Название: E-Pack HQN Victoria Dahl 1
Автор: Victoria Dahl
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413756462
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—Hablando de viajes —prosiguió Michael—, tengo muchas ganas de verte este fin de semana.
Ella sintió una punzada de angustia.
—¿Cómo?
—El Baile de la Policía. Todos hemos comprado entradas para poder ver a Cameron recibiendo su premio, pero sobre todo, yo quería verte a ti. No se lo digas a Cameron —le pidió él, con una carcajada.
—Pero, ¿por qué ibas a verme?
—Eh… ¿Porque tú eres su acompañante? Tenía la esperanza de que te pusieras ese vestido rojo que…
—No sé lo que te ha dicho Cameron, pero yo no soy su acompañante. Vivo a cuatro horas de camino, por no mencionar que rompimos hace seis meses.
—Sí, pero vosotros dos sois el uno para el otro. Esto solo es una pequeña crisis.
Hablaba como un verdadero autómata.
—Tengo que dejarte, Michael. Que te lo pases muy bien en las Bahamas. Siento que no vayamos a vernos este fin de semana.
Colgó antes de que él pudiera seguir mencionando las mentiras de Cameron. Sentía de veras no volver a ver a Michael; era un chico guapo, listo y simpático. Ella había confiado tanto en él como para advertirle en contra de Cameron, y sin embargo, él había caído en su trampa mucho más rápidamente que otros hombres. Algunas veces, los tipos listos estaban demasiado seguros de su intelecto. Michael no había tenido ninguna oportunidad contra el carisma de Cameron.
¿Y qué era lo que estaba tramando Cameron en aquella ocasión?
De mala gana, Molly salió de la cama y bajó al vestíbulo, donde había dejado el paquete que le había entregado Ben. Tomó las llaves y serró la tapa. Lo primero que vio fue una nota. ¿Vas a ponértelo para mí?, decía. Molly la apartó de un manotazo y vio una caja de plástico que contenía una flor hecha de cristal color violeta. Era una pieza muy delicada. Un regalo precioso, si no fuera de un loco. Dejó la caja a un lado y después, sacó algo envuelto en papel de seda; era un tanga de encaje de color violeta. Era bonito. Cameron siempre había tenido predilección por los tangas.
Había otra nota al fondo de la caja. La flor es para el sábado por la tarde. Lo otro es para el sábado por la noche.
—Ya te gustaría —gruñó Molly, y fue en busca del teléfono.
—Cameron, ¿qué piensas que estás haciendo?
El ruido del departamento de Operaciones Especiales le llegó a través del auricular.
—Me estaba preguntando cuándo ibas a llamarme, nena. ¿Qué fue todo ese drama de anoche?
—¿Te refieres al drama de enviarme ropa interior? Ya no estamos saliendo. No vamos a volver a salir nunca. ¿Por qué no lo aceptas?
Él se rio como si acabara de prometerle una noche de sexo ardiente.
—Cameron, lo digo en serio. No puedes seguir con esto.
—Se te había olvidado lo de este fin de semana, ¿no?
—¿Qué? Antes eras persistente, pero ahora estás delirando. La próxima vez que me llames voy a grabar la conversación. Considérate notificado.
—Tú eres la que me ha llamado, nena. Y no creas que no hay grabación de eso.
—¿Y qué?
—Que todo el mundo sabe que cambias de opinión constantemente. Flirteas, y al segundo me mandas al cuerno. Yo solo estoy ayudándote a que tomes una determinación.
—¡Ya lo he hecho! ¡No te quiero ni ver desde hace seis meses!
—No, no hace seis meses. ¿Es que no te acuerdas de aquella noche en el callejón, después de que rompiéramos?
—Eso fue un error.
—Bueno, fue rápido y desagradable, pero yo no diría que fue un error.
—Que te den.
—Te recogeré el sábado por la mañana.
—Estás loco si piensas que voy a ir a alguna parte contigo.
—Lo siento, nena. Me lo prometiste, y soy el invitado de honor.
—Te lo prometí hace seis meses, antes de que rompiéramos. Hemos terminado. Búscate otra acompañante.
Molly colgó en aquel momento y contuvo las ganas de llorar. Él no iba a aparecer allí para estropearlo todo con Ben. No, eso no iba a ocurrir. Y de todos modos, ella ya se había acostado con Ben. Había roto el círculo.
Tomó la caja y todo su contenido, fue a la cocina y la tiró a la basura. En aquel mismo instante volvió a sonar el teléfono. Descolgó con algo de nerviosismo. Realmente, iba a tener que instalar un teléfono con pantalla de identificación de números.
—Hola, Moll —dijo Ben con un tono algo huraño. Parecía que estaba enfadado, y para Molly, aquella emoción verdadera fue un cambio muy agradable después de hablar con Cameron.
—Vaya, hola, Jefe —respondió ella, preguntándose si él iba a ruborizarse al oír su pequeño ronroneo de afecto.
—Eh… Solo te llamaba para decirte que he ido a la puerta de la mina hoy, y no he encontrado nada. El candado sigue intacto.
—Pero… De todos modos puede que fuera algún chico que iba a una fiesta, pero que no consiguió llegar.
—No veo motivos para sospechar que sea nada grave, pero si tú sigues sintiendo alguna inquietud…
—No, no.
Cameron estaba loco y estaba empezando a asustarla, pero él no había ido a Tumble Creek.
Ben bajó la voz.
—¿Estás bien?
Molly sonrió al oír su tono íntimo.
—Yo diría que estoy mejor que bien. ¿Y tú, Jefe?
—Tal vez.
Ella percibió una sonrisa en su respuesta. Él carraspeó.
—Pero te darás cuenta de que eso significa que tenemos que hablar. Abiertamente.
—¿Sobre qué?
—Molly…
—¿Umm?
—Ahora estamos saliendo. Tienes que ser sincera conmigo.
—¿Estamos saliendo? ¿Me has llevado a Grand Valley a cenar y al cine, y yo ni siquiera me he enterado?
—¿Cómo?
—Porque yo creía que solo habíamos tenido relaciones СКАЧАТЬ