhelo de morir mártir? Basta que se pregunten: ¿de qué tiene anhelo mi corazón? Verdaderamente, la naturaleza humana no tiene ningún anhelo de ser asesinada; sería anormal. ¿Qué significa todo esto? El Señor tiene que intervenir muy profundamente en nuestro interior para que, de pronto, veamos las cosas de forma totalmente distinta a como las ve el hombre común. Y, por último, el Apocalipsis exige libertad interior del miedo a la muerte.
Abran, por favor, el capítulo cinco del Apocalipsis.
Primeramente tengo que indicarles el contexto. Lo que me importa ahora es demostrarles que el Apocalipsis exige realmente este espíritu, el espíritu de mártires. ¿Puedo pedirles que coloquen de nuevo ante sus ojos la situación del autor apocalíptico? San Juan es el autor del escrito, el gran visionario. En ese entonces había persecución de cristianos. Juan fue desterrado a la isla de Patmos. Sufre mucho con sus cristianos, a los que ha tenido que abandonar, y está también interiormente lleno de angustia, preguntándose qué será de la Iglesia de Dios en la tierra. En efecto, vive a partir de este pensamiento: el Salvador ha dicho que vendría pronto. Pero ¿qué significa pronto? A veces se dice también en tono de broma que algo es un «pronto» apocalíptico. ¿Cuánto dura este «pronto» apocalíptico? —ahora estamos escribiendo ya 1957. O sea: desde el año 33 hasta 1957, y el «pronto» no ha llegado todavía. Este es el gran misterio. Y la primera cristiandad vivía enteramente a partir del pensamiento de que no tardaría ya mucho, de que entonces vendría el Salvador a juzgar a vivos y muertos. Por eso la angustia: ¿qué será ahora realmente de la cristiandad?
Recordarán cómo el autor apocalíptico ve de pronto a aquel que está sentado en el trono, al Padre Dios.5 Se lo representa siempre y solamente como el que está sentado en el trono: no se lo menciona por su nombre. Tiene en su mano un libro: es el libro del destino del mundo y de la Iglesia.6 En él se encuentran todos los acontecimientos hasta el fin del mundo. Les he dicho cómo el autor apocalíptico extiende la mano hacia el libro: quiere obtenerlo.
A nosotros nos sucedería probablemente algo semejante. Si viniese alguien y nos dijese que allí se encuentra consignado todo lo que pasará el año próximo, ¿qué haríamos? De inmediato querríamos agarrarlo. ¿Y cómo es en este caso? Es como si el Padre del cielo le dijese: no lo toques, que no te incumbe: no te está permitido saberlo. Ahí pueden ver ustedes qué fuerte es el anhelo (del autor apocalíptico): como ese anhelo no se realiza ahora, comienza a llorar como un niño. Tan fuerte es el anhelo.
Por tanto, la respuesta es: nadie sabe qué está escrito en el libro fuera del mismo Padre y del Cordero que yace a sus pies como inmolado. Por eso la angustia: ahora el Cordero tiene que abrir el libro. No sólo que el Cordero, es decir, el Salvador, sabe exactamente lo que ha de suceder. Él tiene también la tarea de realizar lo que el Padre del cielo ha previsto para el mundo entero y para la Iglesia. Ahora se describe hermosamente la situación de conjunto en el cielo. No quiero exponérselo en este momento. Tengan a bien leerlo ustedes mismos en el capítulo quinto.
En el capítulo sexto el Cordero comienza a abrir los sellos. Del mismo modo como está sellada una carta, así estaba sellado el libro. El Cordero abrió sello tras sello. Tenemos que ver ahora qué es lo que pasa una vez que el Cordero ha abierto los sellos.Si después leen el capítulo sexto, versículos uno a ocho, tienen allí la clásica formulación de los cuatro caballos apocalípticos y los cuatro jinetes apocalípticos. Tienen que imaginarse que yo entrara con el libro, abriera el sello, y después, de pronto, llegaran raudamente cuatro caballos y cuatro jinetes.
Ya ven que les he dicho que el Apocalipsis opera con imágenes aterradoras.
¿Qué significan estos cuatro caballos y estos cuatro jinetes? Si quieren comprenderlo tienen que ponerse un poco en la situación de aquel tiempo. En ese entonces, Roma dominaba casi el mundo entero. Cuando el emperador romano cabalgaba por su imperio, lo precedían cuatro caballos y cuatro jinetes que advertían a las masas del pueblo: ¡Atención, atención, ahora viene el emperador! Eso no regía solamente para el emperador, sino también para los sátrapas,7 es decir, para los lugartenientes. Cuando estos iban por los países, también los precedían cuatro veloces caballos y cuatro jinetes. Y los caballos tenían diferentes colores: rojo, blanco, negro (y gris). Como ven, Dios, el Señor utiliza ahora esta imagen a fin de mostrarle al autor apocalíptico lo que viene.
Ahora tienen que retener la idea central: los cuatro caballos y los cuatro jinetes que galopaban delante eran los precursores del emperador, que avanzaba victorioso. Tienen que reflexionar, entonces: ¿qué significan los cuatro caballos y los cuatro jinetes? El autor apocalíptico nos lo dice con gran exactitud. Después se lo expondré por extenso. ¿Lo leemos ahora rápidamente en común? Y cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos, miré y oí a uno de los vivientes que hablaba con voz de trueno.8
Tienen que imaginárselo: en torno al trono del Padre, cuatro seres misteriosos. Mientras el Cordero abre los sellos, el primero de los seres comienza a proclamar lo que significa. ¿Qué dice el primer ser? ¡Ven y mira! ¿Qué vio el autor apocalíptico? Dice allí: Y vi un caballo blanco; el jinete tenía un arco, se le dio una corona y salió como vencedor. Ahora tienen que pensar en la modalidad de entonces. Llevaba un arco —supongan que alguien, por ejemplo, la hermana, tuviese hoy una visión semejante. Entonces, probablemente Dios no le habría mostrado a la hermana un jinete con un arco. ¿Qué habría visto ella? Un cañón o una bomba atómica. ¿De qué es símbolo eso? De la guerra, y de una guerra terrible, de una guerra mundial. Efectivamente, en el tiempo apocalíptico hay guerras terribles—.
¿Qué significa esta guerra terrible para los elegidos? Cristo, el Rey, vencerá en estos elegidos a través de todas las tremendas turbulencias de la guerra. Él será el gran vencedor. ¿A través de qué triunfa él en los elegidos? A través de su asemejamiento a Cristo, de que, como Cristo, estén dispuestos a cumplir y sufrir la voluntad del Padre hasta el último aliento. Ahora se abre el segundo sello.
Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo viviente que decía: “¡Ven y mira!” Salió otro caballo rojo, y al jinete se le dio poder para quitar la paz de la tierra y hacer que los hombres se degüellen unos a otros; se le dio también una gran espada. De modo que, por lo visto, es algo peor que una guerra. ¿Qué es? ¡Revolución! En esto podemos esperar de todo. Revolución tras revolución. Y en la revolución el Salvador quiere triunfar en los elegidos. ¿A través de qué? Los elegidos tienen que asemejarse de la forma más rápida posible al Salvador en la cruz y el sufrimiento, en СКАЧАТЬ