Pilates para la tercera edad. Manuel Pedregal Canga
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Название: Pilates para la tercera edad

Автор: Manuel Pedregal Canga

Издательство: Bookwire

Жанр: Сделай Сам

Серия: Tercera Edad

isbn: 9788499109480

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СКАЧАТЬ nuestras clases con este perfil de personas tendremos que modificar todos los ejercicios que implican flexión anterior. En ningún caso trabajaremos aumentando la cifosis que nuestros alumnos puedan estar padeciendo: como muestra la figura, un aumento de la cifosis implica que las escápulas modifican su posición natural (los hombros se adelantan).

      Cuando esto sucede, comenzaremos a presentar problemas de movimiento en los hombros: pierden flexibilidad; incluso es posible que determinados gestos nos resulten dolorosos.

      Es común pensar: «Mi espalda está demasiado curvada; me duele cuando hago determinados ejercicios». Por este motivo quien razona así cree que hacer ejercicio no es posible, pues no podrá moverse sin sentir dolor. Nada más lejos de la realidad: nuestros objetivos nunca estarán orientados a corregir completamente la forma de la columna. Aunque no consigamos corregirla al cien por cien, un trabajo de Pilates moderado seguramente que procurará buenas sensaciones y mejorará nuestra postura corporal.

      Alteración de la marcha

      De manera general, la marcha se deteriora en la tercera edad. Los motivos son muy variados. Sin embargo, hay uno muy común y de efectos bastante lógicos:

      No pretendemos hacer «clínica» de nuestro propósito, pues ni de lejos conocemos todos los entresijos de una enfermedad como la artrosis, pero sí que está en nuestras manos acceder a cierta información que nos puede ayudar a manejar estas situaciones con mayores garantías. Sabemos lo que nuestro médico nos diagnostica: «Padeces artrosis… Ya tienes una edad, es normal». «Entonces, ¿qué puedo hacer?», preguntamos. «Pues nada, cuidarte lo más posible, evitar esfuerzos exagerados… pasear también viene bien… y si el dolor es intenso puede ayudarte cierta medicación», nos responde el facultativo. También sabemos que cuando el nivel de artrosis es elevado padecemos un determinado dolor casi permanentemente: en este caso, ejercicios suaves y centrados en movilizar la zona pueden aportar cierto nivel de bienestar. Por el contrario, todos aquellos ejercicios que ponen al final del rango la articulación lesionada (artrósica) provocan de inmediato, al elevar la irritación, dolor, con lo que la sensación última será desagradable.

      En estos casos, proponemos ejercicios asistidos (gravedad reducida) que nunca se producen al final del rango de la articulación (amplitud controlada) y cargas bajas. Se trata de producir movimiento con la carga más reducida posible. Nuestro movimiento no es pasivo en absoluto, pero para la articulación dañada tiende más a moverse con una sensación de flotabilidad. Este tipo de ejercicios, en un primer nivel, nos ayudarán a movilizar en «márgenes no dolorosos». Esto es muy importante, ya que a causa de la artrosis se produce un aumento notable de la rigidez de nuestras articulaciones. Por tanto, nuestro primer objetivo en esta primera etapa es controlar la rigidez y dejar de perder amplitud de movimiento. La amplitud de movimiento funcional en nuestro sistema nos mantiene alejados de perder funciones diarias en nuestras caderas u hombros.

      Por cierto, ¿es igual presentar este problema en un hombro, en la cadera, en la región cervical o en la región lumbar? ¡En la práctica, no! Cada una de estas estructuras requiere planteamientos distintos a efectos de recomendar según qué ejercicios, si bien la base para razonar nuestros objetivos es bastante similar en todos estos casos.

      En presencia de artrosis debemos modificar los ejercicios con el criterio que propusimos anteriormente, así como contemplar la necesidad de practicarlos regularmente con el único objetivo de mantener a raya la rigidez que este proceso degenerativo puede ir causando en nuestro paciente mayor. En nuestra opinión, el ejercicio –convenientemente modificado– siempre es positivo.

      Una persona mayor que viva en una ciudad –con las comodidades para la vida que le brinda el entorno urbano a su disposición– requerirá menores niveles de fuerza para afrontar (y disfrutar) la tercera edad que una persona, también mayor, que habita en una granja, por ejemplo. La actividad diaria de una y otra no tienen nada que ver entre sí y, posiblemente, incluso la intención de actividad sea muy diferente. Los niveles de fuerza dependen del entorno de cada persona concreta. En el primer caso, la fuerza necesaria para ser autónomo en las ocupaciones cotidianas es suficiente (¡aun así el Pilates te será de gran ayuda!); en el segundo, la necesidad de desarrollar actividades más complejas y duras (rurales) implica una exigencia de fuerza mayor. ¡El Pilates te ayudará igualmente!

      La única diferencia serán las pautas seguidas a la hora de elaborar objetivos y programas, concretadas en ejercicios adaptados a las circunstancias particulares de cada persona. Un indicador claro de que estamos perdiendo fuerza muscular es cuando percibimos que el desempeño de nuestras actividades cotidianas comienza a fatigarnos muscularmente. En este sentido, un programa de ejercicios para recuperar niveles aceptables de fuerza en cada caso puede ser la diferencia.

      No des por sentado que estar fuerte y ser mayor es incompatible: planea bien tus objetivos, encuentra un programa lógico y progresivo y ¡ponte en marcha! Utiliza tus recursos racionalmente, sé constante y contempla cada aumento de fuerza como un elemento rejuvenecedor. Tus clases de Pilates deben incorporar ejercicios que retengan tus niveles de fuerza en general. Ahora bien, deberán ser ejercicios seguros y siempre alcanzables. Es importante que afrontes el ejercicio en la justa dosis de fuerza que tu sistema esquelético-muscular puede manejar.

      ¿Existen evidencias sobre los beneficios de la práctica del método Pilates en la tercera edad?

      El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define «tercera edad» como: «Período avanzado de la vida de las personas en el que normalmente disminuye la vida laboral activa». Mientras que el diccionario de la Real Academia de Medicina describe la vejez como: «Período final de la vida humana, caracterizado por la progresiva declinación de las funciones fisiológicas, además de cambios cognitivos, afectivos y de personalidad», haciendo también referencia a la «pérdida de la capacidad de adaptación del individuo a los factores ambientales negativos que le rodean».

      Si utilizamos estos criterios para enmarcar nuestra tarea profesional seremos terriblemente injustos, puesto que todo instructor o instructora de Pilates trabaja diariamente con personas de más de sesenta y cinco años que no obedecen a ninguno de los patrones que indican estas definiciones. Sí que nos parece interesante el último fragmento de esa definición de la vejez de la Real Academia de Medicina: «PÉRDIDA DE LA CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN DEL INDIVIDUO A LOS FACTORES AMBIENTALES NEGATIVOS QUE LE RODEAN». Cuando esta circunstancia es únicamente relacionable con la edad, estamos ante la persona mayor a la cual va dirigido nuestro trabajo.

      Al respecto, de entre las menciones a nuestra técnica terapéutica disponibles en la literatura médica resaltamos las siguientes conclusiones:

       El método Pilates puede ser beneficioso en los ajustes neuromusculares durante la marcha, pues disminuye el riesgo de caídas (Yeon et al., 2016).

       El método Pilates СКАЧАТЬ