Название: Deseo en la toscana - Sin piedad - Un magnate despiadado
Автор: Susanne James
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Omnibus Bianca
isbn: 9788413486130
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–Buonasera, signorina.
Un joven de ojos negros y camisa impecablemente blanca que paseaba con un amigo se detuvo frente a ella y sonrió. Sorprendida por su interés, Laura tuvo la misma sensación de pánico que siempre experimentaba cuando un hombre la miraba. Su cicatriz hacía que fuera extremadamente sensible respecto a su aspecto, a pesar de su empeño en tratar de ignorarla. Pero sin duda ella era la «rara» en medio de aquel desfile de bellezas italianas, y más le valía no olvidarlo.
Inclinó ligeramente la cabeza en señal de reconocimiento al saludo y estaba a punto de retirarse cuando se hizo repentinamente consciente de una ligera conmoción cercana. Tanto ella como los jóvenes que la habían saludado volvieron la mirada en aquella dirección y vieron a un hombre rubio y alto, de anchos hombros, que se encaminaba hacia ellos. Su avance se veía dificultado por varios compatriotas entusiastas que lo detenían para saludarlo y estrechar su mano. Laura fue consciente en aquel momento de que Fabian Moritzzoni debía de ser un hombre importante en la comunidad. Una paciente sonrisa curvó sus labios mientras devolvía los efusivos saludos de sus paisanos, pero, por algún motivo inexplicable, Laura sintió que no todo iba bien tras aquella sonrisa tan aparentemente natural y sincera. ¿Estaría preocupado por el concierto?
Finalmente, Fabian se detuvo ante ella.
–Señorita Greenwood.
Laura sintió que se le secaba la boca ante su penetrante mirada.
Tras un educado buonasera, el joven que la había saludado y su acompañante se alejaron discretamente.
–Hola –respondió Laura.
–Sabía que eras tú. Tu pelo brillante, y tu vestido igualmente brillante, te han delatado. ¿Qué has hecho con Carmela y Vicente?
–Aún están en el restaurante, disfrutando de su café.
–Claro… Son unos recién casados y supongo que están deseando encontrarse a solas. Lamento que mi pobre secretaria haya tenido que esperar tanto para conseguir ese privilegio. Está claro que mi agenda no es nada saludable si ha llegado al extremo de que Carmela no pueda tomarse unos días ni siquiera para ir de luna de miel.
–¿Y no puede hacer algo al respecto?
Fabian entrecerró los ojos.
–¿A qué te refieres?
–A veces no viene mal replantearse las cosas. Tal vez podría aligerar algunos de sus compromisos e ir pensando en organizar una agenda de trabajo menos exigente.
Fabian aún estaba pensando en la sorprendente respuesta de Laura cuando una ligera brisa alzó el flequillo de ésta. De inmediato, Laura alzó la mano para volver a colocarlo en su sitio y una sombra pareció oscurecer su mirada.
–Creo que será mejor que me vaya –dijo con una sonrisa insegura, a la defensiva–. Carmela debe de estar buscándome.
Consciente de que se sentía evidentemente acomplejada por la cicatriz que afeaba su por otro lado inmaculada piel, Fabian se preguntó cómo se la habría hecho. Pero aquello no era asunto suyo. Laura sólo trabajaba para él y sus asuntos personales eran exactamente eso, personales.
–Si Carmela iba a llevarte de vuelta a casa, ¿por qué no dejas que te lleve yo? –se oyó sugerir–. Pensaba volver enseguida. Vamos a buscarla para decírselo.
–No querría abusar de su amabilidad…
–¡Tonterías! ¿Cómo ibas a abusar de mi amabilidad si trabajas para mí además de alojarte bajo mi techo? Además, te agradecería que me tutearas. Eso facilitaría las cosas.
Laura asintió tímidamente.
–En ese caso acepto la oferta… grazie.
Ya había empezado a anochecer y las luces del coche de Fabian iluminaban las sinuosas curvas del estrecho camino por el que circulaban a bastante velocidad.
Fabian miró un momento a Laura y captó la inquietud de su expresión.
–¿Estoy conduciendo demasiado rápido para tu gusto? –preguntó en un tono a la vez divertido y burlón.
–No dudo de que seas un magnífico conductor, pero mentiría si dijera que no me asusta circular por estos estrechísimos caminos a esta velocidad. ¿Te importaría reducir un poco la marcha?
El impresionante Maserati en que circulaban respondió de inmediato al toque de Fabian y Laura sintió que la poderosa máquina adquiría un ritmo mucho más aceptable. Su alivio de suspiro fue claramente audible en los íntimos confines del lujoso exterior.
Miró de reojo a Fabian. Probablemente pensaría que era una mojigata. Tenía muchos motivos para ser especialmente cautelosa, pero su nuevo jefe no lo sabía…
–¿Así está mejor?
–Mucho mejor, gracias.
–¿Qué te ha parecido nuestra pequeña ciudad?
–Me ha parecido encantadora. He tenido la sensación de que hay un auténtico sentido de comunidad entre sus habitantes. Y el paseo por la plaza ha sido fascinante.
–Como probablemente sabrás, somos una cultura muy tradicional, y eso se nota aún más en las pequeñas ciudades como ésta y en los pueblos. Pero Italia también es muy moderna… especialmente sitios como Milán o Roma.
–Para un inglés siempre han sido destinos turísticos especialmente sofisticados, y aunque me encantaría visitarlos, creo que prefiero tu pequeña ciudad, aunque no sea tan moderna.
–¿De manera que eres una tradicionalista? ¿La clase de mujer que prefiere un hogar y una familia a una carrera y una sofisticada vida social?
–Nunca me ha interesado especialmente llevar una sofisticada vida social, pero el conflicto entre tener hijos y mantener una profesión no parece haber mejorado para las mujeres. Sin embargo, creo que la decisión de tener un hijo es tan trascendental que las necesidades y el bienestar de éste deberían anteponerse a las exigencias de una profesión. Pero en una relación de igualdad eso debería aplicarse también al hombre que decide ser padre. Si eso me convierte en una tradicionalista, supongo que debo serlo.
Fabian permaneció un momento en silencio, pensativo.
–Me alegra saber que aún hay mujeres jóvenes a las que les preocupa tanto el bienestar de sus hijos que elegir quedarse en casa en lugar de seguir con su profesión no supone un sacrificio tan terrible –comentó–. Cuando los valores que aún podamos conservar en la cultura occidental han sido tan degradados por la televisión y los medios de comunicación, resulta reconfortante comprobar que no todo el mundo se ha visto tan influenciado por éstos.
Después de aquello permanecieron en silencio como por mutuo acuerdo, como si a ambos les hubiera sorprendido comprobar que compartían aquellos puntos de vista.
Poco después divisaron СКАЧАТЬ