Название: Julio Camba: Obras 1916-1923
Автор: Julio Camba
Издательство: Ingram
Жанр: Зарубежная классика
Серия: biblioteca iberica
isbn: 9789176377505
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Un escritor francés decía, no hace mucho, que los moralizadores piden siempre leyes contra los literatos y nunca contra los músicos, y citaba ciertos pasajes musicales de una pornografía patente. Yo recogí la teoría en un artículo y pedí el procesamiento del Sr. Lleó, en virtud de las mismas razones que otros alegan para solicitar el del Sr. Paso. Evidentemente, el señor Lleó es un músico pornográfico; pero en música sucede lo mismo que en literatura, esto es: que la música pornográfica no es, en realidad, la más condenable. El babilonio puede exaltar a los bailarines de la Bombilla; pero no me parece que sea en la Bombilla donde hay que velar por la inocencia de los adolescentes. Los valses lánguidos, melancólicos y las romanzas sentimentales; eso es lo malo. Yo me aterro al pensar en las imaginaciones que habrá trastornado el Vals de las olas. ¡Cuántas muchachas no se habrán perdido por su culpa! ¡Cuántos raptos hubieran sido irrealizables sin su concurso!
Para acabar con la pornografía lo primero es acabar con la hipocresía. Hay que facilitar, antes que nada, el contacto entre el hombre y la mujer, porque mientras los sentimientos humanos no se puedan desenvolver libremente, es indudable que se desenvolverán de una manera pornográfica. Con libros de Felipe Trigo o con libros del padre Coloma; con música de Lleó o del organista de San Francisco el Grande, ellos se desenvolverán. Yo soy un gran enemigo de la pornografía, que considera eminentemente pornográficas todas las leyes antipornográficas.
La escultura en Londres
Lloyd George y los caseros.
Hace algún tiempo se decía que lo mejor de Londres es la niebla.
—¿Por qué? —preguntaba uno cándidamente.
—Pues porque impide ver todo lo demás. Ahora, un londinense que acaba de llegar a Londres, después de una larga ausencia, se manifiesta maravillado ante las suntuosas decoraciones exteriores de los edificios modernos. «No se construye actualmente en Londres ningún edificio de importancia —dice— sin su correspondiente grupo de figuras alegóricas». En este renacimiento de la escultura es probable que no haya dejado de ejercer cierta influencia la política de Lloyd George. Hasta ahora, todo era provisional en Londres. Ya saben ustedes que el que compraba en Londres un solar debía reintegrarlo al cabo de cien años a los lores que se lo habían vendido, dándoles de propina cuanto hubiese puesto o edificado en él. ¿Así quién iba a perder su dinero edificando edificios magníficos, ni cómo iba a desarrollarse la escultura en esas condiciones? La escultura es tal vez la más noble de todas las artes, porque su idea inicial es la idea de la eternidad. Los pueblos en donde el arte de la escultura ha alcanzado un desarrollo mayor son aquellos que han sentido más intensamente el anhelo de sobrevivirse a sí mismos. Egipto, Grecia, Roma, son eternos por sus mármoles.
En Inglaterra no ha podido existir nunca el concepto de eternidad. La eternidad está representada aquí por plazos de cien años. La propiedad de la tierra es interina, provisional, y esto la ha hecho, hasta ahora, incompatible con las magnificencias de la arquitectura y de la escultura, artes inmortales. Hoy parece que esas artes comienzan a florecer en Londres, y yo me pregunto si ello no se deberá, en gran parte, a la política de Lloyd George, que ha hecho entrever para un plazo muy próximo la derrota de los principios del lorismo. Esté aspecto artístico de la política fomentada por el célebre leader no es el menos interesante de todos. Yo se lo brindo a los lectores como una información inédita.
El juego del ajedrez
El vencedor de Chess Club.
Si yo me hubiera puesto hace dos días a escribir acerca del ajedrez, yo hubiera dicho que el ajedrez es el juego inglés por excelencia. Como de costumbre, hubiera hablado del clima, y hubiera dicho que el ajedrez no puede desarrollarse en los países cálidos ni en aquellos en que los cambios de temperatura son violentos e irritantes. Hubiera demostrado que el ajedrez, juego de paciencia, necesita un ambiente apacible, donde los nervios del jugador estén perfectamente tranquilos. Hubiera hablado del at home inglés, de la serenidad, de la ecuanimidad inglesas, del aburrimiento de Londres y de todo lo demás. Hubiera aprovechado la ocasión para hacer un poco de psicología del espíritu británico y del espíritu español. «Los españoles —hubiera dicho— podrán triunfar de los ingleses en un juego de improvisación y de audacia, pero no en juego de cálculo y de reflexión». Luego hubiera intentado darle al artículo cierto interés político y hubiera añadido, no sin un poco de malicia, que en cuantas partidas de ajedrez emprendamos con Inglaterra llevaremos, desgraciadamente, todas las de perder.
Esto hubiera escrito yo hace un par de días si se me hubiese ocurrido la idea de hablar acerca del ajedrez. Pero he aquí que llega a Londres don José de Capablanca, que se va a Chess Club, donde se reúnen los más terribles ajedrecistas de Inglaterra, que se pone a jugar con ellos y que los maja. El Evening News de ayer publica, con todos los honores, el retrato del vencedor. Muchos otros periódicos insertan su biografía.
Don José de Capablanca no es un español precisamente, sino algo mucho más tropical todavía. Es un cubano. Hace algún tiempo luchó en San Sebastián con catorce grandes ajedrecistas y sólo sufrió una derrota. No es un hombre viejo, reflexivo y lleno de experiencia, sino un joven lampiño que está estudiando la ingeniería de minas. Si abandona su carrera para dedicarse al ajedrez, ganará el dinero a espuertas.
A mí este vencedor del Chess Club me parece un compatriota, tanto por su origen como por su Capablanca, y su victoria no ha dejado de producirme cierta satisfacción. Hay que advertir que don José de Capablanca no juega a la inglesa, sino a la española o a la cubana. Confía más en el golpe de vista, que en la reflexión. En sus jugadas es rápido y atrevido. Es lo que podría llamarse un improvisador del ajedrez. El Evening News, que le dedica una larga información, está maravillado.
¿Quién ha dicho que se ha acabado la época de nuestras conquistas? ¿Quién ha osado afirmar que la impetuosidad, la audacia y el espíritu improvisador de la raza no pueden obtener ya triunfos ningunos en el mundo? Lean los pesimistas la reciente hazaña de don José de Capablanca y recobren la fe perdida: esa fe tan necesaria en el ajedrez como en todo.
Espíritu británico
Gentleman cambrioleur.
Un pueblo es grande no sólo por sus virtudes, sino por sus defectos, y por sus bandidos tanto como por sus santos.
Así, cuando se admira a un pueblo, se le admira por todo. Yo soy un gran español, y no me enorgullezco menos de mi paisanaje con José María el Tempranillo que con don José Zorrilla, pongamos por caso.
Los dos son románticos, ardientes, generosos. Los dos representan la raza de la misma manera.
—¡José María, el Tempranillo! —me dice un admirador de espíritu sajón—.
¡Quite usted! En el fondo, ese pobre José María era un sentimental.
Y acto seguido me describe el tipo del gentleman cambrioleur, frío, elegante, correcto, sin calañés, ni bigote, ni polainas, afeitándose todas las mañanas y poniéndose СКАЧАТЬ