Название: Lady Hattie y la Bestia
Автор: Sarah MacLean
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Los bastardos Bareknuckle
isbn: 9788412316704
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—Y que entraste —añadió Nik.
«¡Joder!».
—¿No tienes nada qué hacer? Todavía gestionamos un negocio o dos, ¿no? —dijo Whit mirando a la noruega.
—Conseguiré la información de los muchachos —replicó Nik, encogiéndose de hombros.
Whit frunció el ceño, fingiendo no darse cuenta de que ella pasaba la mano por la frente de Jamie y susurraba unas palabras de ánimo al chico antes de despedirse.
—¿Y nosotros vamos a tener que conseguir también la información por medio de los muchachos? —intervino Felicity tras un largo silencio.
—Ya tengo una hermana preguntona.
—Sí, pero como ella no está aquí, debo representarnos a las dos. —Felicity sonrió.
—Me desperté en un carruaje, con una mujer —dijo él, frunciendo el ceño.
—Y asumo que no ocurrió de la excelente manera que tal escenario indica. —Diablo arqueó las cejas.
Había sido el beso más ardiente que Whit había recibido, pero eso no lo sabía su hermano.
—Cuando salí del carruaje…
—Oímos que te empujaron —puntualizó Felicity.
—Fue mutuo —murmuró en un pequeño gruñido.
—Mutuo… —repitió Felicity—, pero a ti te lanzaron desde el carruaje.
Dios lo librara de hermanas entrometidas.
—Cuando salí del carruaje —insistió—, se dirigía hacia lo más profundo del Garden. La seguí.
—¿Quién es? —preguntó Diablo.
Whit se quedó callado.
—¡Dios, Whit!, sabes el nombre de la señoritinga, ¿no?
—Hattie. —Se volvió hacia Felicity.
Tener una cuñada que una vez fue miembro de la aristocracia estaba muy bien a veces, en particular cuando necesitaban averiguar el nombre de una noble.
—¿Solterona?
No era el primer adjetivo que le venía a la mente para describirla.
—¿Muy alta? ¿Rubia? —Felicity continuó presionándolo.
Asintió con la cabeza.
—¿Voluptuosa?
La pregunta trajo de vuelta el recuerdo de los declives y valles de sus curvas. Lanzó un gruñido de asentimiento.
—Vaya. —Felicity se volvió hacia Diablo.
—Mmm… —dijo Diablo—. Ya volveremos a eso. ¿Sabes quién es la mujer?
—Hattie es un nombre bastante común.
—¿Pero…?
—Henrietta Sedley es la hija del conde de Cheadle. —Miró a Whit y luego a su marido.
La verdad golpeó a Whit junto con el triunfante placer de la revelación de la identidad de Hattie. Cheadle se había ganado el título de conde, lo recibió del propio rey por su nobleza en el mar.
«Crecí en los muelles», le había dicho ella cuando trató de asustarla con un lenguaje soez.
—Es ella.
—¿Así que Ewan está trabajando con Cheadle? —dijo Diablo, sacudiendo la cabeza—. ¿Por qué el conde se pondría en nuestra contra? No tiene sentido.
Y no lo había hecho. Andrew Sedley, conde de Cheadle, era muy querido en los muelles. Su negocio era fuente de trabajo honesto y pagaba bien. Los tipos que trabajaban en el Támesis lo conocían como un hombre justo, dispuesto a contratar a cualquiera con un cuerpo capaz y un gancho fuerte, sin importar el nombre, el lugar de procedencia o la fortuna.
Los Bastardos nunca habían tenido motivos para hacer negocios con Sedley, ya que él se dedicaba en exclusiva al traslado de mercancías, pagaba sus impuestos y mantenía su negocio saneado, lejos de toda sospecha. Sin armas. Sin drogas. Sin personas. Las mismas reglas con las que jugaban ellos, aunque los Bastardos jugaban en la mugre: su contrabando se especializaba en el alcohol y el papel, el cristal y las pelucas y cualquier otra cosa gravada más allá de la razón por la Corona. Y no tenían miedo de defenderse con la fuerza.
La idea de que Cheadle pudiera haberlos atacado era incomprensible. Pero Cheadle y su atrevida hija no estaban solos.
—Es cosa del hijo —dijo Whit. August Sedley era, según todos los indicios, un imbécil indolente, privado de la ética y el respeto que su padre sentía por el trabajo.
—Podría ser —dijo Felicity—. Nadie sabe mucho de él. Es encantador pero no muy inteligente.
Lo que significaba que el joven Sedley carecía del sentido común necesario para entender que enfrentarse a los criminales más conocidos y queridos de Covent Garden no era algo que se pudiera hacer a la ligera. Si el hermano de Hattie estaba detrás de los asaltos, solo podía significar una cosa.
—Ewan tiene al hermano haciendo su trabajo y la hermana protege a su familia. —Diablo también lo entendió así.
Whit conocía el precio de eso. Gruñó expresando su acuerdo.
—Ella se equivoca —dijo Diablo, golpeando su bastón contra el suelo otra vez y mirando a Jamie—. Esto se acabó. Nos encargaremos del hijo, del padre y de toda la maldita familia si es necesario. Nos conducirán hasta Ewan, y pondremos fin a eso. —Llevaban dos décadas luchando contra Ewan. Escondiéndose de él. Protegiendo a Grace de él.
—A Grace no le gustará СКАЧАТЬ