Название: La Tradición Constitucional de la Pontificia Universidad Católica de Chile
Автор: José Francisco García G.
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная деловая литература
isbn: 9789561427341
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Un tercer objetivo específico se relaciona con una cuestión prospectiva. ¿En qué condiciones llega esta tradición intelectual más que centenaria al debate sobre una nueva Constitución? ¿Qué capacidad de influir en la definición de la filosofía constitucional inspiradora de una nueva carta fundamental tendrá esta escuela de pensamiento, en un contexto en que bases esenciales de la misma han sido cuestionadas y no parecieran tener los grados de legitimidad, adherencia ni aprecio que hasta hace muy poco parecían dar una posición hegemónica a la interpretación de esta tradición intelectual? Son preguntas que, por supuesto, serán respondidas factualmente en el futuro cercano, pero que, hacia el final de este volumen, esperamos que encuentren algunas claves interpretativas o los senderos que permitan anticipar sus respuestas.
SOBRE LAS IDEAS DE TRADICIÓN INTELECTUAL, RAMIFICACIÓN Y TRADICIÓN CONSTITUCIONAL (COMO ESCUELA DE PENSAMIENTO)
Las ideas de Adaslair MacIntyre sobre las tradiciones intelectuales, especialmente la forma en que ha presentado la tradición aristotélica-tomista, su racionalidad y coherencia interna, y su evolución frente a tradiciones rivales han sido una importante fuente de inspiración para pensar esta cuestión, como ha quedado plasmado en el primer volumen de esta investigación. Es por ello que quisiera volver sobre algunos aspectos específicos para recordar su importancia, especialmente para los lectores que no han tenido a la vista aquel texto.
En primer lugar, destaco las tres etapas con las que el autor describe la evolución y desarrollo de una tradición. Una primera está marcada por eventos históricos contingentes que definen sus elementos centrales: por un lado, sus convicciones, prácticas e instituciones; por el otro, textos y alguna autoridad que los interpreta, enseña y transmite. En una segunda etapa es identificada una serie de deficiencias en la tradición, aunque no sus soluciones. En la tercera se encuentran soluciones a estas, las que implican reformulaciones, reevaluaciones y nuevas aproximaciones para hacerles frente, superando sus limitaciones teóricas y prácticas. Cuando se llega a esta tercera etapa, los adherentes a dicha tradición son capaces de contrastar la tradición en su versión perfeccionada respecto de la versión original. Esto permitirá, en consecuencia, depurar aquellas incoherencias e inconsistencias, superando planteamientos que ahora se estimarán, en relación con la versión original, incorrectos o falsos.2
La capacidad de las tradiciones de pensamiento de ir depurando sus planteamientos, resolviendo sus deficiencias e incoherencias, son fundamentales para dar cuenta de su capacidad de evolución y progreso, o de su estancamiento.3 Dicho estancamiento puede, en realidad, obedecer a una crisis epistemológica, marcada típicamente por la disolución de las certezas esenciales de la tradición que marcaron su fundación en un determinado momento histórico. Superar una crisis epistemológica puede implicar la búsqueda de nuevas tesis y teorías que busquen resolver aquellos conflictos de la tradición que no habrían podido ser resueltos sin estas. Y si bien ello implica en parte reescribir la historia de la tradición, también representa ganar en profundidad reflexiva, especialmente si ha podido emerger en el proceso lo mejor de la historia de dicha tradición.4 Por otro lado, si una tradición no supera su crisis epistemológica, puede desaparecer o bien quedar desacreditada desde la perspectiva de su propia racionalidad interna frente a tradiciones rivales.5
Y así como una etapa posterior de una tradición se entiende superior a una anterior solo en la medida en que es capaz de superar las limitaciones y fracasos de la versión anterior, la superior racionalidad de esta tradición respecto de tradiciones rivales se estima que reside tanto en su capacidad de identificar y caracterizar las limitaciones y fracasos de las tradiciones rivales de acuerdo a los estándares fijados por esta –dando cuenta de la incapacidad de la tradición rival para explicar o comprender las limitaciones y fracasos que la afectan–, como en la de explicar y entender aquellas limitaciones y fracasos en una forma precisa. Asimismo, también debe ocurrir que la tradición rival no es capaz de identificar, caracterizar y explicar las limitaciones y fracasos de la tradición que la critica y cuestiona.6
Finalmente, otro elemento que desarrollo a partir de la obra de MacIntyre es la importancia que asigna a la figura del aprendiz, ayudante o alumno al interior de una tradición intelectual. El maestro no solo lo va introduciendo en la teoría y práctica de la tradición sobre la base de su auctoritas, sino que además potencia su autoeducación, de forma tal que sea capaz de reconocer los elementos centrales de la misma,7 examinarla de forma crítica, especialmente a la hora de transmitirla a las futuras generaciones, distinguiendo lo valioso del pasado para proyectarlo hacia el futuro,8 y utilizar los textos críticos a la tradición misma, permitiéndole comprender mejor su posición e identificar aquellos problemas o tesis de su tradición que parezcan débiles, elementos sin los cuales no es posible que una tradición se perfeccione, evolucione y florezca.9
Por otra parte, y siguiendo a Shils, es necesario considerar que las tradiciones intelectuales siempre evolucionan a través de la ramificación. Ello, dado que es muy difícil que todos los adherentes de una tradición se muevan a la exacta velocidad y dirección de lo que han recibido. Por el contrario, algunos se aferrarán tenazmente hasta el último detalle de lo que han aprendido para desarrollarlo y hacerlo evolucionar, y otros se apartarán respecto de algunos de esos detalles, lo que implica, en consecuencia, que también habrá diferencias entre estos últimos de acuerdo a los aspectos específicos en los que se han apartado.10 En consecuencia, las ramificaciones generan efectos relevantes en la evolución y modificación de una tradición intelectual, modificaciones que pueden afectar aspectos nucleares o secundarios que pueden tomar el camino de las correcciones por revisión o la sistematización a través de la generalización y la diferenciación.11 Dado que este proceso de ramificación no implica que cada una de estas ramas tenga el mismo peso relativo, tamaño, o influencia, ello permitirá distinguir entre uno o más grupos ortodoxos y heterodoxos.12 Finalmente, para Shils resulta fundamental la capacidad que tenga una tradición intelectual ramificada de administrar las diferencias, especialmente si las diferencias o detalles en que algunas ramas se han apartado de la ortodoxia no se transforman en el objeto central de la disputa, sino en uno secundario, poniendo el foco, en cambio, en el grueso de los temas nucleares o fundamentales en los que hay amplio acuerdo. Distinto es el caso, en cambio, cuando unas u otras tendencias o facciones intentan, por el contrario, imponer su particular interpretación de la tradición común como si fuera la ortodoxa, o la única, dando pie a un conflicto inter-ramas al interior de la tradición.13
Finalmente, más allá de la monumental definición, canónica, de Merryman respecto de la tradición en un sentido jurídico,14 diversos publicistas han reflexionado lúcidamente en torno al concepto de tradición constitucional, identificando la existencia de a lo menos tres componentes centrales del mismo.
Un primer elemento se vincula a los orígenes de una tradición, marcados por un contexto político e intelectual históricamente contingente. Así, De Vergottini advierte que a la hora de referirse a tradiciones constitucionales específicas se deben examinar cuidadosamente “los distintos contextos, teniendo en cuenta sus peculiaridades, no siempre trasladables de un área geopolítica y jurídica a otra, en la medida en que cada uno está influido por una precisa historia constitucional”,15 esto es, “el conjunto de principios valorativos sedimentados en СКАЧАТЬ