Fuga permanente y otros cuentos. Gabriela Alemán
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Название: Fuga permanente y otros cuentos

Автор: Gabriela Alemán

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия:

isbn: 9789978775004

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СКАЧАТЬ va a pegar un quiño, todavía tengo 10 mil para la promoción y, por fin, vamos a poder subir (graciasdiositolindo).

      Risa del de la mirada: ¿De dónde cayeron estos marcianos? ¿Cosecha? ¿De qué me están hablando?

      Risa de la mujer del segundo piso (intercalada en el justo momento): estoy fuera de aquí en diez minutos máximo (graciasdiositolindo).

      Suben las gradas a la habitación quince, que contiene:

      Una cama doble

      Un mostrador

      Un espejo ancho

      Ninguna toalla

      Un closet

      Una ventana (con cortina) que va del techo al suelo y que no da a la calle sino al interior de un corredor que, visto en esa luz, parece no tener fin.

      Cierra la cortina, no vaya a ser que por un precio adicional el cuarto se vuelva pecera y la sala se llene de espectadores. Coger parece un objetivo inalcanzable, él quiere pero ella está agotada. Tendidos en la cama, las luces apagadas —él sin saber qué decir, ella sin ocurrírsele algo mejor que cerrar los ojos—, escuchan la puerta de al lado que cierra y los tacones de una mujer que se alejan. Parece que no van a necesitar las tres cajas, dice Martín. Ella no puede responder, ni reír, ni abrazarlo; él la mira. Cariñito, le dice, mientras abre las cobijas y le quita los zapatos, la despierto mañana. Ella pone su cabeza sobre su pecho y pasa los dedos por su cabello, mientras él continúa, podemos caminar hasta el mercado y comer empanadas de viento (sueña soñador). Y hablan, lo segundo mejor que se puede hacer en esa habitación, lo segundo mejor que se puede hacer después del amor. Si puede ser tan bueno, también debe ser tan malo (tiene una amiga que le dice cuando le habla de su predilección por las palabras). Abajo, ya comienza a clarear, un carro, ¿el taxista?, tiene puesta la radio, canta Juan Gabriel: no tengo dinero, ni nada que dar, lo único que tengo, es amor para amar. Está cerca la U. Central y recuerdan una clase de materialismo histórico, ríen mientras lo hacen: Marx dijo que la historia (con h mayúscula, pero están en El Dorado y son las cinco y media y entre los dos no tienen el suficiente capital como para comprar esas empanadas de viento que Martín prometió), se repite primero como tragedia y luego como farsa. A las seis de la mañana, con el sol rayando las cumbres del Pichincha, entrarán a la farsa (a ver si así, resulta). Él se presentará, dirá, hola, soy Martín. ¿Desearía bailar conmigo? Encantada, ella responderá y tomará su mano: si así tú me quieres, te puedo querer pero, si no puedes, ni modo, qué hacer.

      Uno no entra ni sale libremente de nada, que diría el profesor.

       Crisis II

      Yo te pido un besito (ah,ah)

       y te toco la manito (o, no)

      —Amorcito corazón.

      —¿Si, querida?

      —Dígame.

      —No, usted primero.

      —Beldad, insisto.

      —Bella, por favor…

      (Ah, la galantería del amor)

      —Pero…

      —¿Qué?

      —Usted fue la que llamó.

      —Ah, ¿cómo estás?

      —No tan bien como usted, ricura.

      —¿Si? Pero yo estoy sola.

      —No lo crea bella dama; no tan sola, me tiene a mí.

      —Que sí, que lo estoy.

      —No insista, ¿cuál prueba de amor, atisbo dudas en su voz, desea que supere? Cualquier cosa, nómbrela. Lo que usted diga, soy su humilde servidor.

      (Ahg, la galantería del amor)

      —Ninguna, belleza, todo el mundo salió de casa y pasan la noche fuera.

      —¿?

      —¿Sigues ahí?

      —Sí, pensaba.

      —¿Lo mismo que yo?

      —Pregunta la suya, empero…

      —¿Qué?

      —¿No pudiste avisarme antes?

      —¿Y eso?

      —Logística cariño, nada más.

      —No había manera, mamá salió temprano y acaba de llamar avisando que está bloqueada la Panamericana, papá fue a buscarla.

      —Que…

      —quiere decir que tenemos la casa para nosotros dos.

      —Ah, ah, o, no.

      —¿Qué?

      —Nada, pensaba en voz alta.

      —¿Cuándo llegas?

      —Presto y a la hora bella dama. A propósito, ¿cuál es?

      —¿Qué?

      —¿La hora?

      —Las doce.

      —¿Tantas así?

      (Con voz atiplada y un atisbo de tirantez:)

      —Para el amor no la hay.

      (Rápidamente y allanando asperezas:)

      —Pero para los buses sí.

      —Ah.

      —¿Un taxi?

      —¿A Carapungo, a la noche? ¿A qué le suena un préstamo, corazón?

      —A imposible.

      —Con mis cinco, ni hablar.

      —¿No estaba encantado tu jefe contigo?

      —¿Qué?

      —¿No te subían el sueldo?

      —Hace rato que acabó la luna de miel.

      —¿Y eso?

      —Damita, a asuntos menos callosos.

      —¿Y entonces?

      —Que la raspadura es dulce pero no es suave.

      —¿Cariño de mis cariños?

      —¿Si?

      —Que СКАЧАТЬ