Название: E-Pack HQN Victoria Dahl 1
Автор: Victoria Dahl
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413756462
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Juan lo fulminó con la mirada. Parecía un hombre muy amenazante para llevar una bandeja con tres copas de color rosa.
Aaron observó con consternación mientras Juan ponía las bebidas en la mesa.
—Oh, por el amor de Dios —dijo Lori—. No te preocupes, Aaron, ya las hemos pagado.
—Gracias, Juan —dijo Helen suavemente.
—Es un placer —susurró él, sin moverse del sitio.
Molly se dio cuenta de que tenía una buena vista del escote de Helen desde allí, y de que le brillaban los ojos.
Aaron le dio un codazo. Juan se lo devolvió. Antes de que las cosas pudieran ir a peor, alguien pidió cerveza a gritos desde la barra, y Juan se alejó después de lanzarle a Aaron una última mirada fulminante.
—¡Eh, trae una jarra aquí también! —le dijo Aaron—. ¡Estas chicas tienen sed! Después, sonrió y preguntó—: Bueno, Molly… ¿Y has estado alguna vez con un hombre?
Capítulo 8
Moderadora de páginas de cibersexo.
No era prostituta ni era telefonista de una línea erótica. Ben lo sabía porque la había visto a través de las ventanas cuando había subido por el sendero a inspeccionar la mina. Ella estaba acurrucada en la cama, con un ordenador portátil en las rodillas y unas gafitas apoyadas en la nariz. Y cuando hacía el camino de bajada, ella estaba en el mismo sitio, tecleando afanosamente. ¿Haciendo qué?
Estaba decidido a averiguarlo.
Cuando cruzó la calle, con los ojos fijos en la puerta de The Bar, su cerebro estaba intentando explicarle a su cuerpo, con todo lujo de detalles, que no iba a encontrar las respuestas que quería bajo su minifalda escocesa.
Ni tampoco dentro de su sujetador rojo.
«Pero la voy a debilitar», respondió su cuerpo. «Voy a trabajar con ella hasta que… hasta que ella se rinda y confiese».
—Exacto —dijo Ben, que se puso del lado de su cuerpo y le indicó a su cerebro que dejara de molestar.
Abrió la puerta y paseó la vista por el local en busca de Molly. Y la encontró. Estaba sentada junto a aquel gigoló de Aaron.
—¿No puede arrestar a ese tipo, o algo así? —le preguntó Juan desde la barra.
Ben se dio cuenta de que estaban pensando en el mismo tipo.
—¿Tienes alguna información que pudiera serme útil?
—No. Por desgracia.
—Bueno, veré lo que puedo hacer.
Entonces, tomó la cerveza que le ofrecía Juan y fue rápidamente hacia la mesa.
Sintió cierta satisfacción, que mitigó algunos de sus celos, al ver que Molly lo veía acercarse con expresión de deleite. Sin embargo, no estaba de más librarse de aquel gusano.
—¡Aaron! —le gritó Ben desde detrás de su cabeza. El hombre dio un respingo y se derramó la cerveza en el regazo.
—¡Mierda! —exclamó Aaron, y comenzó a secarse los pantalones.
—Eh, hay una chica de dieciocho años ahí fuera que quiere que alguien la invite a una cerveza.
—¿Es Jasmine?
Él se inclinó hasta que captó la mirada de Aaron.
—¿Cómo?
—¡Jefe! ¡Mierda! Yo… eh… Solo era una broma.
Ben puso cara de furia y rodeó la silla de Aaron hasta que estuvo frente a él.
—Si te pillo en alguna situación en la que esté involucrado alguien menor de edad junto al sexo o al alcohol, te ahogaré en ese río que adoras tanto, ¿entendido?
—Sí, señor.
—Y ahora, levántate de mi silla.
—Sí, señor —repitió Aaron, y se fue tan rápidamente que se echó el resto de la cerveza en los pantalones.
Ben se dejó caer en la silla y miró con severidad a las mujeres.
—Señoras. ¿Es que alguna de ustedes tiene debilidad por los chicos guapos?
—¡Yo! —respondió Molly—. ¡Me gustan los chicos suaves y perfumados como si fueran la chica de un harén!
Lori puso los ojos en blanco.
—Entonces estás de suerte. Aaron huele bien y me apuesto lo que quieras a que se depila los…
—Ya basta —le dijo Ben, alzando una mano—. Ya he tenido suficientes imágenes horripilantes por hoy. Esa me llevaría al límite.
Molly hizo un mohín.
—Espero que no hables de mí.
—¿Ummm?
—Por lo de las imágenes horripilantes.
—¿Eh? ¡Ah! —exclamó él. Al ver la risa en los ojos brillantes de Molly, sonrió sin poder evitarlo—. Bueno, ha habido un momento en el que toda mi vida ha pasado ante mis ojos, pero yo no…
—Ya basta —dijo entonces Lori, moviendo ambas manos ante él, y Ben salió de su enfrascamiento. Acababa de estar hablando con Lori, ¿cómo era posible que hubiera olvidado que seguía allí?
Carraspeó, e intentó no ruborizarse otra vez.
—Pero no te preocupes —dijo Molly—. Aaron cree que soy la novia de Lori.
—Gracias por eso, a propósito —dijo Lori.
—Eh, él solito llegó a esa conclusión.
El gesto de molestia de su amiga se transformó en una sonrisa.
—Tal vez yo le indujera a pensarlo durante el invierno pasado, cuando no dejaba de venir por el garaje para verme cambiar el aceite de los motores.
—Entonces, ¿por qué me has dado una patada?
—¿Es que de veras crees que ibas a desanimarlo haciéndole que nos imaginara juntas en la cama?
—No sabía que era un pervertido.
Ben arqueó una ceja.
—Eso no tiene nada de pervertido —dijo. Alzó la cerveza para hacer un brindis y se bebió la mitad justo antes de que Molly le diera una patada en la espinilla—. ¿Acabas de darme una patada?
—Deja de ser un pervertido. Tú eres un agente de la ley.
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