Название: Lo que los angeles anhelan leer
Автор: Mark Meynell
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9788494991011
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Trasfondo denominacional y nacional: Tu interpretación de las Escritura estará afectada por las creencias de tu iglesia. Por ejemplo, tu iglesia ¿bautiza a bebés o considera inapropiado que los creyentes se involucren en asuntos de política nacional?
Muchas otras cosas también nos influyen: nuestra edad, nuestra educación, estudios, con que frecuencia tenemos encuentros interculturales, las experiencias de sufrimiento que hemos experimentado. Todo esto forma nuestra perspectiva, el marco de referencia en nuestra mente que nos ayuda a dar sentido del mundo de Dios y a la Palabra de Dios.
¡El problema es que muchos cristianos dan por sentado rápidamente que su propia comprensión del mundo automáticamente llega a ser la de Dios desde el momento de su conversión, o en el momento de obtener su título en teología, o cuando se convirtieron en pastores! O asumen que su denominación es la correcta, mientras que las demás están peligrosamente equivocadas. O que su propia cultura nacional es superior a las demás en, por ejemplo, su actitud en cuanto a las personas mayores.
La combinación de estos elementos de fondo, forma lo que podemos llamar nuestro marco de referencia para interpretar el mundo y la Biblia. Si no tenemos cuidado, cuando predicamos, simplemente predicamos nuestros propios paradigmas, no lo que la Biblia realmente enseña. Así que es un viaje de por vida permitir que Dios transforme nuestros propios marcos de referencia para que se ajusten cada vez más al paradigma de Dios (como lo indica el diagrama).
A esto es a lo que se refirió Pablo cuando le dijo a los cristianos de Roma:
No os amoldéis al mundo actual, sino sed transformados mediante la renovación de vuestra mente. Así podréis comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. | ||
--Rom. 12:2 |
La conversación entre nuestros propios paradigmas y el de Dios tendrá lugar mientras estudiamos las Escrituras y tratamos de vivirlas. Mientras crecemos en nuestro conocimiento y en nuestra experiencia de discipulado, también mientras avanzamos en madurez cristiana. Poco a poco, nuestra perspectiva comenzará a parecerse más a la perspectiva revelada por Dios.
[2] Christopher J. H. Wright, Cómo Predicar desde el Antiguo Testamento (Lima: Ediciones Puma, 2016).
[3] Un gran ejemplo es: How to Read the Bible Book by Book: A Guided Tour by Gordon Fee and Douglas Stuart (Grand Rapids: Zondervan, 2014).
[4] En su libro, Cómo Predicar desde el Antiguo Testamento, Christopher J.H. Wright también recalca la importancia de entender a la Biblia como una historia completa. Su esquema del drama de la escritura en seis etapas es ligeramente diferente de lo propuesto aquí, pero el esquema general y la forma de la historia es la misma.
[5] Adaptado de Jeffrey D. Arthurs, Preaching with Variety (Grand Rapids : Kregel, 2007),p. 70.
[6] Nota: las citas literales de la Biblia están en cursiva.
[7] El profesor australiano Graeme Goldsworthy ha escrito varios libros acerca de este enfoque, incluyendo According to Plan (Leicester: IVP/Grand Rapids: Eerdmans 1991, y Preaching the Whole Bible as Christian Scripture (Leicester: IVP/Grand Rapids: Eerdmans, 2000). Vaughan Roberts lo ha popularizado en su breve pero útil libro, God’s Big Picture (Leicester: IVP, 2009). El primer título (Andamio) y el tercero han sido traducidos al castellano.
[8] Adaptado de los libros de Goldsworthy y V.Robert mencionados anteriormente.
[9] Christopher Ash, Remaking A Broken World (Milton Keynes: Authentic, 2010).
[10] John R. W. Stott, Cristo, el Incomparable (Barcelona: Andamio, 2009).
Sección I
Predicar sobre los Evangelios y Hechos
Para muchos, la idea de sentarse bajo las estrellas, alrededor de un crepitante fuego, escuchando a un emocionante narrador es todo un sueño. Mientras más éxodo se da del mundo rural a las concurridas ciudades, lo que antes era el entretenimiento vespertino normal, si no el único, ahora se ha convertido en una de esas experiencias que tienen lugar sólo una vez en la vida para aquellos que tienen esa suerte.
¡Sí, las historias todavía importan! ¿Por qué si no, nos sentamos pegados a los televisores? ¿Por qué si no las librerías venden tantas novelas? Los buenos narradores todavía son respetados y seguidos en el mundo entero.
Esta debería ser la razón más básica para la popularidad constante de los evangelios. ¡Son historias magníficas y fascinantes! Desafortunadamente, muchos predicadores (quizá especialmente en las iglesias occidentales) al parecer se han olvidado de esto. Parecen estar conformes al tratar los evangelios igual que un denso párrafo de Romanos, del cual sacan (¡usualmente tres!) puntos de teología sistemática. Estos sermones pueden comunicar la verdad del evangelio y esta siempre será útil; y Dios es lo suficientemente capaz como para usar cualquier sermón, por pobre que sea. ¡Pero esa no es excusa para olvidar que los evangelios son historias!
Dios comunica su verdad no solamente por medio de palabras, pero también por medio de la forma (o género) en la que estas palabras se transmiten. Esto significa que no hacerle justicia a la forma literaria de un pasaje puede que resulte en no hacerle justicia al significado de dicho pasaje.
Para cualquier predicador cristiano, Jesús será el centro de nuestra fe, el corazón de nuestro mensaje y el fundamento de nuestro ministerio. Sin él, no tendríamos ni fe, ni mensaje, ni ministerio. No es de extrañar que nos encante hablar de él, contar historias acerca de él. Y eso es lo que hacen los evangelios. Nuestra tarea es hacer que Jesús ‘salga de las páginas’ de estos textos y llegue a las vidas de las personas. ¿Acaso puede haber mayor gozo que presentar a Jesús a otros y ver como sus rostros se iluminan y sus corazones arden mientras las vendas caen de sus ojos?
Capítulo 2
Los desafíos al predicar los Evangelios
Si amamos y seguimos a Cristo, es natural que amemos los evangelios. Sin embargo, a muchos de nosotros nos cuesta predicarlos bien. Hay diferentes razones por las que son algo complicados.
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