E-Pack HQN Victoria Dahl 1. Victoria Dahl
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Название: E-Pack HQN Victoria Dahl 1

Автор: Victoria Dahl

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Pack

isbn: 9788413756462

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      Ben tosió. Se le había secado la garganta tan rápidamente que estaba a punto de ahogarse. La falda se le había subido hasta la banda de elástico de las medias, y Ben vio la carne pálida que había por encima.

      —Respira —le susurró Lori, y él tomó aire profundamente.

      —Estoy de servicio —dijo, y Lori se limitó a agitar la cabeza.

      Molly tiró y celebró su carambola retorciéndose de placer, cosa que le recordó a Ben lo bien que se le daba retorcerse. Después, ella fue hacia el otro lado de la mesa y tiró de nuevo, mientras Ben miraba sin poder evitarlo sus pechos, que asomaban por encima del sujetador y la camiseta. El sujetador era rojo y tenía un ribete negro.

      —Dile que volveré dentro de una hora —refunfuñó, y se dio la vuelta. Hubiera podido jurar que oía su dignidad desmoronarse allí mismo.

      Una hora más de trabajo, y podría llevarse a Molly a casa, y resolverían la cuestión de si estaban o no estaban saliendo.

      Salió sin mirar atrás. Cuando estuvo en la calle, el aire frío le cortó la respiración. No… No era el aire frío. Fue la impaciencia que sentía por Molly.

      En cuanto él salió, Molly adoptó una postura más decorosa y se ajustó la camisa. Probablemente, Ben había pensado que llevaba así toda la noche.

      —Oh, Dios mío —dijo Lori, riéndose—. Ese hombre está tan loco por ti que resulta gracioso.

      —Para mí no es gracioso —dijo Molly—. Es muy, muy serio.

      —Sí, eso ya lo veo.

      Helen Stowe le hizo un gesto con ambos pulgares hacia arriba desde el otro lado de la mesa.

      —Bien hecho, Molly.

      Helen tenía cuarenta años y acababa de divorciarse, y estaba intentando encontrar una nueva vida. Se había puesto muy contenta cuando Lori la había invitado a salir con ellas.

      —Me parece —dijo Molly mientras rodeaba la mesa hacia Helen—, que tú también lo has hecho bien. He notado que has establecido contacto visual.

      —¿Con quién? —le preguntó, ruborizándose.

      Era rara aquella muestra de timidez, porque llevaba un generoso escote e iba muy maquillada, y movía las caderas al ritmo de la música.

      Molly le guiñó un ojo y miró hacia la barra. Juan apartó la vista.

      —Es tan joven como para ser mi hijo —dijo Helen en un susurro.

      —¡Eh, yo no he dicho nada! Pero, ¿tu hijo no tiene diecinueve años?

      —Sí.

      —Bueno, Juan acaba de cumplir treinta. Ya es casi un hombre adulto.

      Lori y ella se echaron a reír, pero Helen agitó la cabeza.

      —Seguramente, su última novia fue una animadora. No va a ocurrir nada. Solo he venido aquí a pasarlo bien.

      Molly le dio un golpecito en el brazo.

      —Bueno, pero tenlo en cuenta.

      —Oh, no. Yo no podría… —dijo Helen, pero se interrumpió y se quedó callada, cosa que Molly interpretó como una buena señal.

      Cuando terminaron la partida de billar, dejaron la mesa a un grupo de hombres, pidieron otra ronda de bebidas y se fueron a una mesa.

      Molly vio a un extraño muy mono en cuanto se sentó.

      —¿Quién es ese chico?

      Lori miró hacia la mesa que había junto a la puerta.

      —¿El chico guapo del pelo negro? Es Aaron.

      —¡Es guapísimo! —exclamó Molly, y cruzó la vista con el extraño justo cuando lo decía, así que él debió de leerle los labios—. Ooooh. Qué vergüenza.

      —Ese chico es muy guapo, y lo sabe. Siempre entra en calor cuando empieza la temporada de turistas.

      —¿Es uno de los guías del río? —preguntó Molly.

      —Exacto. Se deprime cuando empieza a hacer frío y tiene que ponerse una camisa.

      —¿Habéis salido alguna vez con él?

      Lori soltó un resoplido.

      —Tengo ciertos estándares. Además, tengo veintiún años, y ya no me rio cuando toma la lata de cerveza en una mano y saca músculo.

      Molly se dio cuenta de que Aaron estaba mirando hacia su mesa.

      —¿Estás segura de que no te gusta? Creo que te está mirando.

      —No, gracias.

      —Pues viene hacia acá.

      Aaron sacó una silla y se sentó, envolviéndolas en un olor a colonia con notas de madera.

      —Hola, señoritas. ¿Qué tal están?

      Ellas respondieron en un coro de «hola» y «muy bien», mientras Aaron asentía como si fuera responsable de que lo pasaran bien. De cerca era incluso más guapo. Tenía los ojos azules, los pómulos altos y la nariz fina. Sus labios eran casi femeninos, carnosos y suaves.

      Molly se lo imaginó con un vestido de volantes y sonrió.

      Aaron le devolvió la sonrisa.

      —Creo que no nos han presentado.

      —Me llamo Molly.

      —Hola, Molly —dijo él—. Yo soy Aaron.

      —Hola, Aaron —respondió ella, con una voz susurrante de niña que hizo que Lori le diera una patada por debajo de la mesa. Molly tuvo que contener la risa.

      Aaron no se dio cuenta. Estaba demasiado ocupado seduciéndola con la mirada.

      Bah. Aquel chico no tenía nada que hacer comparado con la mirada de policía dominante que Ben le lanzaba siempre. Aaron era un peso pluma, y ni siquiera lo sabía.

      —¿Estás de visita en el pueblo, o eres amiga de Lori? —preguntó él.

      —Soy muy amiga de Lori —dijo ella, enfatizando las palabras, y Lori volvió a darle una patada.

      —Oh —murmuró él. Se desanimó un poco, pero después las miró unas cuantas veces a las dos y la sonrisa volvió a sus labios, más resplandeciente que antes—. Cualquier amiga de Lori es amiga mía. Sigamos con esta fiesta, ¿eh? ¿Puedo invitaros a otra ronda?

      Lori resopló.

      —Estas bebidas son un poco caras para ti, Aaron.

      Él asintió sin amedrentarse.

      —¿Qué СКАЧАТЬ